lunes, 14 de febrero de 2011


Madeleine
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Nadie nace con la maestría...
La debilidad es un enorme freno a la evolución, a la liberación y a la ascensión.
La debilidad es una forma de enfermedad y de muerte.
De hecho, es el olvido de la fuerza de la vida y del aliento interior.
Sentirse débil, incluso escudarse en ese estado, es como un letargo energético
completamente ajeno al impulso creador que poseemos.
Reconocer nuestra debilidad y fragilidad es ya un avance,
es dar muestras de lucidez. Ese es el primer paso para el cambio.
Y esa lucidez de reconocer que no usamos nuestro poder,
en el fondo contiene humildad.
Nuestras debilidades, incluso el hundimiento, las crisis, los miedos, las dudas,
tienen también una función…
La materia es portadora de las semillas de la redención y la transformación.
Revelarse contra la materia y la densidad
es claramente lo que alimenta el juego de la separación.
La existencia de la materia es precisamente lo que permite la reunificación.
Aunque no lo parezca, existe una fuerte complicidad entre materia y espíritu.
No te disperses, no depongas tus decisiones, no relajes tu confianza,
no despliegues tu mente generando excusas.
No olvides tu centro, el motor de tu voluntad, ni la llama interior,
ni tu potencial de amar.
Un principio cristalino y luminoso convive con tu pequeño yo.
La maestría es posible en ti, y llegará a instalarse por completo
cuando utilices sanamente tu poder y cuando aprendas a gestionarlo.
Negar la llama de tu interior,
unida siempre a esa trama inteligente de eternidad, es inútil.
Tú alma, y la de todos los hombres y las mujeres,
conserva siempre su visión interior, por pequeña que te parezca tu llama. Conserva el
recuerdo de la luz, de la fuerza y del amor.
Yo pude ver en mí esa llama, y pude recuperar el recuerdo de mi verdadero ser, mi
valor y mi poder. Si yo, como tantos, lo hice, tú también puedes.
mmmmmmmmmmm00Ommmmmmmmmmm
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Madeleine
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El principio crístico está siempre en nosotros.
Es la fuente de nuestra capacidad de amar.
Es un principio andrógino, en el que los opuestos y complementarios son solo Uno.
El androginato es la búsqueda o la atracción magnética entre dos polos. De hecho es la
fusión de los polos en una sola fuerza creativa, en un solo principio.
Eso es el cristo interior, el cristal de luz que vibra aún en la oscuridad.
Ida no existe sin pingala, el yin no existe sin el yang, la intuición no es útil sin el
raciocinio, la luz no se ve sin la oscuridad, la acción no existiría sin el reposo.
La atracción magnética entre dos polos aparentemente opuestos,
es inevitable y es natural. No neguéis esa dinámica del amor.
Es completamente legítimo, e incluso necesario, la búsqueda de la pareja que nos
complemente, porque todos anhelamos completarnos en ese androginato espiritual.
Sentir y necesitar la completitud, en el ser humano es un proceso natural para dirigirse
hacia la Unidad.
Las leyes del amor contienen siempre ese principio crístico y andrógino.
Todas las relaciones humanas de pareja vibran en esa sintonía, ya sean en una
frecuencia más lenta o más rápida, con intereses o sin, con sufrimiento o sin.
La clave es ese anhelo del androginato, el recuerdo de quién éramos y aún somos.
Esa es una búsqueda que os parece eterna, porque estáis en la Tierra…
Asumid vuestra humanidad, admitid esa búsquela espiritual dentro de lo humano.
Podréis distinguir la fuerza complementaria sana y evolutiva para vuestra vida, cuando
sintáis que aquella persona no os resta energía sino que os la proporciona, o sea
cuando os impulse; percibiréis que algo de ella os llena y revitaliza. Cuando sintáis esa
fuerza de regeneración en cuerpo, mente y alma, es que aquella fuerza polar os está
llevando hacia el androginato y la completitud de vuestro Ser.
No tengáis miedo de la gran fuerza magnética que contiene el Amor.

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