Soledad no es aislamiento
Aunque todos somos seres humanos, hemos levantado muros entre nosotros y nuestros semejantes, a causa del nacionalismo, de la raza, la casta y la clase social, lo cual, a su vez, engendra aislamiento.
Ahora bien, una mente presa en este estado de soledad en este estado de aislamiento, no puede comprender jamás qué es la religión. Puede tener creencias, ciertas teorías, conceptos, fórmulas, puede tratar de identificarse con eso que ella llama Dios; pero la religión, a mi entender, no tiene nada que ver con ninguna creencia, con ningún sacerdote, con ninguna iglesia ni con los así llamados libros sagrados. El estado de la mente religiosa puede ser comprendido sólo cuando empezamos a comprender qué es la belleza; y la comprensión de la belleza debe ser abordada desde la total soledad. Cuando la mente está por completo sola, únicamente así y en ningún otro estado, puede saber qué es la belleza.
La soledad no es, obviamente, aislamiento, y no es singularidad. Ser singular, único, es meramente ser excepcional en algún sentido, mientras que estar completamente solo exige sensibilidad, inteligencia y comprensión extraordinarias. Estar completamente solo en lo interno, implica que la mente se halla libre de toda clase de influencias; por lo tanto, no está contaminada por la sociedad. Y debe hallarse en esa condición de soledad para comprender qué es la religión, la cual implica descubrir por uno mismo si existe algo inmortal, más allá del tiempo.
2 DE DICIEMBRE OCK - Vol. XIV
Percibir el aislamiento
El aislamiento es por completo diferente de la soledad. Uno debe atravesar ese aislamiento para estar solo. El aislamiento no puede compararse con la soledad. El hombre aislado, solitario, jamás puede saber qué es estar creativamente solo. ¿Se halla usted en ese estado de soledad? Nuestras mentes no están integradas como para estar solas. El proceso mental mismo es separativo. Y lo que separa conoce el aislamiento, la exclusión.
Pero la soledad no es separativa. Es algo que no pertenece a las masas, que no está influido por las masas, que no es el resultado de las masas, que no está constituido como lo está la mente; la mente es de las masas. La mente no es una entidad sola, creativa, puesto que ha sido ensamblada, fabricada en el curso de los siglos. La mente nunca puede estar sola. Jamás puede conocer la soledad. Pero, al percibir su aislamiento cuando atraviesa por él, surge a la existencia esa soledad. Unicamente entonces puede existir aquello que es inconmensurable. Desafortunadamente, la mayoría de nosotros busca la dependencia. Queremos depender de compañeros, amigos, queremos vivir en un estado de separación, en un estado que origina conflicto. Aquel que está solo jamás puede hallarse en un estado de conflicto. Pero la mente no puede percibir eso, no puede comprenderlo; ella sólo conoce la soledad de la exclusión, del aislamiento.
3 DE DICIEMBRE OCK - Vol. VI
Únicamente en la soledad hay inocencia
Muy pocos de nosotros estamos solos alguna vez. Uno puede retirarse a las montañas y vivir como un ermitaño, pero cuando esté físicamente a solas, tendrá consigo sus ideas, sus experiencias, sus tradiciones, su conocimiento de lo que ha sido. El monje cristiano en una celda monástica no está solo; está con su Jesús conceptual, con su teología, con las creencias y los dogmas de su condicionamiento particular. De igual manera, el sanyasi que en la India se aparta del mundo y vive en aislamiento, no está solo, porque él también vive con sus recuerdos.
Yo hablo de una soledad en la que la mente está por completo libre del pasado; sólo una mente así es virtuosa, porque únicamente en esta soledad hay inocencia. Tal vez usted diga: «Eso es demasiado pedir. Uno no puede vivir así en este mundo caótico, donde tiene que ir todos los días a la oficina, ganarse la subsistencia, criar a los hijos, soportar los regaños de su esposa, etc.» Pero yo pienso que lo que se está diciendo se halla directamente relacionado con el vivir y actuar de cada día; de lo contrario, no tiene valor alguno. Vea, desde esta soledad adviene una virtud que es viril y trae consigo un sentido extraordinario de pureza y bondad. No importa si uno comete errores; eso significa muy poco. Lo que importa es tener este sentimiento de que uno está completamente incontaminado, solo porque únicamente una mente así puede conocer o percibir aquello que está más allá de la palabra, del nombre, más allá de todas las proyecciones de la imaginación.
4 DE DICIEMBRE OCK- Vol. XIII
La inocencia libera del dolor a la mente
Uno de los factores del dolor es el extraordinario aislamiento del ser humano. Uno puede tener compañeros, puede tener dioses, poseer muchísimos conocimientos, ser extraordinariamente activo en lo social, contar interminables chismes sobre política; no obstante, este aislamiento sigue ahí. Por consiguiente, uno busca encontrarle un significado a la vida, y le inventa un significado, un sentido. Pero el aislamiento aún sigue ahí. Entonces, ¿puede usted mirar el aislamiento sin comparar, verlo simplemente como es, sin tratar de escapar de él, sin intentar disimularlo? Entonces verá que el aislamiento se convierte en algo por completo diferente.
Nosotros no estamos internamente solos. Somos el resultado de un millar de influencias, un millar de condicionamientos, de herencias psicológicas, propaganda, cultura. No estamos solos; por lo tanto, somos seres de segunda mano. Cuando uno está internamente solo, totalmente solo, cuando no pertenece a ninguna familia aunque pueda tener una familia, cuando no pertenece a ninguna nación, a ninguna cultura, a ningún compromiso en particular, existe el sentimiento de ser un extraño, extraño a toda forma de pensamiento, de acción, de familia, de nación. Y únicamente aquel que está absolutamente solo de este modo, es inocente. Esta inocencia es lo que libera del dolor a la mente.
5 DE DICIEMBRE OCK- Vol. XVII
Crear un mundo nuevo
Si hemos de crear un mundo nuevo, una nueva civilización, un arte nuevo, no contaminado por la tradición, el miedo, las ambiciones, si hemos de originar juntos una nueva sociedad en la que no existan el «tú» y el «yo», sino lo nuestro, ¿no tiene que haber una mente que sea por completo anónima y que, por lo tanto, esté creativamente sola? Esto implica, ¿no es así?, que tiene que haber una rebelión contra el conformismo, contra la respetabilidad, porque el hombre respetable es el hombre mediocre, debido a que siempre desea algo; para su felicidad depende de la influencia, o de lo que piensa su prójimo, su gurú, de lo que dice el Bagavad Gita o los Upanishads o la Biblia o Cristo. Su mente jamás está sola. Ese hombre nunca camina solo, sino que siempre lo hace con un acompañante, el acompañante de sus ideas.
¿No es, acaso, importante descubrir, ver todo el significado de la interferencia, de la influencia, ver la afirmación del «yo», que es lo opuesto de lo anónimo? Viendo todo eso, surge inevitablemente la pregunta: ¿Es posible originar de inmediato ese estado de la mente libre de influencias, el cual no puede ser afectado por su propia experiencia ni por la experiencia de otros, ese estado de la mente incorruptible, sola? Unicamente entonces es posible dar origen a un mundo diferente, a una cultura y una sociedad diferentes donde puede existir la felicidad.
6 DE DICIEMBRE OCK - Vol. VII
Una soledad exenta de miedo
Cuando la mente es capaz de desprenderse de todas las influencias e interferencias, y estar por completo sola, únicamente entonces hay creatividad.
La técnica se está desarrollando más y más en todo el mundo: la técnica de como influir sobre la gente por medio de la propaganda, de la compulsión, de la imitación [...]. Hay innumerables libros escritos acerca de cómo hacer una cosa, cómo pensar eficientemente, cómo construir una casa, cómo armar una maquinaria; así, gradualmente, estamos perdiendo iniciativa, iniciativa para desarrollar algo original por nosotros mismos. En nuestra educación, en nuestra relación con el gobierno, a través de diversos medios, ejercen influencia sobre nosotros para que nos amoldemos, para que imitemos. Y cuando permitimos que alguien influya en nosotros persuadiéndonos a adoptar una actitud determinada o a emprender cierta acción, nos resistimos naturalmente a otras influencias. En ese proceso mismo de resistirnos a la influencia de otro, ¿no sucumbimos a ella de un modo negativo?
¿No debería la mente hallarse siempre en estado de rebelión como para comprender las influencias que están haciendo siempre impacto sobre uno, interfiriendo, controlando, moldeando? ¿No es uno de los factores de la mente mediocre el hecho de que siempre tenga miedo y que, al hallarse en un estado de contusión, desee orden, coherencia, quiera una forma, un molde que la guíe y la controle? No obstante, estas formas, estas diversas influencias crean contradicciones y confusión en el individuo [...]. Cualquier opción entre influencias sigue siendo, por cierto, un estado de mediocridad.
... ¿No debe la mente tener la capacidad de profundizar en los hechos ‑no imitar, no ser moldeada- y estar libre de temor? ¿No debería una mente así permanecer sola y, por lo tanto, en un estado de creatividad? Esa creatividad no es «de uno», no es suya ni mía; es anónima.
7 DE DICIEMBRE OCK- Vol. VII
Comenzar aquí
Un hombre religioso no busca a Dios. El hombre religioso se interesa en la transformación de la sociedad, que es él mismo. El hombre religioso no es aquel que practica innumerables rituales, que sigue tradiciones, que vive en una cultura pasada, muerta, explicando perpetuamente el Gita o la Biblia, cantando sin cesar o practicando sannyasa; ése no es un hombre religioso, es alguien que escapa de los hechos. El hombre religioso se interesa total y completamente en la comprensión de la sociedad, que es él mismo. No está separado de la sociedad. Generar en sí mismo una mutación completa implica para él la terminación total de la codicia, de la envidia, de la ambición; debido a eso, no depende de las circunstancias, aunque sea el resultado de la circunstancia ‑la comida que come, los libros que lee, los cines a los que va, los dogmas religiosos, las creencias, los rituales y todo eso-. Es responsable. Por lo tanto, el hombre religioso debe comprenderse a sí mismo, ya que es el producto de la sociedad que él mismo ha creado. En consecuencia, para encontrar la realidad debe comenzar aquí, no en un templo, no en una imagen, ya sea una imagen labrada por la mano o por la mente. De lo contrario, ¿cómo puede dar con algo nuevo, un estado nuevo?
8 DE DICIEMBRE OCK - Vol. XV
La mente religiosa es explosiva
¿Podemos descubrir por nosotros mismos cuál es la mente religiosa? El científico en su laboratorio es realmente un científico; no es persuadido por su nacionalismo, por sus miedos, por sus vanidades, ambiciones y exigencias limitadas; allí está meramente investigando. Pero fuera del laboratorio es como cualquier otra persona con sus prejuicios, ambiciones, vanidades, celos, con su nacionalidad y todo eso. Una mente así no tiene acceso a la mente religiosa. La mente religiosa no funciona desde un centro de autoridad, centro que puede ser conocimiento acumulado como tradición, o experiencia acumulada ‑la cual, en realidad, continúa la tradición, continúa el condicionamiento-. El espíritu religioso no piensa en función del tiempo, de resultados inmediatos, de una reforma inmediata dentro del patrón de la sociedad [...]. Dijimos que la mente religiosa no es una mente ritualista, no pertenece a ninguna iglesia, a ningún grupo, a ningún patrón de pensamiento. La mente religiosa es la mente que ha penetrado en lo desconocido, y uno no puede dar con lo desconocido excepto de un salto; no puede entrar en lo desconocido mediante un cálculo cuidadoso. La mente religiosa es la verdaderamente revolucionaria, y la mente revolucionaría no es una reacción a lo que ha sido. La mente religiosa es, en realidad, explosiva, creadora ‑no creadora en el sentido de lo que esa palabra implica para la poesía, la decoración, la arquitectura, la música, etc.-; es una mente que se halla en estado de creación.
9 DE DICIEMBRE OCK - Vol. XII
La oración es un asunto complejo
Como todos los problemas humanos profundos, la oración es un asunto completo que no puede ser tratado a la ligera requiere paciencia, investigación cuidadosa y tolerante, y uno no puede exigir conclusiones y decisiones definidas. Sin comprenderse a sí mismo, aquel que reza puede, por obra de su misma oración, verse conducido al autoengaño. A veces escuchamos decir a la gente, y algunas personas me lo han dicho, que cuando rezan por cosas mundanas dirigiéndose a lo que ellas llaman Dios, sus plegarias les son a menudo otorgadas. Si tienen fe, y según sea la intensidad de su plegaria, lo que busca salud, bienestar, posesiones mundanas ‑finalmente lo obtienen. Si uno se entrega a la oración suplicante, ésta trae su propia recompensa; la cosa que uno pide le es a menudo concedida, y esto da fuerza a súplicas futuras. Después, está la oración no por cosas o por personas, sino por experimentar la realidad, Dios, la cual también es frecuentemente respondida; y existen aún otras formas de oración suplicante, formas más sutiles y tortuosas, pero, con todo, son oraciones que suplican, imploran, ofrecen. Todas estas oraciones, estas plegarias, tienen su propia retribución, traen sus propias experiencias, pero ¿conducen a la realización de la realidad suprema?
¿No somos, acaso, el producto del pasado, y no estamos, por ende, relacionados con el enorme depósito de codicia y odio, así como de sus opuestos? Ciertamente, cuando hacemos una petición, u ofrecemos una plegaria suplicante, estamos dirigiendo un llamado a este depósito de codicia acumulada etcétera el cual trae realmente su propia retribución, y tiene su propio precio [...]. La súplica a otro, a algo externo, ¿da origen a la comprensión de la verdad?
10 DE DICIEMBRE EDK - Vol. XII
La respuesta a la plegaria
La plegaria, que es una súplica, una petición, jamás puede encontrar esa realidad que no es el resultado de un requerimiento. Nosotros requerimos, suplicamos, oramos, sólo cuando estamos confusos cuando sufrimos; al no comprender esa confusión, ese dolor, nos dirigimos hacia alguien más. La respuesta a la plegaria es nuestra propia proyección; de uno u otro modo es siempre satisfactoria, gratificadora; de lo contrario, la rechazaríamos. Así, cuando uno ha aprendido a aquietar la mente por medio de la repetición, continúa con ese hábito, pero la respuesta a la súplica debe, obviamente, ser moldeada conforme al deseo de la persona que suplica.
Ahora bien, la plegaria, la súplica, la petición, jamás puede revelar aquello que no es proyección de la mente. Para dar con lo que no es fabricación de la mente, la mente debe estar quieta, no aquietada por la repetición de palabras ‑la cual es autohipnosis-, ni por otros medios de inducir la quietud mental.
La quietud inducida, forzada, no es quietud en absoluto. Es como poner a un niño en el rincón; superficialmente, puede estar quieto, pero internamente está Sirviendo. De igual modo, una mente aquietada por la disciplina, no está verdaderamente quieta, y la quietud inducida jamás puede revelar ese estado creativo en el que se manifiesta la realidad.
11 DE DICIEMBRE OCK - Vol. VI
¿Es la religión una cuestión de creencia?
La religión, tal como generalmente la conocemos, es una serie de creencias, dogmas, rituales, supersticiones, adoración de ídolos, de amuletos y gurús que le llevarán adonde usted quiera como meta final. La verdad suprema es su propia proyección, es lo que usted desea, lo que le hará feliz dándole certidumbre acerca del estado inmortal. Así, la mente atrapada en todas estas cosas crea una religión, una religión de dogmas, de prácticas sacerdotales, etc.; en eso está usted atrapado y la mente se estanca. ¿Es religión eso? La religión, ¿es una cuestión de creencia, de conocimiento acerca de las experiencias y afirmaciones de otras personas? ¿Es religión el mero seguimiento de preceptos morales? Usted sabe, es comparativamente fácil ser moral: «Haz esto y no hagas aquello». Debido a que es fácil, usted puede imitar un sistema moral. Detrás de esa moralidad está al acecho el «yo», creciendo, expandiéndose, agresivo, dominador. ¿Es religión eso?
Usted tiene que descubrir qué es la verdad, porque eso es lo único que importa, no si es rico o pobre, o si está felizmente casado y tiene hijos, porque todo ello tiene un final, está siempre la muerte. Por lo tanto, sin ninguna forma de creencia, debe descubrir eso; debe tener el vigor, la autoconfianza, la iniciativa como para saber por sí mismo qué es la verdad, qué es Dios. La creencia no le dará nada; la creencia sólo corrompe, ata, oscurece. La mente puede ser libre sólo gracias a su propia vitalidad, sólo confiando en sí misma.
12 DE DICIEMBRE OCK - Vol. VII
¿Está la verdad en las religiones?
La pregunta es: ¿Está la verdad en las religiones, en las teorías, en los ideales y las creencias? Examinémoslo. ¿Qué entendemos por religión? Ciertamente, no la religión organizada, no el hinduismo, el budismo o el cristianismo, que son todas creencias organizadas, con su propaganda, conversión, proselitismo, compulsión, etc. ¿Hay alguna verdad en la religión organizada? Puede absorber la verdad, atraparla en su red, pero la religión organizada, en sí misma, no es verdadera. Por consiguiente, la religión organizada es falsa, separa a los seres humanos. Usted es musulmán, yo soy hindú, otro es cristiano o budista, y reñimos, nos asesinamos entre nosotros. ¿Hay alguna verdad en eso? No estamos discutiendo la religión como búsqueda de la verdad; consideramos si existe verdad alguna en la religión organizada. Estamos tan condicionados por la religión organizada para pensar que en ella está la verdad, que hemos llegado a creer que por llamarse uno hindú, es «alguien» o que encontrará a Dios. ¡Qué absurdo, señor! Para encontrar a Dios, para dar con la realidad, tiene que haber virtud. La virtud es libertad, y sólo siendo libres podemos descubrir la verdad, no cuando estamos presos en manos de la religión organizada, con sus creencias. Y, ¿hay verdad alguna en las teorías, en los ideales y en las creencias? ¿Por qué tienen ustedes creencias? Es obvio; porque las creencias les brindan seguridad, consuelo, certidumbre, una guía. En sí mismos están atemorizados, quieren que se les proteja, quieren apoyarse en alguien; por lo tanto, crean el ideal, el cual les impide comprender lo que es. En consecuencia, el ideal se vuelve un obstáculo para la acción.
13 DE DICIEMBRE OCK - Vol. V
Para subir alto, uno debe empezar abajo
Las organizaciones religiosas se vuelven tan fijas y rígidas como los pensamientos de quienes pertenecen a ellas. La vida es un cambio constante, un devenir continuo, una incesante revolución; y debido a que una organización jamás puede ser flexible, es un impedimento para el cambio; se vuelve retrógrada para protegerse. La búsqueda de la verdad es individual, no un asunto de congregaciones. Para comunicarse con lo verdadero es indispensable la soledad; no el aislamiento, sino la libertad con respecto a toda influencia y opinión. Las organizaciones del pensamiento se vuelven, inevitablemente, obstáculos para el pensamiento.
Cuando usted mismo está atento, ve que la codicia del poder es casi inagotable en una así llamada organización espiritual; esta codicia se halla disimulada bajo toda clase de palabras que suenan muy agradables, pero la llaga corrosiva de la avaricia, el orgullo y el antagonismo es alimentada y compartida por todos. De esto surgen el conflicto, la intolerancia, el sectarismo y otras lamentables manifestaciones.
¿No sería más sabio tener pequeños grupos informales de veinte o veinticinco personas, sin cuotas ni socios, que se reunieran donde fuera conveniente para discutir con delicadeza la aproximación a la realidad? A fin de evitar que cualquier grupo se vuelva exclusivo, cada miembro podría, de cuando en cuando, alentar y tal vez reunir otro pequeño grupo; de ese modo, ello sería extensivo, no estrecho y localista.
Para subir alto, uno debe empezar abajo. Desde este modesto comienzo puede ayudar a crear un mundo cuerdo y feliz.
14 DE DICIEMBRE EDK
Sus dioses los están dividiendo
¿Qué está pasando en el mundo? Ustedes tienen un Dios cristiano, o tienen dioses hindúes; y están los mahometanos con su idea particular de Dios; cada pequeña secta tiene su verdad peculiar. Y todas estas verdades se están volviendo como otras tantas enfermedades en el mundo, enfermedades que separan a la gente. Estas verdades, en manos de unos pocos, se convierten en medios de explotación. Ustedes acuden a cada uno de ellos, uno tras otro, porque empiezan a perder todo sentido de discriminación, porque sufren y desean un remedio, y aceptan cualquier remedio que les ofrece cualquiera de esas sectas, ya sea cristiana, hindú o la que fuere. Entonces, ¿qué está ocurriendo? Sus dioses los dividen, sus creencias en Dios les están dividiendo y, no obstante, hablan ustedes de la hermandad humana, de la unidad en Dios, y al mismo tiempo niegan la cosa misma que quieren descubrir, porque se aferran a estas creencias como si fueran el más poderoso medio para destruir la limitación, mientras que en realidad no hacen sino intensificarla. Estas cosas son muy obvias.
15 DE DICIEMBRE OCK- Vol. II
La verdadera religión
¿Sabe usted qué es la religión? No está en los cantos, no está en la práctica del puja o de cualquier otro ritual, no está en la adoración de dioses de hojalata o de imágenes de piedra, no está en los templos y en las iglesias, ni en la lectura de la Biblia o del Gita, ni en la repetición de un nombre sagrado, ni en el seguimiento de alguna otra superstición inventada por los hombres. Ninguna de estas cosas es religión.
La religión es el sentimiento de la bondad, de ese amor que es como el río, vital, moviéndose perpetuamente. En ese estado encontrará usted que llega un momento en que ya no hay ninguna búsqueda más; y esta cesación total de la búsqueda es el principio de algo por completo diferente. La búsqueda de Dios, de la verdad, el sentir que uno es totalmente bueno... no el cultivo de la bondad, de la humildad, sino la aspiración a algo más allá de todas las invenciones y todos los trucos de la mente, lo cual implica tener una percepción de ese «algo», vivir en ello, serlo, eso es verdadera religión. Pero usted puede hacer eso únicamente cuando abandona el pozo que ha cavado para sí mismo y penetra en el río de la vida. Entonces la vida tiene una manera asombrosa de cuidarle, porque entonces usted no se cuida a sí mismo. La vida le lleva donde ella quiere, porque usted forma parte de ella misma. Entonces no hay problema de seguridad, de lo que la gente dice o deja de decir; y ésa es la belleza de la vida.