martes, 28 de junio de 2011


EL DON DE PERDONAR

 Enviado por Shulamit
 La vida no es fácil para nadie, si bien a algunos nos ponen pruebas más difíciles que a otros. No todos hemos vivido la desgracia de perder un hijo o a otro ser querido a manos de delincuentes, secuestradores o terroristas o de violadores que matan a las mujeres inocentes, por ejemplo. En cambio, me atrevo a afirmar que no hay ser humano que no haya experimentado la aflicción causada por la traición de su pareja, o que no se haya sentido víctima de un trato injusto o abusivo por parte de un familiar o un amigo. 
Ante estos acontecimientos, muchos de nosotros nos aferramos al dolor y a la RABIA. La IRA y el RESENTIMIENTO, sin embargo SON COMO CÁNCERES QUE CORROEN NUESTRA ALMA Y NUESTRA VITALIDAD. Cada vez hay más pruebas de que perdonar a quienes nos han lastimado u ofendido produce efecto curativos muy profundos, no solo en lo emocional, sino en lo físico. Así que la próxima vez que sienta el deseo de cargar con el pesado fardo del rencor y la amargura, mejor regálese “LA FUERZA DEL PERDON” el cual es el tema a leer. También es importantísimo perdonarnos nosotros mismos nuestras deficiencias, errores y fallas. Sólo así podemos dejar atrás estos fantasmas que nos impidvivir plenamente.
 Audón Coria
 Publicado en Selecciones Reader´s Digest  JULIO 2004.
 LA FUERZA DEL PERDÓN...
HACE OLVIDAR LAS OFENSAS Y ALIVIA EL RESENTIMIENTO.
 Elizabeth Nassau no podría creerlo. Había telefoneado a una buena amiga suya para felicitarla por su cumpleaños cuando re repente se vio atacada con reproches. “Inesperadamente, me soltó una retahíla de todo lo que le molestaba de mi, y luego colgó”, cuenta esta escritora de 48 años, de Filadelfia.
 Ella lo atribuye a los celos: “ Mi carrera había comenzado a despegar. Estaba a punto de publicar un libro y había ganado un premio por mis escritos. Creo que a mi mejor amiga le dolía que ya no la necesitaba tanto”.
 Pasó dos años rumiando su enojo. “Siempre que la veía, me hervía la sangre en las venas, el corazón me palpitaba con fuerza y me ponía tan tensa que literalmente me enfermaba”.
 ¿Quién no ha sentido la punzada de la traición, un trato injusto o algo más gravoso? Muchos nos aferramos a la RABIA y el DOLOR que nos causa, pero otros deciden no hacerlo. Las investigaciones más recientes muestran que aprender a perdonar puede reportarnos enormes beneficios. Es una eficaz manera de aplacar la IRA, reducir el ESTRÉS y, quizás lo más importante mejorar nuestra salud. 
En el otoño de 2003, unos 40 investigadores se reunieron en Atlanta para revisar sus hallazgos sobre el poder curativo de hacer las paces. Un estudio demostró que OLVIDAR LOS RESENTIMIENTOS puede reducir el dolor de espalda crónico. Otro reveló que el perdón disminuye las recaídas en mujeres drogadictas. Y según uno más, realizando con imágenes de resonancia magnética, el simple acto de pensar en la empatía y la reconciliación pone a funcionar la circunvolución temporal media izquierda del cerebro, lo que indica que todos tenemos un centro mental del perdón. 
Así que, además de sus grandes beneficios emocionales, liberarse de la IRA también puede ayudar a aliviar algunos trastornos físicos. Pero ¿qué significar perdonar y cómo se logra?
 NO SE ATE AL RENCOR...
 Elizabeth Nassau lo descubrió en un encuentro fortuito con la amiga de la que se había distanciado. “Decidí encararla y decirle lo ofendida que estaba”, cuenta. “Ella me escuchó, pero no ofreció disculpas. Entonces, sorpresivamente, fui yo quien se disculpó por haberle GUARDADO RENCOR TANTO TIEMPO. En ese momento me di cuenta de que la había perdonado”
 El efecto fue instantáneo. “Mi IRA se esfumó, añade. “No reanudamos nuestra amistad, pero ahora, cuando me topo con ella, puedo respirar tranquila y el corazón no me palpita.”
 La experiencia de Elizabeth concuerda con los hallazgos del Doctor  Fred Luskin, director del proyecto sobre el PERDÓN de la Universidad Stanford, quien ha observado que desterrar la IRA  reduce el estrés hasta el 50 por ciento. Los participantes de sus estudios también han mostrado mejoría en vigor físico, estado de ánimo, calidad de sueño y vitalidad general. “Llevar a cuestas una carga de amargura y rabia por haber sufrido un agravio es muy dañino”, afirma.
 La razón es que estamos conformados para reaccionar ante cualquier cosa que nos produzca tensión como si fuera una crisis, ya sea una alarma de incendios o recordar un pleito encarnizado. En una situación así, nuestro cuerpo segrega hormonas del estrés adrenalina y cortisol, que nos acelera el pulso, la respiración y el pensamiento. Ocurre también un aumento en el nivel de glucosa en la sangre, lo cual tensa los músculos, y de factores  coagulantes. Esto resulta inofensivo si el susto es pasajero (como un percance leve de tránsito), pero la IRA y el RESENTIMIENTO perduran mucho más y convierten en toxinas las hormonas que deberían protegernos.

El efecto inhibidor del cortisol sobre el sistema inmunitario está asociado con algunos trastornos graves. Al decir de Bruce McEwen, director del laboratorio de neuroendocrinología de la Universidad Rockefeller en Nueva York, el CORTISOL atrofia las neuronas, causa pérdida de memoria y aumenta la presión arterial y el nivel de glucosa en la sangre, lo cual propicia el endurecimiento de las arterias y la aparición de males cardiacos.

AL PARECER, PERDONAR detiene la secreción de estas hormonas. En Marzo de 2003, unos investigadores de la Universidad de Wisconsin-Madison reclutaron para un estudio a 36 excombatientes varones enfermos de las coronarias y agobiados por los dolorosos motivos, algunos relacionados con la guerra y otros con problemas conyugales, laborales o traumas de la infancia. La mitad recibieron terapia para PERDONAR, y cuando la aplicaron se observó en ellos una mayor afluencia de sangre al corazón.

El solo pensar en como aliviarse de una herida puede ser útil. En un estudio realizado en 2001, la psicóloga Charlotte Van Oyen Witvliet, del Hope College de Holland, Michigan, les colocó unos sensores a 71 estudiantes y los hizo revivir mentiras, insultos o traiciones de sus familiares, amigos o novios. Al pedirles que se imaginaran perdonando a sus ofensores, los sujetos presentaron una frecuencia cardiaca y una presión arterial mucho menores que cuando pensaban en sus resentimientos. “Al parecer, el PERDÓN es un poderoso antídoto contra la IRA. La cual se asocia estrechamente con la hipertensión crónica y la propensión a las afecciones cardiacas”, dice la psicóloga.

 Sandra Lamb, residente de Sembré, comprobó este efecto. Cada vez más preocupada por lo mal que conducía su Padre, de 82 años, trató de convencerlo de que no usara mas el auto porque ya resultaba peligroso. “Se puso furioso, cuenta. “Alegó que toda su vida había manejado y que nadie iba a quitarle su coche. Luego dijo que no quería volver a verme” Sandra estaba tan contrariada, que se distanció de su padre durante seis meses.

Finalmente pensó que debía reconciliarse con él antes de que fuera demasiado tarde. Fue a visitarlo. “Le dije que lamentaba mucho cómo había tratado el asunto y me disculpé por haberlo hecho enojar”, refiere. Ella  a su vez le perdonó su renuencia a verla. “Papá  me abrazó y dijo que estaba bien. Me sentí feliz y agradecida de contentarme con él”. El problema del auto se acabó porque su Padre tuvo unos problemas de salud.

PERDONANDO LO IMPERDONABLE

Betty Ferguson hizo lo que la mayoría de la gente quizás no podría: PERDONÓ AL ASESINO DE SU HIJA.

Tras el asesinato, en 1975, de su hija Debbie, de 16 años, Betty se deprimió tanto que se embriagaba para poder dormir, y descuidó a sus otros cuatro hijos. No dejaba de maldecir al asesino, Ray Payne, maestro de Debbie, quien la raptó antes de segar su vida. Que arrestarían a Payne y lo sentenciaran a cadena perpetua no aplacó el dolor de Betty, y menos ante la ausencia absoluta de motivos para tan horrendo crimen. “El ODIO me consumía”, dice. Y todo el tiempo sufría dolores de cabeza y de espalda casi insoportables.

En 1981, en el sepelio de su hermana una frase del PADRE NUESTRO la sacudió: PERDONAD A QUIENES OS OFENDEN”. Empezó a leer libros sobre el perdón y a creer que éste podría ser lo que buscaba. Visitó a tumba de Debbie, en cuya lápida decía: “LO QUE EL MUNDO NECESITA AHORA ES AMOR”. Estas palabras hallaron eco en su corazón.

Entonces comenzó a decirse en voz alta “VOY A PERDONAR A RAY”. Y  al cabo de unos meses le escribió: “He dejado de sentir ODIO POR USTED. ¿Puedo visitarlo y pasar juntos el día?”

En 1986, 11 años después del crimen, visitó a Payne en la cárcel. “Le dije todo lo que significado para mí y lo perdida y atormentada  que me había dejado su muerte. Él me escuchó, y juntos lloramos. Salí convertida en otra persona, llena de paz y tranquilidad”.

Cuando sus consternados amigos le preguntaron por qué lo había hecho, contesto: “EL PERDON ES EL MAYOR REGALO QUE ME HE DADO A MÍ MISMA... Y A MIS HIJOS”, Hoy día Betty trabaja en Pensilvania como mediadora en un programa para víctimas de delitos violentos. “Ha sido una experiencia increíble que ha aliviado mi alma y salvado mi vida”.

ALIVIO PROFUNDO...

Pese a sus beneficios, mucha gente se resiste a perdonar, lo cual afirma Charlotte Witvliet, es un grave error. “Aferrarse a un RESENTIMIENTO durante meses o años significa resignare a permanecer enojado”.

Catherine O´Brien, productora de videos de Pacífica, California, cometió ese error. En 1992 se divorció, y durante años LE GUARDÓ RENCOR a su ex marido porque pensaba que la separación había arruinado su vida. “De pronto me quedé sola con una hija de 12 años”, refiere. “Era extenuante, y me dolía no tener ya con quien compartir las obligaciones y las alegrías de educar a la niña”.

La IRA cobró su precio. “Todo el tiempo estaba nerviosa, tensa y cansada, y me resfriaba con frecuencia”.  Dice Catherine, de 55 años. Lo que más la afligía era la opinión de los demás. “En una fiesta, alguien me presentó a una mujer y dijo: “También a ella la dejó su marido”. Me indignó que pensaran que estaba amargada”.

Escuchar un audiocasete de Fred Luskin le aclaró todo. “Comprendí que sólo me estaba dañando a mi misma”. Le dijo a su ex esposo que seguiría adelante con su vida y sintió un profundo alivio. “Me quite un peso de encima y mi salud mejoró mucho”.

Luskin dice que renunciar al RENCOR “sustituye la HOSTIDAD por SENTIMIENTOS POSITIVOS que tranquilizan y relajan el cuerpo, lo que favorece la salud”. En uno de sus estudios, 17 adultos de Irlanda del Norte que perdieron a algún familiar a manos del terrorismo recibieron terapia para personar. Al cabo de una semana, su angustia se redujo un 40 por ciento, y presentaron 35 por ciento menos jaquecas, dolor de espalda e insomnio.

Sin embargo, añade Luskin, “perdonar de ningún modo significa que se justifique la ofensa ni que se deba aceptar un trato justo”.

SIGA ADELANTE

Aun sin perdonar se puede encontrar paz. Tal fue el caso de Julie Catalano, residente de San Antonio, Texas, de 51 años, quien estaba RESENTIDA con un veterinario porque según ella, dejó morir a su gato, Suki, de 19 años. Cuenta que llevó a éste a consulta porque estaba muy débil. Los análisis mostraron anemia y una afección renal. En vez de esforzarse por salvar al gato, se queja Julie, el veterinario lo sometió a una operación dental innecesaria y no le recetó los medicamentos que sí requería.

“Decidí no perdonar”. Señala Julie, “y no sentí la menor culpa por ello”. Sin embargo, su rencor tuvo un lado positivo: la llevó a fundar un grupo defensor de los animales. “Luchar por proteger a nuestras mascotas es lo que ha sanado mi alma”.

Jeanne Safer, psicoterapeuta neoyorquina, dice que para algunas personas ni siquiera la reconciliación es una alternativa. Pero si la IRA es controlable y no se piensa en la VENGANZA, añade, se puede hallar paz. “No hay una solución para los agravios que se aplique a todos los casos”.

Como quiera que uno aplaque el RESENTIMIENTO, PERDONAR acarrea grandes beneficios. Y aunque no podemos cambiar el pasado, afrontar las situaciones no resueltas y a quienes nos han herido puede llevarnos a una vida más feliz y saludable.

COMO HALLAR LA PAZ...

        ANALICE LA OFENSA CON OBJETIVIDAD.
        NO JUSTIFIQUE AL OFENSOR, PERO TRATE DE ENTENDER SUS MOTIVACIONES.
        EXAMINE SUS SENTIMIENTOS AL RESPECTO. INTENTE NO TOMÁRSELO A PECHO; SÓLO USTED RESULTÓ LASTIMADO.
        PIENSE EN LO BUENO DEL OFENSOR, NO SÓLO EN SUS ACTOS HIRIENTES.
        PERDONE POR CONVICCIÓN, NO POR PRESIÓN O SUGERENCIA DE OTROS. Y HÁGALO DE CORAZÓN. NO HACE FALTA QUE SE LO DIGA AL OFENSOR.





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