martes, 3 de julio de 2012


 2ª DESDE  LAS 5,45                                           ESTAMOS RESPONDIENDO AL FUEGO                                     Adolf Hitler (1889—1945):
Sonó el teléfono.                                                                            ---La abuela ha muerto—la abuela ha muerto---dijo el hombre al otro lado de la línea. El receptor del mensaje colgó y dio a sus hombres la orden de marcha.                                                                            Cuando se acercaban a su meta, un edificio junto a un poste de madera de más de cien metros de alto en la frontera alemana  con Polonia, estaba declinando el último día de agosto del año 1939, no está claro si eran cinco o seis hombres. Todo  se estaba produciendo según el plan y rápidamente se apoderaron de la emisora. Sin embargo la operación quedó frustrada por la imposibilidad de emitir las propias señales: la emisora sólo retransmitía la programación emitida desde Breslavia . Finalmente, uno de los hombre, el más ducho  en técnicas radiofónica, encontró un micrófono de comunicación interna que en ese momento escuchaban el Volksempfanger” oyeron la noticia de que la emisora de Gleiwitz había sido atacada por un grupo de polacos, noticia seguida de una proclama en polaco que animaba a todos los polacos a que lucharan contra los alemanes. Desde hacía semanas los periódicos y la alemana, bajo la dirección del ministro de propaganda Joseph Goebbels, venían informando de ataques polacos en la frontera. En esas circunstancias como la ocupación de aquella emisora alemana cerca de Gleiwtz, ciudad de la Alta Silesia, parecía haberse llrgada n momento crítico.                                                       Todo aquel que la mañana del día siguiente, el 1 de septiembre de 1939, Conectó el Volksempfanger oyó Adolf Hitler la palabra ante el Reichtag—una mera asamblea de camisas pardas desde que, años atrás, se hubiera eliminado a los adversarios políticos, que había sido convocado de forma apresurada. Hitler se puso la careta de paladín de la paz y, sin apostar ni una sola prueba  concreta,enumeró todo los esfuerzos  y tras referirse a los ataques polacos contra ciudadanos alemanes, declaró: “Hoy por la noche Polonia ha disparado por primera vez en nuestro propio territorio y con soldados regulares. Desde las 5/45 estamos respondiendo al fuego. Y a partir de ahora responderemos a las bombas con las bombas”                                                                                       La hora declarada de las 5/45  era falsa. Una hora antes el buque de guerra alemán Scheswig—Holstein, que estaba anclado en el puerto de Dancing  (Ciudad de Prusia Oriental también conocida por su nombre polaco, Gdansk), ya había disparado contra el fuerte polaco de Westerplatte. Mientras Hitler hablaba las tropas alemanas estaban cruzando la frontera polaca con un despliegue  de fuerza avasalladora y con el apoyo de ataques aéreos masivos. Desde las primeras horas era imposible no ver que aquello no era una guerra defensiva , sino una ofensiva planeada desde hacía mucho tiempo. El 3 de septiembre Gran Bretaña y Francia declararon la guerra a Alemania: la segunda guerra mundial había comenzado.                                                    Desde hacia años  Alemania se iba acercando paso a paso hasta el umbral de la guerra. Después de que Adolf Hitler fuera nombrado canciller del Reich en enero de 1933, EL y sus secuaces, los nacionalsocialistas, lograron hacerse ráìdamente con el poder absoluto  del país. Pronto disolvieron por la fuerza a todos los partidos salvo el NSDAP y encerraron en campos de concentración o asesinaron  a los adversarios políticos y los judíos. La opinión pública había aceptado todo esto sin ofrecer demasiada resistencia, pues con los nacionalsocialistas parecía que Alemania volvía a ser fuerte  y que había superado la miseria económica. Pronto se alcanzó el pleno empleo. ¿Eran los nacionalsocialistas unos expertos de la economía y Hitler un genio de la política económica? Ni una cosa ni la otra. A este último los asuntos económicos le interesaban más bien poco, y las cifras le aburrían. Las causas de la recuperación económica fueron el enorme rearme militar y la adopción de unas medidas presupuestarias temerarias. Tan sólo cuatro días después  de su nombramiento como canciller, Hitler, lucho en el bando franquista y en 1937 un escuadrón de bombarderos alemanas redujeron Gernika a escombros  y cenizas. En agosto de 1936, en un memorándum secreto, Hitler ordenó que al cabo de cuatro años el ejército alemán tenía que estar en condiciones de soportar una guerra. La política económica de Hitler, por tanto fue la preparación para la guerra. Ese mismo año, la celebración de los juegos Olímpicos  en Berlín le sirvió a Hitler para organizar un espectáculo sin precedentes con el que ofuscó no sólo Alemania, sino al mundo entero.                       En marzo  de 1938  la Whermacht invadió Austria y Hitler anunció en Viena el Anschlus (“anexión”) de su antigua patria al Reich alemán. Tampoco en este momento se observó ninguna reacción destacable las demás potencias  europeas. A continuación Hitler exigió a Checoslovaquia  la cesión de las provincia de los Sudestes  (donde vivía la minoría germano hablante)  al Reich alemán. En la conferencia de Múnich de setiembre de ese mismo año, Inglaterra y Francia, que habían optado por la estrategia del appeasement (^apaciguamiento^), también consintieron al agresor este último atropelló. Hitler se puso furioso, pues su objetivo no era otro que provocar la guerra. Francia e Inglaterra permanecieron de brazos cruzados incluso  cuando, en marzo de 1939,  Hitler se apoderó del resto de Checoslovaquia. Entonces Hitler se dirigió a Polonia. Preparó el ataque como pretexto  de que los polacos habían atacado a ciudadanos alemanas en Danzig y con una propaganda que no se cansaba de calificar a esta ciudad alemana.  Tras firmar un pacto de no agresión con su archienemigo Stalin  y acordar en secreto con la futura repartición de  Polonia conquistada , en agosto de 1939   ya se encontraba ante un camino expedito.                                                Para la invasión era necesario un motivo medianamente presentable, aún cuando pocos días antes de la guerra Hitler hubiese declarado: “Nadie preguntará al vencedor si dijo la verdad”. La tarea de brindar un motivo para desencarnar la ofensiva fue encomendada a Reinhard Heydrich (el segundo del Reichsfuhrer SS  Heinrich Himmler ), que a su vez delegó  la misión en Alfred Naujochs, el hombre  adecuado para las faenas especiales. La noche del 31de octubre, Heydrich (el segundo del Reichsfuhrer SS Heinrich Himmler), que a su vez delegó la misión en Alfred  Naujocks, el hombre adecuado para las faenas especiales. La noche del 31 de octubre, Heydrich teléfoneó a Naujocks y dijo las palabras  “La abuela ha muerto”: era la contraseña para entar en acción. Naujocks y sus hombres, que se habían dejado crecer la barba y patillas para parecerse a la imagen que entonces los alemanes tenían de los polacos, “ocuparon” la emisora de Gleiwitz. Para que no cupiera ninguna duda acerca de la autenticidad del ataque polaco, dejaron un muerto. Franciszek Honiok, un silesiano de ascendencia polaca que había sido detenido en la víspera, sirvió de “conserva”, cínica denominación que utilizaban las SS para referirse a las víctimas ficticias. Puede considerarse a Franciszek Honiok la primera víctima de la segunda guerra mundial. Le inyectaron veneno y le tomaron una fotografía que mandaron a Berlín, donde la propaganda hizo el resto. Sin embargo, Heydrich no había quedado satisfecho, y ordenó que se colocarán de inmediato en la sala de mando de la emisora dos “conservas”  más,  dos presos que habían sido asesinados en el  campo de concentración de Schsenhausen.                               En su discurso, Hitler no mencionó la “ocupación” de la emisora de Gleiwitz, pero la propaganda en los periódicos y la radio declaró que este ataque a la emisora perpetrada por guerrilleros polacos era la gota que había colmado el vaso. Ahora ya había fuego al que poder responder”                                                 Los polacos pudieron ofrecer. El ejército polaco, técnicamente muy inferior, luchó con valentía pero en vano. Cuando el 17 de septiembre de 1939 el gobierno polaco huyó a territorio rumano y el Ejército Rojo de Stalin, según lo acordado con Berlín, invadió el este de Polonia, el destino del país. Varsovia quedó sellada y reducida por los bombardeos aéreos alemanes a un montón de ruinas, capituó diez días después. El 6 de octubre se rindieron los últimos soldados polacos que resistían, tras lo cual los soldados alemanes ocuparon la ciudad con sus métodos espantosos.                                         La segunda guerra mundial se cobraría la vida de más de sesenta millones de personas. De todas ellas, al menos seis millones fueron polacos, la mayoría de ellos civiles.                                  
Volksempfanger era un modelo de receptor de radio diseñado por Otto Griessing a instancia de Goebbels
Whermacht. Con este nombre se designó a las fuerzas aramadas alemanas en la época posterior al Tratado de Versalles y antes de que fueran rebautizadas como Wehrmacht

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