HIERRO LOS RESTOS BIMBACHES HALLADOS EN UNA CUEVA HERREÑA PROCEDENTE DE UN MISMO CLAN FAMILIAR:
Hace 1.300 años ardió una cueva en el sur del Hierro. Bimbaches , que así se denominaban a los aborígenes herreños, prendieron fuego a los restos de sus antepasados que durante 600 años habían sido depositados en la gruta. Después, la cueva continuó recibiendo a los muertos del clan. La hipótesis de los científicos que desentrañan los secretos de la necrópolis herreña es que el fuego prendido se utilizó para despejar la cueva y disponer de sitio para nuevos muertos. Se calcula que más de un centenar de parientes recibieron sepultura en La Lajura, es una mina. El cementerio bimbache hallado hace unos años en una cueva del sur de Hierro continúa deparando información. Los arqueólogos saben ya que los restos pertenecen a individuos de un mismo clan familiar, que el cementerio se empezó a usar en el año 120 D.D.C., Y que continuó empleándose hasta 1400 años después.
Hay marcadores en los huesos que indican parentesco y en algunos casos directo”, informa María Teresa, inspectora insular de Patrimonio de Hierro y codirectora de la excavación puesta en marcha por la Dirección General de Patrimonio del Gobierno de Canarias y el Cabildo de la Isla.
La arqueología explica que los individuos enterrados en la Lajura constituyen una familia, pero en el sentido que aún se le da en el norte de África. Es decir, se trata de una familia extensa que incluye primos lejanos.
Con el trabajo de campo que se desarrolló entre los meses de junio y diciembre terminado, el equipo de investigadores se enfrenta a lo que Ruiz describe con acierto como “lo bueno”.
María Teresa no esconde su entusiasmo, pues La Lajura es un yacimiento excepcional: Una piedra de 60 toneladas preservó el cementerio bimbache del expolio y lo mantuvo virgen hasta la llegada de los expertos. Hacía los años sesenta con motivo de la construcción de la carretera que comunica El pinar y La Restinga se conoció la existencia del yacimiento. El desplome entonces de una roca de 60 toneladas preservó el panteón bimbache, que no fue abierto hasta hace aproximadamente un año. Con motivo de la obras de mejora de la citada carretera, el Cabildo del Hierro decidió excavarlo y averiguar qué había detrás del apoyo de “cueva de los huesos que los vecinos habían adjudicado al lugar. Para realizar la excavación hubo que paralizar las obras de la vía, pero valió la pena.
ALTOS Y ROBUSTOS PARA SU ÉPOCA, Y ELLAS, CON CARIES
Los hombres bimbaches tenían una estatura media de 1,67 centímetros y las mujeres de 1,55. “Eran altos para su época” expone la inspectora insular de patrimonio del Hierro y codirectora de la excavación de La Lajura, María Teresa. Este yacimiento ha de parado el hallazgo de los primeros habitantes bimbaches en conexión anatómica completa, lo que permitirá a los investigadores “realizar estudios muy rigurosos” sobre los aborígenes herreños.
Ruiz adelanta algunas características: huesos robustos para su estatura y músculos desarrollados, probablemente debido a que se dedicaban al a pastoreo en una isla muy a abrupta; hay señales de artrosis y artritis, y la esperanza de vida estaba entorno a los 30 o 40 años, aunque las mujeres tenían más posibilidad de llegar a la edad senil, probablemente porque se dedicaban a actividades menos arriesgadas.
La mujeres presentan un mayor índice de caries y de pérdidas dentales, circunstancia que puede deberse a la diferencia de dieta respecto a los hombres. Ellas dependían en mayor medida de la recolección vegetal, mientras ellos tal vez tenían un acceso privilegiado a los productos derivados de la cabaña ganadera.
CÁLCULOS RENALES O BILIARES:
Hemos encontrado hasta cálculos que no sabemos si son renales o biliares. Indica la inspectora antes de subrayar la importancia que para los estudiosos arqueológicos tiene que el vestigio continúe intacto, porque detalles como “una semillita pueden ser tan importantes como el cráneo que está al lado.” Entre otras tareas, los estudiosos se enfrentan al reto de averiguar el número exacto de individuos. La dificultad estriba en que parte de los cadáveres fueron quemados. Aproximadamente 600 años después de que la cueva empezará a ser utilizada como cementerio, ardió completamente.
“En un momento determinado se prendió fuego a la totalidad de la cueva, éste es un ritual hasta ahora sólo constatado aquí” indica la investigadora que precisa que el fuego fue intencionado. Después volvió a utilizarse como cementerio.
El paquete (de restos incinerados) se apelmazó y cuesta averiguar el número de individuos que hay quemados” agrega.
Las pruebas de Carbono 14 realizadas en un laboratorio de Miami han permitido datar el año en el que se sacralizó” la cueva a través del examen de los restos de unos fuegos rituales que son diferentes a los que se hayan a una cueva habitación. En el 120 se comienza a utilizar la cueva 600 años después se quema y se empieza a usar de nuevo hasta la llegada de los conquistadores a las islas en el siglo XV.
La hipótesis del equipo de arqueólogos que trabaja con los restos de La Lajura es que el objetivo que perseguía aquel clan bimbache era poder seguir utilizando la cueva como depósito funerario.
Hay más razones que apoyan esta tesis, los cuerpos no aparecen colocados de una manera determinada, “sino que lo que se parece que lo que se intenta es aprovechar al máximo el espacio” disponible en la cueva. En La Lajura había cuerpos flexionados,, en posición sedente, de cúbito—supino y orientados hacia los cuatro puntos cardinales.
Los cuerpos no se enterraban sino que se depositaban en la cueva. La presencia de restos de fauna cadavérica indica además que las condiciones de higiene eran escasas. Los arqueólogos creen que los restos quemados no son fruto de una muerte colectiva, según sea grado de antigüedad.
La inspectora insular del patrimonio de Hierro estima que el número de restos encontrados supera el centenar. Una veintena de huesos infantiles y 49 de adultos aparecieron sin quemar. A estos hay que sumar los que fueron destruidos por el fuego, que según María Teresa, pueden ser aproximadamente el mismo número. “Casi con seguridad son más de un centenar, apostilla.
Decía María Teresa, que ahora empieza “lo bueno” para el equipo de investigadores dependiente de la Dirección General de Patrimonio del Gobierno de Canarias y del Cabildo. La Lajura abre horizontes: permitirá comenzar a realizar los primeros estudios demográficos de la población aborigen herreña, pues en el yacimiento hay individuos de distintas edades y de ambos sexos
También se realizarán análisis de ADN para comparar a los bimbaches con el resto de la población de las Islas y también con la actual, lo que permitirá comprobar si hay supervivencias genéticas.
El legado de la Lajura será sometido a todo tipo de estudios: radiológicos que se realizan en el Hospital Nuestra Señora de los Reyes, de oligoelementos para determinar la dieta, de las enfermedades que se observan en los restos óseos de las fracturas y de los marcadores que quedan en los huesos como los que la experta denomina de estrés ambiental, que indican hasta las posturas más habituales. “ Frecuentemente estaban en cuclillas y otros andaban mucho, pero por los lugares escarpados. Tenemos trabajo para meses y para años”, vaticina María Teresa.
Antes de La Lajuna, el resto humano más antiguo hallado en El Hierro había sido datado en el año 320 D.C. Con los hallazgos de la cueva de El Pinar, se sabe que había bimbaches en el Hierro por lo menos doscientos años antes
Hace 1.300 años ardió una cueva en el sur del Hierro. Bimbaches , que así se denominaban a los aborígenes herreños, prendieron fuego a los restos de sus antepasados que durante 600 años habían sido depositados en la gruta. Después, la cueva continuó recibiendo a los muertos del clan. La hipótesis de los científicos que desentrañan los secretos de la necrópolis herreña es que el fuego prendido se utilizó para despejar la cueva y disponer de sitio para nuevos muertos. Se calcula que más de un centenar de parientes recibieron sepultura en La Lajura, es una mina. El cementerio bimbache hallado hace unos años en una cueva del sur de Hierro continúa deparando información. Los arqueólogos saben ya que los restos pertenecen a individuos de un mismo clan familiar, que el cementerio se empezó a usar en el año 120 D.D.C., Y que continuó empleándose hasta 1400 años después.
Hay marcadores en los huesos que indican parentesco y en algunos casos directo”, informa María Teresa, inspectora insular de Patrimonio de Hierro y codirectora de la excavación puesta en marcha por la Dirección General de Patrimonio del Gobierno de Canarias y el Cabildo de la Isla.
La arqueología explica que los individuos enterrados en la Lajura constituyen una familia, pero en el sentido que aún se le da en el norte de África. Es decir, se trata de una familia extensa que incluye primos lejanos.
Con el trabajo de campo que se desarrolló entre los meses de junio y diciembre terminado, el equipo de investigadores se enfrenta a lo que Ruiz describe con acierto como “lo bueno”.
María Teresa no esconde su entusiasmo, pues La Lajura es un yacimiento excepcional: Una piedra de 60 toneladas preservó el cementerio bimbache del expolio y lo mantuvo virgen hasta la llegada de los expertos. Hacía los años sesenta con motivo de la construcción de la carretera que comunica El pinar y La Restinga se conoció la existencia del yacimiento. El desplome entonces de una roca de 60 toneladas preservó el panteón bimbache, que no fue abierto hasta hace aproximadamente un año. Con motivo de la obras de mejora de la citada carretera, el Cabildo del Hierro decidió excavarlo y averiguar qué había detrás del apoyo de “cueva de los huesos que los vecinos habían adjudicado al lugar. Para realizar la excavación hubo que paralizar las obras de la vía, pero valió la pena.
ALTOS Y ROBUSTOS PARA SU ÉPOCA, Y ELLAS, CON CARIES
Los hombres bimbaches tenían una estatura media de 1,67 centímetros y las mujeres de 1,55. “Eran altos para su época” expone la inspectora insular de patrimonio del Hierro y codirectora de la excavación de La Lajura, María Teresa. Este yacimiento ha de parado el hallazgo de los primeros habitantes bimbaches en conexión anatómica completa, lo que permitirá a los investigadores “realizar estudios muy rigurosos” sobre los aborígenes herreños.
Ruiz adelanta algunas características: huesos robustos para su estatura y músculos desarrollados, probablemente debido a que se dedicaban al a pastoreo en una isla muy a abrupta; hay señales de artrosis y artritis, y la esperanza de vida estaba entorno a los 30 o 40 años, aunque las mujeres tenían más posibilidad de llegar a la edad senil, probablemente porque se dedicaban a actividades menos arriesgadas.
La mujeres presentan un mayor índice de caries y de pérdidas dentales, circunstancia que puede deberse a la diferencia de dieta respecto a los hombres. Ellas dependían en mayor medida de la recolección vegetal, mientras ellos tal vez tenían un acceso privilegiado a los productos derivados de la cabaña ganadera.
CÁLCULOS RENALES O BILIARES:
Hemos encontrado hasta cálculos que no sabemos si son renales o biliares. Indica la inspectora antes de subrayar la importancia que para los estudiosos arqueológicos tiene que el vestigio continúe intacto, porque detalles como “una semillita pueden ser tan importantes como el cráneo que está al lado.” Entre otras tareas, los estudiosos se enfrentan al reto de averiguar el número exacto de individuos. La dificultad estriba en que parte de los cadáveres fueron quemados. Aproximadamente 600 años después de que la cueva empezará a ser utilizada como cementerio, ardió completamente.
“En un momento determinado se prendió fuego a la totalidad de la cueva, éste es un ritual hasta ahora sólo constatado aquí” indica la investigadora que precisa que el fuego fue intencionado. Después volvió a utilizarse como cementerio.
El paquete (de restos incinerados) se apelmazó y cuesta averiguar el número de individuos que hay quemados” agrega.
Las pruebas de Carbono 14 realizadas en un laboratorio de Miami han permitido datar el año en el que se sacralizó” la cueva a través del examen de los restos de unos fuegos rituales que son diferentes a los que se hayan a una cueva habitación. En el 120 se comienza a utilizar la cueva 600 años después se quema y se empieza a usar de nuevo hasta la llegada de los conquistadores a las islas en el siglo XV.
La hipótesis del equipo de arqueólogos que trabaja con los restos de La Lajura es que el objetivo que perseguía aquel clan bimbache era poder seguir utilizando la cueva como depósito funerario.
Hay más razones que apoyan esta tesis, los cuerpos no aparecen colocados de una manera determinada, “sino que lo que se parece que lo que se intenta es aprovechar al máximo el espacio” disponible en la cueva. En La Lajura había cuerpos flexionados,, en posición sedente, de cúbito—supino y orientados hacia los cuatro puntos cardinales.
Los cuerpos no se enterraban sino que se depositaban en la cueva. La presencia de restos de fauna cadavérica indica además que las condiciones de higiene eran escasas. Los arqueólogos creen que los restos quemados no son fruto de una muerte colectiva, según sea grado de antigüedad.
La inspectora insular del patrimonio de Hierro estima que el número de restos encontrados supera el centenar. Una veintena de huesos infantiles y 49 de adultos aparecieron sin quemar. A estos hay que sumar los que fueron destruidos por el fuego, que según María Teresa, pueden ser aproximadamente el mismo número. “Casi con seguridad son más de un centenar, apostilla.
Decía María Teresa, que ahora empieza “lo bueno” para el equipo de investigadores dependiente de la Dirección General de Patrimonio del Gobierno de Canarias y del Cabildo. La Lajura abre horizontes: permitirá comenzar a realizar los primeros estudios demográficos de la población aborigen herreña, pues en el yacimiento hay individuos de distintas edades y de ambos sexos
También se realizarán análisis de ADN para comparar a los bimbaches con el resto de la población de las Islas y también con la actual, lo que permitirá comprobar si hay supervivencias genéticas.
El legado de la Lajura será sometido a todo tipo de estudios: radiológicos que se realizan en el Hospital Nuestra Señora de los Reyes, de oligoelementos para determinar la dieta, de las enfermedades que se observan en los restos óseos de las fracturas y de los marcadores que quedan en los huesos como los que la experta denomina de estrés ambiental, que indican hasta las posturas más habituales. “ Frecuentemente estaban en cuclillas y otros andaban mucho, pero por los lugares escarpados. Tenemos trabajo para meses y para años”, vaticina María Teresa.
Antes de La Lajuna, el resto humano más antiguo hallado en El Hierro había sido datado en el año 320 D.C. Con los hallazgos de la cueva de El Pinar, se sabe que había bimbaches en el Hierro por lo menos doscientos años antes
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