sábado, 13 de agosto de 2011

Abedul (Betula verrucosa)

Se trata de un árbol conocido desde culturas


arcaicas, si bien hasta entrado el siglo XII no

se le atribuyeron propiedades curativas pues

con anterioridad solo se aprovechaba su madera.

Puede llegar a alcanzar los treinta metros de

altura; la corteza tiene un tono blanquecinoplateado.

Podemos encontrar ejemplares de este árbol

en casi todo el norte de España así como en

algunas zonas altas -por encima de los 1000

metros respecto al nivel del mar- de la mitad

sur de la Península.

En Portugal, curiosamente, se cultiva a una

altura más baja.

Las ramas jóvenes tienden a encontrarse caídas,

penduleantes, con un extremo que presenta

unas verrugosidades que las hacen ásperas

al tacto y a las que debe el nombre latino

de "Betula verrucosa".

Dentro del mismo árbol encontramos flores

masculinas y flores femeninas, separadas y

bien diferenciadas; son de un color verde

amarillento y curiosamente la floración se produce

antes de salir las hojas, en los meses de

abril y mayo, pudiéndose observar unos

amentos masculinos que, tras cumplir la misión

polinizadora, caen al suelo; los femeninos,

por su parte, se conservan para formar

los frutos.

La recolección se efectúa en los meses de

primavera, recogiendo las hojas- que es la

parte a utilizar- y procediendo a efectuar el

secado a la sombra, por debajo de los 40ºC y

en lugares bien ventilados.

Se emplea prácticamente toda la planta: la

flor, la savia, la yema, las hojas y la corteza de

las ramas jóvenes.

En las hojas encontramos gran cantidad de

flavonoides (como la miricitrina) que son los

responsables de su marcada acción diurética,

empleándose en casos de afecciones urinarias

como cistitis, pielonefritis, litiasis, oliguria

e hidropesía.

Si nos fijamos detenidamente en las hojas,

observaremos la presencia de aceites esenciales;

un ejemplo es el betulinol, que contiene

una cierta acción febrífuga por lo que su empleo

como antitérmico da buenos resultados.

La esencia de por sí actúa como antiséptico y

cicatrizante, por lo que se puede emplear en

determinados tipos de infecciones.

El principio aromático de esta esencia es el

ácido betulábico.

En la corteza encontramos taninos, cuya proporción

puede variar entre el 10 y el 20 % y

que le confiere acción astringente y colerética,

empleándose en disquinesias biliares.
Popularmente el abrojo se ha utilizado como


analgésico moderado, diurético y espasmolítico

por vía interna y astringente por vía externa.

En algunas zonas se le atribuyen además

propiedades como hipotensor, es decir, que

reduce la tensión arterial.

En cuanto a sus frutos, se utilizan como tónicos

y en algunos sitios se emplean como astringentes

en hemorragias y disentería.

Pero no hay que olvidar que en toda la planta

se hallan las saponinas esteroídicas, tóxicas a

dosis altas.

Por tanto, no debe emplearse si no es por

prescripción del médico.

.- Infusión. Partimos de las partes aéreas de la

planta.

Se toma una cucharadita pequeña de la misma

y se añade una taza de agua hirviendo.

La dosis usual es de 2 a 3 tazas al día.

.- Decocción. Es más popular preparar una

decocción al 2-4%, o una maceración al 2%,

tomando 11/4 l. al día en ayunas.

.- Uso externo. En forma de lavados, compresas

o fricciones, se emplea la decocción sobre

heridas aftas o eccemas.

Analgésico. Diurético. Hipotensor.
 

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