3ª ¿QUEREIS
LA GUERRA TOTAL? Josep Goebbels (1897—1945)
Joseph Goeebbels conmocionado. A finales de 1942 no paraban de
llegar malas noticias sobre el 6º ejército, cercado en Stalin grado. ¿Deberían
darse finalmente por vencidas las tropas alemanas ante los rusos?
Al ministro del Reich de propaganda le asaltó el miedo de que pudiera
perderse la guerra. A él, el maestro de la ofuscación que desde la llegada al
poder de los nacionalsocialistas había hechizado una y otra vez los alemanes
con sus artes demoniacas, le costó trabajo mantener la compostura. Se
resquebrajó su creencia en la inefabilidad de su Fuhrer, Adolf Hitler, al que
pocos veneraban tanto como él. Después de que Inglaterra, capitaneada por
Churchill, logrará resistir los ataques aéreos alemanes contra la isla
Británica, Hitler dirigió su furor de conquista contra Rusia y ordenó a la
Wehrmacht la ofensiva contra la Unión Soviética. El dictador alemán nunca pensó
en respetar el pacto de no agresión firmado con Stalin; al contrario:
desde el principio de la guerra el
objetivo de Hitler no fue sino la conquista y destrucción de la Unión Soviética. El pacto
germano—soviético le sirvió de seguro transitorio para la invasión de Polonia y
para guardarse las espaldas mientras luchaba contra las potencias
occidentales.
El 22 de junio de 19941 el ejército alemán puso en marcha la Operación Barbarroja: se
adentró en la gran extensión del territorio ruso con tres millones de hombres y
más de 3.500 carros de combate divididos en tres grupos de ejércitos (Norte,
Centro y Sur). En lo que se esperaba que fuera una guerra de conquista sin
piedad, los soldados alemanes debían destruir la Unión Soviética y hacer
realidad el sueño nacionalsocialista de obtener “espacio vital en este”. Como
justificación no contaban únicamente con la ideología de la superioridad de
Herrenrasse (“raza de señores”) aria,
sino que, además, Hitler proclamó que la guerra contra la Unión Soviética era
la Krieg zweier weltanschuungen (“guerra entre dos cosmovisiones”), en la cual,
tal como se indicó explícitamente al ejército alemán, la caballerosidad y el
tradicional código de honor soldadesco eran improcedentes”. La Komissarbefehl
(orden de los comisarios) ordenaba que los comisarios políticos enemigos
capturados fueron ejecutados inmediatamente y los asesinatos de los
Sondereinsatz-gruppen (grupos especiales de intervención) sembraron el terror
en la zona de retaguardia. Los judíos fueron reunidos y fusilados a miles sin
excepción. Al principio, la victoria contra el Ejército Rojo parecía ser solo una
cuestión de tiempo. Tras conquistar rápidamente el Báltico, Ucrania y
Bielorusia, la Wwhrmacht avanzó hasta las puertas de Moscú. Entonces llegó el
otoño y el barro, y finalmente el invierno. La ofensiva soviética de invierno
recuperó muchos territorios conquistados por el ejército alemán. El verano de
1942 volvió a traer éxitos para la wehrmaccht, como la conquista de Crimea y la
incursión en el Cáucaso pero poco apoco fue quedando claro que la ambición de
Hitler había extendido demasiado el frente. Se estaban terminando los recursos
para abastecer a las tropas y el ejército Rojo todavía distaba de ser vencido;
por el contario, gracias a los suministros de material de los aliados y al
traslado de buena parte del armamento a las profundidades de Siberia, Stalin
pudo movilizar nuevas tropas. Hitler había dado la orden de conquistar la ciudad
que llevaba el nombre de su enemigo; Stalin grado. Cuando la ciudad estaba a
punto de caer, los soldados alemanes se enzarzaron en costosos combates casa
por casa. Sin embargo, e destino del 6º. Ejército se decidió fuera de la
ciudad. La situación geográfica de Stalin-grado, junto a una gran curva del
Volga, permitió al ejército soviético realizar una vigorosa operación de tenaza
y cerca a los alemanes en noviembre de 1942. En lo sucesivo Hitler recibió en
la Wolfsschanze (la´Guardia del Lobo´), su cuartel general en Rastenburg
(Prusia Oriental, actual Polonia), una noticia catastrófica tras otra. Con
todo, poco antes de Navidad Hitler prohibió la retirada y ordenó que se
conservara Stalin grado a toda costa.
Mientras los
soldados alemanes pasaban hambre y morían en Stalingrado,Goebbels pasó el fin
de año en su finca al norte de Berlín. Hasta entonces su carrera había descrito
un ascenso vertiginoso. Nacido en la
localidad renana de Rheydt, estudio filosofía y literatura materia en las que
llegó a doctorarse. Por culpa de un pie Zambo no ingresó en él ejército. Tras
la primera guerra mundial tuvo una crisis existencial. Después de fracasar en
sus intentos literarios, dirigió su atención hacia las ideologías que dominaban
la política, en el periodo de posguerra. Inicialmente se sintió atraído por las
ideas comunistas, pero pronto se inclinó
por ideario nacionalista conservador
y fascista. A la vez que sufría la miseria en sus propias carnes, echaba la
culpa de todas las crisis de aquella época al mundo financiero y, en última
instancia, a los judíos. Se adhirió a los nacionalistas y se convirtió en un partidario incondicional de Hitler. Su
talento para la agitación lo convirtió en el jefe de propaganda del partido y en 1933, cuando Hitler llegó al poder fue nombrado ministro
del Reich de propaganda y educación. Tenía una destreza magistral para
coordinar todos los medios y utilizar y las nuevas técnicas, como la radio y el
cine. Cuando Hitler provocó la segunda Guerra Mundial con la invasión de Polonia, Goedbels, pese a
que sentía más inquietud que entusiasmo, siguió sin reservas la política del
Fuhrwrer. En las entradas de su diario de los primeros días de 1943 todavía
intenta infundirse valor así mismo. No obstante estaba bien informado y no
podía pasar por alto las malas noticias que le llegaban desde el Alto Mando del
ejército relativas a las deficientes capacidades del Fuhrer como jefe militar.
¿Que debía hacer? Aunque no le quedaban esperanzas seguía disponiendo de una
buena reservar de fanatismo. Goebbels llegó a la conclusión de que, para
cambiar a un enemigo que cada día parecía más poderoso, debería armarse mucho
mejor el frente interior. El pueblo alEmán debía ser movilizado de . una manera
total. El día del Año Nuevo anotó en su
diario: Der radikalste und totalste Krieg ist derkurzeste, un der bring den
entscheidenden Sieg” (La guerra más radical y más total es la más corta y trae
la victoria decisiva”). Esperaba que Hitler le en cargase llevar a cabo el
necesario programa de movilización.
El 21 de
enero Goobbels fue a la Wolsschance el
cuartel general de Prusia Oriental. Mostró a Hitler su plan para la conversión
de todos los ámbitos de la vida en una “guerra total”, Hasta entonces Hitler
había rechazado esa clase de planes, pues temía que perjudicaran a la moral
bélica de la población. Pero durante la entrevista no pararon de llegar malas
noticias de Stalin grado, donde la situación era desesperada, y Hitler dio su
aprobación. Con el fin de lograr la Endsieg (“victoria final). Ordenó la
movilización total de todos los recursos humanos y materiales; entre otras
cosas, a partir de ahora se podía reclamar para el servicio militar a todos los
hombres con edades comprendidas entre los dieciséis y los setenta y cinco años y a todas las
mujeres entre los diecisiete y los
cuarentaicinco. No obstante para la decepción de Goebbels, Hitler encargó la
aplicación de estas medidas a otras instancias de gobierno. El 31 de enero el 6º Ejército capituló en Stalin grado. Unos 150.000
soldados alemanes habían caído en combate, se habían congelado o habían muerto de
hambre cerca de 91.000 fueron hechos prisioneros. El 4 de febrero el Volkischer
Beobachter, el periódico oficial de los nacionalsocialistas, público el
siguiente titular: “Sie starben, damit Deutschland lebe” (Han muerto para que
Allemania viva” La propaganda procuró dar un sentido a las
víctimas. Pero en Reich alemán el ánimo era de derrota. La gente intuía que se
había producido un giro decisivo en la guerra. ¿Qué camino iban a tomar los
alemanes? Visto en retrospectiva, parece que el 18 de febrero de 1943 dos
acontecimientos ofrecieron las dos respuestas posibles a esta pregunta. En
munich, dos estudiantes distribuyeron panfletos en los porches, balaustradas y
repisas del patio de la universidad. En
ese momento se estaban dando clases y el patio estaba casi vacío. El conserje
descubrió a los dos estudiantes infragantis y los entregó a la Gestapo (la
policía secreta del estado). Los
hermanos Hans y Shophie Scholl pertenecían a la Weisse Rose (Rosa Blanca), un
grupo de resistencia fundado por Hans Scholl y su camarada Alexander Schmorrell
que se había convertido en adversario del régimen nazi causa de sus
experiencias en el frente y los rumores que circulaban sobre los asesinos de
civiles. En junio de 1942 la Weisse Rose llevó a cabo sus primeras acciones
contra el régimen hitleriano: repartieron panfletos que a la postresería fatal
para todo el grupo. Todos los miembros y simpatizantes de la Weisse Rose fueron
detenidos y ajusticiados. En el último panfleto del grupo se podía leer, entre
otras cosas: “El nombre de Alemania que dará manchado para siempre si la
juventud alemana no se levanta vengadora y ex piadora y destruye a sus tiranos
y erige una nueva Europa del espíritu”. Y “¡ los muertos de Stalin grado nos
exhortan a entrar en acción!”. Ese mismo día Joseph Goebbels habló en el
Sportpalats de Berlín ante un auditorio formado por tres mil personas. Dijo que
quería ofrecer una verdadera descripción de la difícil situación del país al
“pueblo alemán educado, instruido y disciplinado en el nacionalsocialismo”, un
pueblo que podía soportar “toda la verdad”. A sus espaldas figuraba una frase
escrita con letras gigantescas: “Totaler Krieg-Kurzester Krieg” (“La guerra
total es la guerra más corta”). Con un uniforme de color marrón claro y el brazal con la cruz gamada, adoptó
su postura habitual de los discursos: su delgada figura tiesa como un palo, un
brazo pegado a la cadera y con el otro subrayando sus palabras, ora con el puño
cerrado, ora con el dedo extendido. Goebbels explicó que había invitado como
público a un “segmento” del pueblo alemán en el mejor sentido de la palabra”,
herido de guerra, soldados del frente condecorados, obreros, científicos
empleados miembros del partido y “miles de mujeres alemanas”, “Vosotros, los que os habéis
congragado aquí—prosiguió , en este momento representáis a la nación alemana. Y
a vosotros quiero dirigir diez preguntas, que debéis contestarme en
representación del pueblo alemán ante todo el mundo, pero en especial ante
nuestros enemigos, que nos están escuchando con sus emisoras de radio.” La
cuarta pregunta se convirtió en la más (tristemente) célebre” La cuarta
pregunta se convirtió en la más (tristemente) célebre: “Los ingleses
afirman—dijo Goebbels— que el pueblo alemán se resiste a las medidas de guerra
total adoptada por el gobierno y que no quiere la guerra total, sino la
capitulación". Y entonces añadió a voz en grito: “Ich frage euch: Wollt
ihr den totalen Krieg” (“Yo os pregunto: ¿Queréis la guerra total más total y
más radical de lo que hoy podemos siquiera llegar a gritos fanáticos de
adhesión. Tras otras preguntas, que el público respondió con otras tantas
afirmaciones estruendosas, el discurso de Goedbels terminó con una declaración
de lealtad a Adolf Hitler: “Der Fuhrer hat befohlen, Wir werden ihm folgen” (El
Fuhrer ha ordenado, nosotros le seguiremos”) y culminó con las terribles
palabras: “ Nun Volk, steh auf, und Aturm, brichlos!” (pueblo levántate y haz
que la tormenta se desate!”). El auditorio rugía. Tras el fin del discurso de
Goebbels, la radio siguió transmitiendo durante veinte minutos el griterío de
júbilo y entusiasmo. Goebbels comentó: “Creo que nunca ni siquera en la época
de la guerra se ha vivido en el Sportpalas una escena semejante”. Pero esa
misma noche anotó con cinismo: “Esta hora de la idiocia. Si hubiera ordenado a la
gente que saltaran desde el tercer piso del Columbushaus lo habrían hecho”.
El Columbushau era un edificio de oficinas de nueve
plantas situada en la berlinesa Potsdamer Platz. (N. del t.). Así, pues
el 18 de febrero de l943, día en que fracasaron las actividades de la Rosa
Blanca, significa por un lado, la oportunidad de los alemanes, por pequeña que
fuera, de detener la guerra por sí mismos, por otro lado el discurso de
Goebbels representa el camino que los alemanes tomaron finalmente, el de la
marcha incondicional hacia la previsible y completa catástrofe. Goebbels vió frustrada su esperanza de desempeñar un papel más activo en
la dirección de la guerra. Ni recibió nuevas competencias plenas ni su discurso
provocó una movilización decisiva de la población. No obstante su discurso
provocó una movilización decisiva de la población. No obstantes, su discurso no
dejó de tener consecuencias y quedó grabado en la memoria no sólo de los
alemanes sino también los aliados. La guerra que todavía duraría dos años más,
se fue convirtiendo en una “guerra total” de forma paulatina. En verano de 1943
se amplió el servicio militar obligatorio: los miembros de las juventudes
hitlerianas de menos de dieciocho años podían ser trasladados directamente de
los campos de entrenamiento militar a la Wehrmacht. No fue hasta 1944, cinco
días después del atentado e intento del golpe de Estado, el 20 de julio,
llevado a cabo por un grupo de oficiales de la Wehrmacht, cuando Hitler ordenó
a Hermann Goring que “toda vida pública se ajustase a las exigencias de la
guerra total en todos los aspectos” En la época posterior al discurso de
Goebbels la guerra se cobró un número mucho mayor de víctimas que durante los
primeros años del conflicto. Al final de la contienda el número de Víctimas
mortales llegó a la cifra de los sesenta
millones, la mayoría de soldados y civiles de la Unión Soviética.
Aproximadamente seis millones de judíos fueron víctimas del Holocausto,
proyecto monstruoso que se ejecutó con gran minuciosidad burocrática y
despliegue industrial. Hombres mujeres y niños fueron matados, como los
minusválidos, los homosexuales o los gitanos, que tampoco encajaban en la
ideología racista de los nacionalsocialista, sufrieron una persecución y
asesinato igualmente crueles y despiadados. La hubiera querido o no, el
pueblo alemán tuvo que apechugar con la
guerra total cuando esta cayó encima. Desde el otoño de 1944, después de haber
realizado durante los años anteriores ataques esporádicos contra objetivos
concretos, los bombarderos estadounidenses y británicos destruyeron las grandes
ciudades alemanas. Casi ninguna ciudad alemana se libró de los mortíferos
escuadrones, aunque las más castigadas fueron Berlín, Hamburgo, Colonia y
Dresde, con decenas de miles de muertos. Goebbels
se mantuvo leal a su Fuhrer hasta el tétrico final en el bunker del subsuelo de
la bombardeada Cancillería del Reich. Mientras Hitler se suicidaba junto con Eva
Braun, su amante durante años y con la que se había casado en la víspera.
Goebbels y su esposa terminaban con sus vidas en una habitación contigua,
después de asesinar con veneno a sus seis hijos.
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