.
Sanación.
Desde tiempos inmemoriales, la Humanidad ha
reconocido que nuestro Creador, en su amor, ha hecho crecer hierbas en las
praderas que nos permiten sanar, así como cereales y frutas para nuestro
alimento.
Los astrólogos que han investigado las
estrellas, y los homeópatas que han estudiado las plantas han buscado desde
siempre el remedio que nos ayude a mantener nuestra salud y nuestra alegría de
vivir.
Para encontrar el remedio que nos pueda
ayudar, debemos encontrar primero la meta de nuestra vida, el objetivo al que
aspiramos, y entender las dificultades de nuestra vida. A estas dificultades
las denominamos errores o debilidades, pero no queremos dejarnos intranquilizar
por ellas, ya que no son otra cosa más que la prueba de que estamos realizando
grandes cosas. Nuestros errores deberían ser nuestros estimulantes, porque eso
significa que tenemos grandes objetivos.
Debemos
adivinar qué batallas podemos soportar y a qué enemigo intentamos vencer
especialmente, entonces podemos recoger agradecidamente la planta que es
apropiada para ayudarnos a vencer. Deberíamos aceptar esas plantas de la
naturaleza como una riqueza medicinal, como el regalo divino de nuestro Creador
para ayudarnos con nuestras dificultades.
Durante la verdadera curación no desaparece
ningún pensamiento de la enfermedad. Lo que se tiene en consideración es el
estado espiritual, sólo el problema espiritual. Lo que importa es dónde no nos
hallamos en armonía con el plan divino. Esta desarmonía con nuestro yo
espiritual puede provocar cientos de diferentes debilidades en nuestro cuerpo,
ya que, al fin y al cabo, nuestro cuerpo lo que hace es reproducir el estado de
nuestro espíritu, pero ¿qué papel juega? Si volvemos a poner en orden nuestro
espíritu , entonces el cuerpo también sanará rápidamente. Resulta tal y como
Cristo nos enseñó: “¿Qué es más fácil de decir que tus pecados te son
perdonados, o levántate y anda?” Por eso
queremos volver a dejar claro que nuestra enfermedad corporal no juega ningún
papel. Es el estado de nuestro espíritu, y sólo eso, lo que importa. Ignoran do
completamente la enfermedad que padecemos, debemos por ello sólo tener en
cuenta a cuál de los siguientes tipos de personalidad pertenecemos.
Si se tuvieran dudas a la hora de elegir el
remedio apropiado para cada uno, nos ayudaría si nos preguntásemos qué virtudes
admiramos más en los otros o que defectos de las otras personas nos causan un
rechazo más enérgico, ya que esos defectos que precisamente queremos eliminar
en nosotros son los que más odiamos en las otras personas. De esta manera nos
vemos incitados a eliminarlos en nosotros mismos.
Todos nosotros somos sanadores y, con nuestro
amor y compasión, estamos en circunstancias para ayudar a aquellas personas que
realmente quieren sanar. Busque el conflicto espiritual del paciente que se
esconde tras la enfermedad, déle el remedio que le ayudará a superar ese
defecto y todas las esperanzas y estímulos que le pueda entregar, y la fuerza
curativa en él hará el resto.
Capítulo
12. Los remedios.
ACHICORIA Timidez/Amor.
¿Pertenece usted a ese grupo de personas que
añoran servir al mundo? ¿A ese grupo que desea ardientemente dirigirse hacia
los hombres con los brazos abiertos y bendecirlos? ¿A esas personas que quieren
ayudar y consolar a los otros pero que, por algún motivo, se ven impedidas por
las circunstancias o por otras personas?
¿Se da cuenta de que es dominado por unas pocas personas en lugar de
servir a muchas otras, de tal manera que sus posibilidades de dar tanto de sí,
tal y como usted desea, se ven muy limitadas?
¿Alcanza usted esa fase crítica cuando se da cuenta de que todas las
personas cuentan con usted pero ninguno de manera especialmente fuerte?
En este caso, la maravillosa y azul achicoria
que crece en los campos de cereales le ayudará a alcanzar su libertad, la
libertad que tan necesaria es para todos nosotros antes de poder servir al
mundo.
MÍMULO Miedo/Compasión.
¿Pertenece usted a ese grupo de personas que
son miedosas? ¿Pertenece a aquellos que
tienen miedo de la gente o de las circunstancias de la vida? ¿Es de esos que van por la vida valientemente
pero que, sin embargo, el miedo les quita la alegría de vivir? ¿Tienen miedo de cosas que jamás ocurren; de
personas que, en realidad, no tienen ningún poder sobre usted; del futuro y de
lo que él traerá consigo; miedo de caer enfermo o de perder la alegría; miedo
de los convencionalismos o de otros cientos de cosas?
¿Desea luchar por su libertad pero, sin
embargo, no tiene el valor de liberarse de las cadenas? Si ése es el caso, el
mímulo que crece en las orillas de los ríos cristalinos le devolverá la
libertad de amar su vida y usted aprenderá a tener el sentimiento de compasión
más tierno para con las otras personas.
AGRIMONIA Intranquilidad/Paz.
¿Es usted de aquellos que sufren perturbación
de sentimientos, de aquellos cuya alma no encuentra la paz pero que, sin
embargo, se abanderan como la víctima del mundo ocultando su tormento a sus
semejantes, y que ríen, sonríen y hacen chistes ayudando a las otras personas a
sentirse alegres mientras usted mismo padece? ¿Quiere combatir sus
preocupaciones tomando alcohol y drogas para ser capaz de afrontar las
difíciles pruebas de su vida? ¿Cree que en la vida necesita algo que le
estimule para poder seguir adelante?
Si ése es el caso, la maravillosa agrimonia
que crece en los bordes de los caminos y en las praderas, con sus flores con
forma de torre de iglesia y sus semillas acampanadas, le aportará la paz y el
entendimiento. La lección de esta planta reside en el hecho de que hace que
usted sea capaz de conservar la paz en presencia de todas las pruebas y
dificultades con las que se encontrará en la vida, hasta que ya nadie sea capaz
de poder apartarle de esa paz.
SCLERANTHUS Indecisión/Estabilidad.
¿Pertenece usted a ese grupo de personas a las
que le resulta difícil tomar decisiones, formarse una opinión de algo cuando en
usted mismo aparecen pensamientos contradictorios que le impiden decidirse por
un camino? ¿Es capaz esa indecisión de bloquearle el camino y retrasar sus
progresos? ¿A veces le parece correcta una cosa y, un momento después, otra
distinta?
Si ése es el caso, usted debe aprender a
actuar espontáneamente en circunstancias desafiantes, a desarrollar una opinión
correcta y permanecer fiel a ella. En esas circunstancias ayuda ese pequeño y
verde ovillo de un año que crece en los campos de cereal.
CLEMÁTIDE Indiferencia/Bondad.
¿Es usted una de esas personas que creen que
la vida no es particularmente interesante; de ese grupo que, al levantarse,
desean no tener que enfrentarse de nuevo a otro día más; de aquellos que creen
que la vida es tan difícil, tan dura y tan amarga que no hay nada que merezca
la pena y piensan que podrían volver a dormirse, ya que no compensa el esfuerzo
de hacer un intento? ¿Tienen sus ojos esa mirada que denota que usted no
pertenece a este mundo, que todavía está en sus sueños y que encuentran sus sueños
mucho más hermosos que la vida misma? ¿Están a menudo sus pensamientos con otra
persona que ya ha abandonado este mundo? Si usted tiene ese sentimiento,
aprenda a “mantenerse cuando no exista
en usted nada más aparte de la voluntad que le ordena resistir” Con eso ha alcanzado una gran victoria.
La maravillosa planta, que adorna nuestros
setos ahí donde el suelo está desnudo, la clemátide, cuyas semillas, que
recuerdan a plumas, sólo desean ser arrastradas por el viento para así poder
renacer de nuevo en cualquier sitio le ayudará a re encontrarse con la
realidad, a enfrentarse con su vida, a encontrar su trabajo y le devolverá la
alegría a su vida.
CENTAURA Debilidad/Fuerza.
¿Es usted de esas personas que es utilizada
por todo el mundo porque posee ese buen corazón que le impide decir que no a
cualquier cosa? ¿Cede con tal de mantener la paz, en lugar de hacer lo que
considera correcto porque, simplemente, no quiere luchar? ¿Pertenece usted a
ese grupo de personas que tienen buenas intenciones pero que son pasivamente
utilizadas, en lugar de elegir activamente su trabajo? Aquellos que han sido
utilizados habrán recorrido un gran trecho del camino del servicio al prójimo
una vez que hayan podido comprender que deben ser un poco más positivos en su
vida.
La centaura, que crece en nuestras praderas,
le ayudará a encontrar su verdadero yo, de tal manera que usted pueda actuar
con iniciativa y positivamente en lugar de dejarse utilizar desde una actitud
pasiva.
GENCIANA Duda/Entendimiento.
¿Pertenece usted a ese grupo de personas con
grandes ideales que tienen la esperanza de hacer algo bueno? ¿Es usted de
aquellos que se desilusionan si no consiguen alcanzar rápidamente su meta? ¿Si
logra su objetivo, es presa de un estado de ánimo eufórico, mientras que cuando
aparecen dificultades se deprimen rápidamente?
Si ése es el caso, entonces la pequeña y
amarga genciana, que crece en las praderas de nuestras colinas, le ayudará a
permanecer fiel a su objetivo y a ser optimista, aun cuando las cosas se pongan
difíciles. Esta planta le mantendrá siempre animado y le ayudará a tomar
conciencia de que no existen fallos cuando se hace lo mejor que se puede, lo
que también siempre parece ser el resultado más obvio.
VERBENA Entusiasmo exagerado/Tolerancia.
¿Está usted en ese grupo que es presa de un
entusiasmo exacerbado? ¿A esas personas que añoran llevar a cabo algo
maravilloso y que desean hacer todo en un momento? ¿Le resulta difícil elaborar
pacientemente su plan porque quiere tener rápidamente los resultados en sus
manos? ¿Comprueba que su entusiasmo conduce a que, se comporte de una manera
rígida con otras personas? ¿Quiere que los otros vean las cosas igual que las
ve usted? ¿Intenta imponer a los otros su propia opinión y se muestra
impaciente cuando no le obedecen?
Si ése es el caso, usted tiene en su poder el
convertirse al mismo tiempo en una personalidad dirigente y en un maestro para
los otros. La verbena, esa pequeña planta con florecillas malvas que crece en
los setos, le ayudará a conseguir esas cualidades que usted necesita. Ella le
otorgará bondad para con sus semejantes y tolerancia frente a las opiniones de
los otros. Le permitirá tomar conciencia de que los grandes objetivos de la
vida se alcanzan suave y tranquilamente, sin tensión ni estrés
IMPACIENCIA Impaciencia/Perdón.
¿Pertenece usted a esas personas que, en lo
más profundo de sí mismos, saben que tienen una tendencia hacia la crueldad?
¿Cuándo lucha y se siente importunado y molestado, le resulta difícil no
enfadarse? ¿Permanece en usted el deseo de utilizar la fuerza para imponer su
opinión a otros? ¿Es impaciente, consiguiendo esa a veces que Usted se
convierta en una persona cruel? ¿Tiene su personalidad rasgos de un inquisidor?
Si ése fuera el caso, aspire a lograr la
bondad y el perdón, y esa pequeña flor de color malva, esa balsámica portadora
de glándulas que crece en las orillas de los ríos de la región del Valais, le
traerá la bendición ayudándole durante su camino.
CERATOSTIGMA Ignorancia/Sabiduría.
¿Es usted de aquellos que tienen la sensación
de sentirse sabios? ¿De aquellos que opinan que podrían ser un dirigente o un
filósofo de sus semejantes? ¿Opina que en usted mismo reside el poder de
aconsejar a sus semejantes cuando éstos tienen dificultades, de poder suavizar
su preocupación y de poderles ayudar siempre en sus problemas? ¿Si embargo, y a
causa de una falta de confianza en sí mismo, no se encuentra en situación de
lograrlo, quizás porque atiende demasiado a la voz de los demás y presta mucha
atención a los convencionalismos del mundo? ¿Se da cuenta de que es
precisamente esa falta de confianza en sí mismos, esa ignorancia sobre su
propia sabiduría y su propia persona, lo que le conduce a la tentación de
seguir de manera excesivamente rígida los consejos de los demás?
En ese caso, la ceratostigma le ayudará a
encontrar su individualidad, su personalidad, liberándose de influencias
externas, lo que le pondrá en situación de utilizar su enorme sabiduría para el
bienestar de la humanidad.
HELIÁNTEMO Temor/Valor.
¿Pertenece usted a ese grupo de personas que
viven en una continua y profunda desesperación y temor? ¿Pertenece a aquellos
que creen no poder soportar más? ¿A los que temen lo que ocurrirá: la muerte,
el suicidio, la locura o cualquier terrible enfermedad? ¿O, quizás, tiene miedo
de confrontarse con la desesperanza de las circunstancias de la vida material?
Si eso es así, aprenda a permanecer fuerte y a
luchar por su libertad aun en circunstancias de grandes dificultades. La
maravillosa, pequeña y amarilla flor del heliántemo le proporcionará el valor
para alcanzar su objetivo.
VIOLETA DE AGUA Padecimiento/Alegría.
¿Se encuentra usted entre esas grandes almas
que se esfuerza por servir a sus semejantes valientemente y sin protestar; que
se afanan por llevar su padecimiento tranquilamente y sin resignarse que no
admiten que su pesar influya en su trabajo diario? ¿Ha sufrido pérdidas
importantes o ha vivido tiempos difíciles y, sin embargo, ha continuado
viviendo tranquilamente? Si eso es así, entonces esa maravillosa flor acuática
que se mueve libremente por la superficie de nuestros claros ríos le ayudará a
percibir que, a través de su padecimiento, ha depurado y desarrollado un gran
ideal que le ayudará a servir a sus semejantes aun cuando le hiera a usted
mismo, a aprender a estar solo en este mundo y a lograr la gran alegría de la
completa libertad, haciendo por ello un acabado servicio a la Humanidad. Y sólo
con que eso se haga por una vez realidad, ya no supone sacrificio alguno, sino
la maravillosa alegría de ayudar bajo todas las circunstancias. Además, esta
pequeña planta le ayudará a comprender que todo lo que usted siempre ha
considerado como cruel y triste sirve, en realidad, al bienestar de aquellos
que usted compadece
Todos nosotros podemos hacernos con el valor
necesario y conservar un corazón valiente ya que Dios nos ha puesto en este
mundo para un objetivo aún mayor.
Él quiere que sepamos que somos sus hijos y
que reconozcamos nuestra propia divinidad. Él desea que seamos perfectos, sanos
y felices. Él pretende que sepamos que, a través de su amor, podemos conseguir
todo, y nos recuerda que cuando lo olvidamos, entonces padecemos y pasamos a
ser infelices. Él quiere que la vida de cada uno de nosotros esté llena de
alegría, salud y un completo amor y servicio al prójimo, tal y como Cristo nos
enseño: “Mi yugo y mi carga son ligeros”.
Estos remedios pueden ser elaborados por
productores homeopáticos. También uno mismo los puede elaborar siguiendo los
pasos que se describen a continuación:
- Coja una
fuente de cristal no muy honda y llénela con agua de río o, preferentemente, de
una fuente. Introduzca suficientes flores de la planta deseada, de manera que
la superficie esté cubierta. Deje la fuente bajo el sol el tiempo necesario
hasta que las flores comiencen a marchitarse. Saque cuidadosamente las flores y
reparta el agua en botellas, mezclándola con la misma cantidad de coñac para su
conservación.
- Una sola gota es suficiente para preparar
0,2 litros (200 ml), con agua (dilución en agua de la solución stock o madre de
arriba), de la que se tomarán las dosis necesarias utilizando como medida una
cucharilla.
- La dosis debería ser medida en la forma que
el paciente considere necesaria; para casos agudos tomar cada hora; en casos
crónicos, tres o cuatro veces al día, hasta que se perciba una mejora y el
paciente pueda prescindir del remedio.
- Y no olvidemos que siempre debemos agradecer
a Dios que haya hecho crecer todas esas plantas medicinales para nuestra
curación.
LOS
REMEDIOS FLORALES Y SUS INDICADORES.
(Publicado
en Epsom*, 1933) *Este artículo apareció probablemente en The Neuropathic
Journal.
Seguramente, la fuerza curativa de estas
plantas nos resulta familiar a muchos de nosotros que ya hemos empleado los
siguientes remedios. Los resultados que se han alcanzado con ellos ha superado
ampliamente nuestras expectativas. Cientos de esos llamados casos incurables
han sanado y han recuperado la felicidad.
Estos remedios se prescriben en función del
estado anímico del paciente, ignorándose por completo la enfermedad física que
padece el cuerpo.
Los
doce indicadores son los siguientes:
1.
Atormentado Agrimonia 7. El entusiasta Verbena
2.
Temor
Heliántemo
8. Falta de valor Genciana
3.
Miedo Mímulo 9. El que es pisado por todos Centaura
4.
Indiferencia Clemátide 10. El loco Cerostigma
5.
Dolor
Impaciencia
11. Aflicción Violeta de agua
6.
Indecisión
Scleranthus
12. Bloqueo Achicoria
Esencialmente existen 12 tipos principales de
personalidad, de las cuales cada una puede manifestarse de manera positiva o
negativa.
Estos tipos diferentes de personalidad nos
indicarán el signo del Zodiaco en el que se encontraba la Luna en el momento
del nacimiento. Un estudio de estos signos zodiacales nos aporta los siguientes
conocimientos:
1.
Tipo de personalidad.
2.
El objetivo y la obra de
su vida.
3.
El (los) remedio(s) que le
apoyarán en la realización del trabajo de su vida.
Como sanadores, nos ocupamos únicamente de las
manifestaciones negativas de estos doce tipos de personalidad.
El secreto de la vida reside en ser honrados y
sinceros en relación con nuestra personalidad y en no sufrir la intromisión de
influencias externas.
Averiguamos nuestra personalidad en función de
la posición de la Luna en el momento de nuestro nacimiento, pero los astrólogos
le otorgan un valor exagerado a los planetas, ya que, si podemos ser fieles a
nuestra personalidad y honrados frente a nosotros mismos, no tenemos que temer
influencia planetaria o externa alguna. Los remedios nos apoyan a mantener
nuestra personalidad.
Sólo en los estadios más tempranos del
desarrollo resultamos influenciados o dominados directamente por uno o más
planetas. Si logramos desarrollar por una vez el amor y, más concretamente, el
profundo amor al prójimo, entonces nos liberamos de la influencia de nuestras
estrellas, perdemos los hilos del destino, convirtiéndonos en el capitán de
nuestro propio barco, sea para mejor o para peor.
Lo que Hahnemann, Culpepper y otros grandes
buscadores querían encontrar es la reacción mundial, espiritual, la que
muestran esos doce tipos de personalidad, así como los remedios que pertenecen
a cada tipo.
Tenemos doce remedios. Qué sencillo es
entonces ordenarlos con gran exactitud y explicarles a nuestros pacientes el
motivo de su desarmonía, de su discordia interior, de su enfermedad, para poder
ponerlos de nuevo en armonía con lo infinito de su alma y restablecer su salud
corporal e intelectual.
La sanación se completa en siete pasos,
que
se desarrollan en el siguiente orden:
- Paz. - Esperanza. - Alegría. - Confianza. -
Seguridad. - Sabiduría. - Amor.
Cuando el paciente se encuentre lleno de amor,
no de amor por sí mismo, sino de amor por el universo, entonces habrá dado la
espalda a lo que llamamos enfermedad.
Las personas clemátida son indiferentes
y no poseen un interés especial en la vida: son apáticas y no se esfuerzan
realmente por recuperarse de la enfermedad o por concentrarse en el
trabajo diario. A menudo les gusta
dormir mucho y poseen una mirada hasta cierto punto ajena al mundo.
Las personas agrimonia están
atormentadas internamente por la preocupación y el miedo, aun cuando
externamente se comportan valerosamente para ocultar su tensión. Con frecuencia
beben bastante o tomen drogas para poder soportar el estrés.
Las persona scleranthus están invadidas
por la indecisión. En su vida diaria les resulta muy difícil el poder tomar una
decisión y, en caso de enfermedad, no están seguras de lo que quieren,
considerando que algo es correcto por un momento y al instante siguiente opinan
lo contrario.
Los ceratostigma son los locos.
Deberían ser profesores inteligentes, pero parece que prestan demasiada
atención a las opiniones de los otros, dejándose influenciar fácilmente por
circunstancias externas.
Impaciencia es el dolor de un tipo de
personalidad que viene provocado porque un canal por el que normalmente
circulan la luz y la verdad espiritual está bloqueado. En el origen de este
estado se observa a menudo una cierta dosis de crueldad.
Los centaura son los que se dejan pisar
por los demás. Parece que les falta cualquier poder de individualidad o de
capacidad para negarse a ser utilizados por todos. No luchan por recuperar su
libertad.
La violeta de agua es el padecimiento,
concretamente la aflicción, que sufren las grandes almas, que llevan
valientemente y sin rechistar la carga de este sufrimiento con valor y
resignación, sin molestar a los otros con ello y sin permitir que influya en la
obra de su vida.
El mímulo es el miedo total. Estas
personas hacen el débil intento de enfrentarse a sus perseguidores pero parecen
estar como hipnotizadas soportando su miedo con calma y sin oponer resistencia.
En general, siempre encuentran alguna disculpa para su comportamiento.
La verbena es el entusiasta. Aquí nos
encontramos con aquellas que se esfuerzan demasiado por alcanzar sus ideales,
hiriéndose ellas mismas en ese intento. Se trata de personas que poseen
elevadas metas, pero que, en lugar de ejercitar la paciencia y la benevolencia,
lo hacen con energía y prisas. Son personas que han hecho ya suficientes
progresos como para poder reconocer que los grandes ideales sólo se alcanzan
sin estrés y sin prisas.
La achicoria son las personas que
quieren servir y en las cuales el amor ya se encuentra bien desarrollado,
permitiendo que las influencias externas impidan la evolución libre de su amor,
por lo que se encuentran paralizadas tanto espiritual como físicamente.
La genciana es el desánimo. Aquí se
trata de nuevo de personas a las que les gusta hacer muchas cosas pero que, sin
embargo, permiten que la duda o la depresión les influya cuando aparecen las
dificultades. A menudo desean fervientemente salirse con la suya en lugar de
considerar las cosa desde una perspectiva más amplia.
El heliántemo es el temor. El temor
frente a algo más grande que las cosas materiales. El temor frente a la muerte,
el propio suicidio o las fuerzas sobrenaturales. Aquí se trata de personas que
luchan por su propia libertad espiritual.
Si ahora pensamos en las doce cualidades de
Cristo que aspiramos a conseguir y que él nos quiere enseñar, encontraremos las
doce grandes lecciones de la vida.
Aunque debemos aprender todas esas lecciones,
concentrémonos en una determinada. Esta lección viene fijada por la posición de
la Luna en el momento de nuestro nacimiento, indicándonos cuál es la meta
principal de nuestra vida.
Remedio Cualidad a desarrollar Error
Agrimonia Tranquilidad Atormentado
Scleranthus Perseverancia Indecisión
Verbena Tolerancia El entusiasta
Clemátide Bondad
Indiferencia
Achicoria Amor
Estancamiento
Genciana Comprensión Ausencia de valor
Violeta de agua Alegría
Padecimiento
Centaura Poder Se
deja pisar por todos
Impaciencia Perdón Dolor
Cerostigma Sabiduría El loco
Heliántemo Valor Temor
Mímulo Compasión Miedo
Frascos con estos remedios pueden obtenerse de
los antiguos fabricantes de productos homeopáticos, aunque también pueden ser
elaborados por uno mismo, tal y como se describe a continuación.
Coja un delgado recipiente de cristal y
llénelo de agua clara de un río o, preferentemente, de una fuente. Deposite
suficientes unidades florales de la planta en cuestión hasta que la superficie
del agua quede totalmente cubierta. Deje el recipiente en un lugar soleado
hasta que las flores comiencen a marchitarse. A continuación extraiga
cuidadosamente las flores del agua añadiendo la misma cantidad de coñac para su
conservación.
Una única gota basta para
preparar una botella de 0,2 litros de agua (200 mililitros), de la cual se
tomará la dosis necesaria usando como dosificador una cucharilla.
La dosis debe ser medida teniendo en cuenta
las necesidades del paciente; en casos agudos, hay que suministrarlas cada
hora; en casos crónicos, tres o cuatro veces al día hasta que se observe una
mejora y el paciente pueda seguir adelante sin el remedio.
La clemátide, la alegría del caminante, decora
nuestros setos allí donde el suelo es calizo. La agrimonia y la verbena las
encontramos en los bordes de los caminos. La achicoria y el scleranthus en los
campos de cereal. La centaura, genciana y el heliántemo en las praderas. El
mímulo y la impaciencia crecen en las proximidades de Crichowell, en una
cuantas millas más allá de Abergavenny, aunque también se encuentran en otros
condados de Inglaterra. La cerastostigma no crece silvestre en Gran Bretaña, pero
existen estas plantas en los jardines de Pleasaunce, Overstrand, Norfolk y en
el Kew Gardens. La violeta de agua se encuentra en nuestros claros y
maravillosos ríos.
Queremos glorificar siempre a Dios por haber
hecho crecer en las praderas todas esa plantas medicinales que posibilitan
nuestra curación.
LOS DOCE GRANDES REMEDIOS Y ALGUNOS EJEMPLOS DE SU
USO Y PRESCRIPCIÓN
(Febrero
1933).
Los doce remedios con los que he trabajado en
los últimos cinco años han revelado éxitos curativos tan prodigiosos y logrado
curar tantas enfermedades de las denominadas incurables, incluso en casos en
los que ha fracasado el tratamiento homeopático, que me preocupa explicar su
aplicación de la forma más sencilla posible, de manera que incluso un laico en
la materia pueda aplicarlos. Los remedios nunca desencadenan por sí mismos
reacciones fuertes, ya que jamás provocan daños, independientemente de las
cantidades en que se ingieran; y tampoco se producen efectos negativos cuando
se administra el remedio correcto sí se consigue un efecto curativo
Ninguna
de las plantas de las que he extraído estos remedios es venenosa. Todas son
benefactoras; por eso no hay que tener ningún miedo a utilizarlas.
El principio es el siguiente: hay doce estados
espirituales, y cada uno de esos estados se corresponde con una planta
curativa. Da lo mismo si la enfermedad es extremadamente grave o si se trata
sólo de un ligero resfriado; el hecho de que dure unas cuantas horas o muchos
años no juega ningún papel. Lo único decisivo para la selección del remedio adecuado
es el estado espiritual.
Los estados espirituales y los remedios
correspondientes son los siguientes:
1.
En casos de emergencia, de
gran peligro, ante el terror, el miedo o las depresiones, así como en todos los
casos de emergencia en que la situación parece desesperada, adminístrese
heliántemo.
2.
Para el miedo que no sea
tan fuerte como el terror, adminístrese mímulo.
3.
Cuando el paciente esté
intranquilo, medroso y atormentado, déle agrimonia-
4.
Cuando el paciente esté
indeciso, cuando nada parezca lo adecuado, cuando parece que unas veces
necesita una cosa y otras la otra, déle scleranthus.
5.
Si el paciente está
soñoliento, obnubilado, desganado, ausente, indiferente, y no hace ningún
esfuerzo por recuperar la salud, no mostrando la menor alegría por la vida, e
incluso en determinados casos anhelando la muerte, adminístrese clemátide.
6.
Para la autocompasión,
cuando el paciente se siente maltratado y tiene la sensación de no merecer su
padecimiento, adminístrese achicoria.
7.
El paciente al que le
gustaría hacer tonterías, que no tiene la suficiente confianza en sí mismo para
decidirse y escucha por ello el consejo de cualquiera, que prueba cualquier
tratamiento posible que le proponen, necesita ceratostigma.
8.
Aquel paciente que está
desalentado, que tiene éxito pero que siempre ve únicamente el la do negativo
de las cosas y está deprimido, necesita genciana.
9.
Las voluntades fuertes que
son difíciles de tratar porque siempre saben todo mejor y actúan según sus
propias ideas, necesitan verbena.
10. Para dolores fuertes, para el impulso de sanar lo más deprisa posible y
para la impaciencia con los congéneres, adminístrese impaciencia.
11. A los pacientes tranquilos y valientes, que no se quejan nunca, que no
quieren intranquilizar a los demás por su enfermedad e intentan recuperar la
salud por sus propias fuerzas, puede ayudarles la violeta de agua.
12. A aquellos que están débiles, pálidos y sin vigor, que se sienten
totalmente agotados y cansados, puede ayudarles la centaura.
Los remedios se dosifican de la siguiente
manera: tómense dos o tres gotas de la farmacia de remedios y échense en un
frasquito de boticario normal, rellénese con agua, agítese bien y adminístrese
el remedio en cucharaditas de té hasta la dosis requerida. En casos muy graves,
cada cuarto de hora; en casos graves, cada hora, y en casos normales, tres o
cuatro veces al día. En casos de pérdida de la conciencia, pueden humedecerse
los labios del paciente con el remedio.
Si el estado del paciente mejora, con
frecuencia es necesario cambiar de remedio, al igual que cambia su estado
espiritual. En algunos casos pueden llegar a ser necesarias hasta media docena
de diferentes plantas curativas.
Tomemos un ejemplo:
Un hombre de 35 años lleva cinco semanas
afectado de reumatismo fuerte. Cuando lo examiné por primera vez, casi todas
las articulaciones de su cuerpo estaban inflamadas e hinchadas. Sufría grandes
dolores y tenía un gran miedo. El paciente estaba muy enfermo y parecía estar
cercano al límite en que no podría soportar el dolor.
En las primeras veinte horas ingirió agrimonia
cada hora, hasta que se apreció una notable mejoría y desaparecieron el dolor y
la inflamación en todas las articulaciones, excepto en una articulación del
hombro. El paciente se tranquilizó y su preocupación fue mucho menor. Continuó
tomando agrimonia seis horas más hasta que pudo conciliar el sueño durante 4
horas seguidas. Cuando despertó, los dolores habían cesado. La siguiente etapa estuvo
caracterizada por el miedo, miedo de que retornase el dolor, miedo de moverse
para evitar que los dolores se instalasen de nuevo en sus articulaciones. En
este estadio se prescribió mímulo, y al día siguiente el paciente pudo
incorporarse, vestirse y afeitarse solo. A pesar del éxito curativo, el
paciente se sentía sin ánimo y derrotado. Tomó genciana, y al tercer día volvía
a estar completamente recuperado, yendo al cine y a la cantina del pueblo.
En otros casos sólo se necesita un único
remedio, como en el ejemplo siguiente:
A una joven de 18 años se le habían extirpado
seis meses antes algunos quistes de gran tamaño en la glándula tiroides. Los
quistes se regeneraron, y se le explicó que tenía que esperar hasta que fueran lo suficientemente grandes para
operar de nuevo. Se trataba de una mujer delicada y menuda del tipo soñador,
que no se preocupaba demasiado de su estado. Le prescribí clemátide, 3 veces al
día durante una semana, con lo que los quistes desaparecieron completamente, y
hasta la fecha, tres meses después, no existe ningún indicio de que se hayan
regenerado, no siendo necesario seguir tomando el remedio.
Una paciente
sufría reumatismo agudo desde hacía dos años. Durante ese tiempo estuvo
constantemente ingresada en clínicas. Cuando la examiné por primera vez, tenía
las manos rígidas y grandes dolores, los tobillos eran de un tamaño doble del
normal y la paciente apenas podía andar. Además, tenía dolores en los hombros,
en la nuca y en la espalda. La paciente era una mujer marcadamente afable,
tranquila y valiente, que había soportado su enfermedad con una admirable
paciencia y valentía. En este caso, lo más indicado era a todas luces la
violeta de agua, y la paciente estuvo tomando el remedio durante 2 semanas,
tiempo durante el cual pudo constatarse una lenta mejoría. Después, vino una
gran fase de ligera auto–compasión, que pudo superarse utilizando achicoria. Al
cabo de 4 semanas, la paciente podía andar dos millas pero se sentía cada vez
más insegura, por lo que se prescribió esclerantus. Más tarde, siguió una fase
de ligera impaciencia, en la que deseaba poder volver a hacer todo lo que hacía
antes, por lo que resultaba indicada la impaciencia. Al cabo de 8 semanas, la
paciente era capaz de andar 4 millas y utilizar normalmente sus manos. Ya no
tenía dolores y, excepción hecha de una insignificante rigidez e hinchazón del
tobillo derecho, se hallaba completamente curada.
Una paciente de unos 40 años sufrió durante
tres semanas dolores poco localizados en el vientre. Las glándulas situadas en
la región inguinal, bajo las axilas y en la nuca, se habían hinchado
rápidamente. El reconocimiento registró una fuerte hinchazón de las glándulas
del vientre, y el análisis de sangre indicó una leucemia linfática aguda.
Naturalmente, el pronóstico era extremadamente grave. La paciente se daba
cuenta de que tenía una enfermedad maligna. Le entró el pánico y secretamente
pensó que lo más sencillo sería cometer un suicidio. Estuvo tomando heliántemo
unos días, lo que hizo que remitieran los dolores del vientre y la inflamación
de las glándulas. Acto seguido cambió la postura vital de la paciente y la
mejoría le dio nuevos ánimos. El miedo a la muerte había desaparecido, si bien
secretamente temía que su estado era demasiado bueno para ser cierto, de ahí
que estuviera 2 semanas tomando mímulo. Posteriormente, el estado de la
paciente fue normal, y desde hace seis meses vuelve a sentirse completamente
restablecida.
Un campesino sufría parálisis cervical que
hacía que llevara la cabeza siempre inclinada hacia delante. Además, tenía
debilitados los músculos oculares y los de la boca. Como era un hombre
marcadamente voluntarioso, continuó asistiendo a su trabajo como de costumbre,
negándose durante meses a someterse a un tratamiento. La verbena produjo su total
curación en aproximadamente dos semanas.
Una paciente de unos 40 años sufrió asma en su
infancia. Todos los inviernos se veía obligada a guardar cama aproximadamente 4
meses. Le habían puesto ya una cantidad increíble de inyecciones de adrenalina
y se había sometido a todos los tratamientos de asma imaginables, sin conseguir
una mejoría. Como muchos asmáticos, sufría la tos ferina y otras enfermedades
de las vías respiratorias. Su enfermedad era un terrible tormento. La reconocí
en diciembre de 1930 por primera vez, y a finales de enero de 1931 la
enfermedad se había curado totalmente con ayuda de la agrimonia. El invierno de
1933 sufrió una ligera recaída, que pudo controlarse fácilmente. La paciente no
tuvo que guardar cama. Desde entonces no se ha constatado ningún otro indicio
de la enfermedad.
LOS DOCE REMEDIOS Y CUATRO REMEDIOS MENORES
(1933)*
A todos los que están enfermos les diría lo
siguiente: la enfermedad no habría podido conseguir nunca el poder que posee
hoy día si el hombre no hubiera olvidado la protección natural contra la
enfermedad, las plantas medicinales de las praderas. Además no hay ninguna
enfermedad que pueda resistir el poder curativo de la planta adecuada si el
paciente tiene el deseo sincero de sanar de nuevo. Realmente, la enfermedad no
puede resistir a la planta medicinal correcta, como no puede hacerlo la
oscuridad cuando las ventanas están abiertas de par en par y la luz del sol
entra a raudales.
Hemos pagado un alto precio por haber olvidado
la ciencia curativa de la naturaleza, y lo hemos pagado en forma de infinidad
de enfermedades que existen hoy día. Pero la naturaleza aguarda con paciencia,
y lo único que necesitamos es volver a ella para encontrar el alivio a nuestros
males.
Desde tiempos inmemoriales, el hombre ha
sabido que las plantas de la naturaleza podían curar sus enfermedades, y a
través de los siglos hemos guardado en la memoria los nombres de quienes
disponían de la verdadera ciencia de la curación por las plantas.
Hemos tenido que padecer sólo porque hemos
sustituido la ciencia curativa de la naturaleza por la del hombre, y ahora
debemos regresar a ella para vernos libres de nuestras pesadas tareas. En
presencia del saber curativo de la naturaleza, la enfermedad no tiene poder
alguno. Todo miedo, toda depresión y toda desesperanza pueden eliminarse. No
existe ninguna enfermedad que no pueda curarse.
En este capítulo se describirán las doce
plantas medicinales que poseen el poder de curar toda clase de
enfermedades.
Como plantas curativas de la naturaleza que
son, tratan nuestra naturaleza. No importa que esté enferma nuestra mano,
nuestro pie, nuestra cabeza o cualquier otra parte de nuestro cuerpo, ni
tampoco importa la enfermedad que padezcamos. La enfermedad sólo nos puede
afectar cuando en nuestra naturaleza hay algún desarreglo. Y esa discordancia
es corregida por la planta medicinal, por lo que no sólo cura nuestro cuerpo,
sino que nos hace más sanos y felices en todos los sentidos y traen la alegría
a nuestras vidas.
Para encontrar las plantas medicinales que
necesitamos, no tenemos que pensar ni un solo instante en la enfermedad que
padecemos, ni siquiera en si es grave o leve, o si nos afecta desde hace unas
horas o desde hace muchos años. Todo lo que tenemos que hacer es detectar qué
es lo que no funciona en nuestra naturaleza y tomar la planta medicinal que se corresponde
con ese estado de ánimo.
Nuestros desarreglos se manifiestan en uno o
varios de los doce estados de ánimo, y, de acuerdo con el estado de ánimo
instantáneo, podremos elegir el remedio necesario.
No podemos estar enfermos sin perder la
armonía con nuestra auténtica naturaleza. Pero sea cual sea el estado que se
oculta tras nuestro problema, sea cual sea el error que se esconde en nuestro
ser, carece de importancia. Porque estos remedios nos ayudarán a corregir el
error, y de esta manera no curarán sólo la causa de nuestra enfermedad, sino
que también nos prestarán su ayuda para restablecer nuestra salud física y
mental.
Estos remedios hacen brotar un estado de
conjunto armónico, y a menudo nos hacen recuperar la alegría vital, nos liberan
de nuestras preocupaciones y nuestros miedos: un estado que nunca antes
habíamos conocido.
Como ya se han mencionado, los errores de
nuestro ser se expresan mediante doce estados de ánimo diferentes, existiendo
para cada uno de ellos la correspondiente planta curativa que puede restablecer
nuestra salud.
Los doce estados de ánimo son los siguientes:
Debilidad Indecisión Desaliento
Desesperación
Indiferencia Entusiasmo
Miedo Desasosiego
Impaciencia
Tormento Duda de
sí mismo Distanciamiento
A continuación sigue una explicación algo más
detallada de estos estados de ánimo y su relación con los nombres de los
distintos remedios.
CENTAURA - - - - - Debilidad. (Erythraea centaurium).
Da fuerza. La debilidad después de la
enfermedad: pálido, laso, cansado, sin energías, desmadejado, extenuado. La
vitalidad está agotada. Aquellos que anhelan la paz a cualquier precio. Incluso
cuando están enfermos, muestran una excesiva disposición a ayudar a los demás, y
en su esfuerzo se agotan y se gastan. A menudo poseen un espíritu despierto,
pero el cuerpo es débil, demasiado débil para realizar grandes esfuerzos.
Debido a su carácter bondadoso, son modestos, sumisos y fácilmente
impresionables.
HELIANTEMO - - - - -
Desesperación. (Helianthemum
vulgaris).
Es el remedio de los casos de emergencia. En
casos de emergencia y ante peligros, así como en todas las situaciones
desesperadas. Siempre que en la vida acecha algún peligro. Cuando el paciente
tiene miedo o es presa del pánico. En casos en los que parece no haber
esperanza alguna. Cuando nuestro espíritu se ve acechado por el peligro o
cuando el paciente juega con la idea del suicidio o cuando amenaza volverse
loco; o en una crisis nerviosa, ante el miedo a la muerte o en caso de
depresión profunda.
MÍMULO - - - - -
Miedo. (Mimulus luteus).
El medio para vencer cualquier miedo. El miedo
a la enfermedad, a los accidentes o a los peligros desconocidos. El miedo a las
personas, a los familiares, a los extraños, a las multitudes, al ruido, a la
murmuración o a la desconfianza de los demás o a la soledad. Miedo a la
humedad, al frío, al calor o a la oscuridad. Estas personas tienen miedo de que
su enfermedad conlleve complicaciones o de que sea incurable.
AGRIMONIA - - - -
-Tormento. (Agrimonia eupatoria).
Este remedio aporta alivio a todo aquel que
padece tormentos físicos o espirituales. Les da paz. El remedio para los
desasosegados, los cargados de preocupaciones, los medrosos y los atormentados
por una inquietud interna. Para todos aquellos que no pueden encontrar la
tranquilidad y la paz espiritual. Existe una pléyade de personas que padecen
estos males, que a menudo ocultan su tormento interior tras una falsa sonrisa y
una serenidad fingida. Con frecuencia, de puertas afuera parecen ser los
hombres más felices y contentos del mundo. Muchos de ellos se refugian en el
alcohol o las drogas, estimulantes que les ayudan a seguir luchando. Hacen todo
lo posible por evitar cargar a los demás con problemas. Enmascaran sus
problemas incluso ante una enfermedad grave. Son personas valientes, y la
agrimonia les ayudará.
SCLERANTHUS - - - - -Indecisión. (Scleranthus annuus).
Para
quienes no pueden decidir qué es lo que quieren. Primero les parece correcta
una cosa y luego otra. Sus deseos y sus síntomas corporales parecen desaparecer
con tanta rapidez como habían aparecido. Cuando tienen fiebre, la temperatura
les fluctúa mucho. Son indecisos y no pueden adoptar decisiones rápidas o
concretas, y las que se adoptan cambian a toda velocidad. Sus movimientos son
inseguros e incontrolados, así como su paso. Sus estados de ánimo fluctúan
desde dar saltos de júbilo hasta el desconsuelo más fatal. En la conversación,
saltan rápidamente de un tema a otro.
CLEMÁTIDE - - - -
-Indiferencia. (Clematis vitalba).
El remedio contra todos los estados de
somnolencia, obnubilación y desgana. Cuando el paciente pierde el interés y no hace
ningún esfuerzo para volver a sanar. Parece indiferente a todo lo que pasa. Ya
no puede entusiasmarse por nada. Cuando se habla con estas personas, sólo
escuchan a medias. A menudo son personas absortas en meditaciones, ausentes,
apáticas y abismadas en sus ideas. Tal vez piensen demasiado en una persona que
han perdido o sueñan con objetivos que, sin embargo, no llegan a realizar.
Parecen contentos, pero no despiertos del todo, y viven felices en sus sueños e
ideales. En general, son tranquilos y delicados, pero en su vida no pueden
encontrar suficiente alegría. No viven en el presente. Se desmayan con
frecuencia y, cuando están inconscientes, es suficiente con humedecerles los
labios con el remedio.
ACHICORIA - - - -
-Desasosiego. (Cichorium intybus).
Cuando estas personas están enfermas, se
preocupan mucho por los demás, por sus hijos, amigos y familiares. Se preocupan
de si los demás tienen demasiado calor, demasiado frío, de si los demás no son
felices y no disfrutan la vida. Son exagerados en sus esfuerzos por satisfacer
a los demás. Les preguntan por sus deseos y necesidades. Este estado inhibe la
paz interna del paciente y le pone constantemente en tensión. A veces, los
pacientes se compadecen de sí mismos. Tienen la sensación de no haberse ganado
su enfermedad. Se sienten desatendidos y víctimas del abuso de los demás. Con
frecuencia, tienen un buen semblante, aunque estén enfermos. Pertenecen a la
clase de personas cuya apariencia externa sana impide que se les tenga
compasión.
CERATOSTIGMA - - - - -Duda
de sí mismo. (Ceratostigma
willmottiana).
El remedio para quienes se dejan influir con
mucha facilidad. Para los que no tienen confianza en sí mismos y se confían
demasiado al consejo ajeno. Escuchan primero un consejo y acto seguido prestan
oídos al siguiente. La consecuencia de la falta de auto estima es que admiran
demasiado a quienes defienden opiniones fijas, y confían demasiado en él. Esto
les lleva a meterse con facilidad en dificultades. Cuando están enfermos, se
encuentran bastantes seguros de que un tratamiento les va a ayudar, hasta que
tienen noticias de otro distinto. Se someten a un tratamiento tras otro,
dependiendo de quién les haya dado el último consejo. Hacen casi todo, sin
pensar que sea bueno o malo par ellos, sólo con que el argumento sea un poco
convincente. No confían en su propia capacidad de juicio. En vez de seguir sus propios
deseos y necesidades, la mayoría de las veces se orientan por lo que otros
piensan o por lo que otros les han aconsejado. Las ideas y opiniones de los
demás son para ellos exageradamente importantes, lo que les hurta su propia
personalidad. Siempre encuentran algún tipo de excusa para todo lo que hacen.
GENCIANA - - - - -Desaliento. (Gentiana amarella).
El remedio para quienes están vacilantes o
desalentados. Ven siempre el lado negro de la vida y son pesimistas en la re
convalecencia, cuando creen que su enfermedad se ha estacionado. Son personas
con éxito, pero tienden al desaliento y dudan de sus progresos. Este remedio
ayuda a quienes tienen la sensación de que las dificultades que se les avecinan
son insuperables, y pierden temporalmente el valor. En ese estado, lo único que
necesitan es un poco de aliento, y este remedio puede ofrecérselo, ayudándoles
a estar mejor.
VERBENA - - - - -Entusiasmo. (Verbena officinalis).
El remedio para los fuertes de voluntad. Para
quienes son fuertes de espíritu y tienden a agotarse tanto física como
espiritualmente. Se niegan a encajar una derrota, y siguen luchando cuando los
demás hace ya tiempo que han abandonado. Siguen su propio camino. Tienen ideas
fijas, y están muy seguros de saber qué es lo que está bien. Pueden negarse
casi como posesos a seguir un tratamiento hasta que su estado les obligue a
ello. Se dejan arrastrar por su entusiasmo, causándose a sí mismos un gran
estrés. Tienden en todos los terrenos a la seriedad exagerada y a la tensión.
Para ellos, la vida es un asunto penoso. Tienen sus propias opiniones fijas, y
a veces pueden convencer a otros de su punto de vista, no estando abiertos a
las opiniones de los demás.
Les
disgusta tener que escuchar el consejo de los demás. Con mucha frecuencia,
tienen grandes ideales y metas para el bien de la humanidad.
IMPACIENCIA - - - -
-Impaciencia. (Impatiens royalei).
El remedio para todos los casos en que está
presente la impaciencia. La impaciencia consigo mismo, el deseo de precipitar
las cosas, de arreglarlas con rapidez, de hacer todo a la vez y volver a estar
de nuevo arriba. La impaciencia con los demás, la irritabilidad por las
pequeñeces. A estas personas les resulta difícil refrenar su temperamento. No
saben esperar. Este estado de ánimo se haya muy extendido, y a menudo es un
buen síntoma durante la convalecencia. La tranquilidad que aporta este remedio
acelera el proceso de curación. En caso de dolores fuertes, es frecuente que se
presente una gran impaciencia, por lo que el remedio ‘impaciencia’ es de gran
valor en estos casos, en que se trata de aliviar los dolores y tranquilizar al paciente.
VIOLETA DE AGUA - - - -
-Distanciamiento. (Hottonia
palustris).
A menudo, estas personas poseen una gran
belleza física y espiritual. Son afables, tranquilos y muy cultivados;
controlan con maestría su destino y viven con serena resolución y seguridad.
Les gusta estar solos. Cuando están enfermos son un poco orgullosos y
distantes, lo que repercute sobre ellos mismos. Incluso en este caso son muy
valientes e intentan luchar por salir adelante por sí solos, de conseguirlo sin
ayuda de nadie, y no tratan de atemorizar o suponer una carga para los demás.
De hecho, son almas valientes que parecen conocer cuál es su misión en la vida
y que la cumplen con serena y decidida voluntad. No es frecuente que
establezcan fuertes vínculos ni siquiera con las personas más cercanas. Los
infortunios y la enfermedad la sopor tan con tranquilidad y valentía, sin
quejarse.
LOS
CUATRO REMEDIOS MENORES.
Pudiera
ser que determinados casos parecieran no corresponder a ninguno de los doce
remedios. Aparentemente, estos pacientes se habrían acostumbrado hasta tal
punto a su enfermedad que la habrían hecho parte de sí mismos. Es difícil
reconocer su propia esencia, puesto que se han adaptado a la enfermedad y han
orientado su vida en función de ella, en lugar de someterse a un trata miento.
Se han resignado, y contemplan su enfermedad como algo ineludible, en lugar de
estar decididos a vencerla, y han adaptado su vida a la enfermedad.
Estas personas han perdido mucho de su
individualidad y de su personalidad. Necesitan ayuda para encontrar una salida
al callejón sin salida en el que se han metido, antes de que se pueda des
cubrir cuál de los doce remedios necesitan.
Sin embargo, en realidad éstos no son casos
desesperados, y para ellos hay cuatro remedios menores. Estos cuatro remedios
menores liberarán a los pacientes de su estado de estancamiento y restablecerán
finalmente el estado de actividad. Se recuperará la individualidad, ya que se
podrá encontrar cuál de los doce remedios es el que se necesita para volver a sanar
completamente.
Hay personas que dicen lo siguiente: “Padezco
esta enfermedad desde que era niño y no puedo verme esperar verme libre de
ella.” O llevan tanto tiempo enfermos
que han llegado a pensar que no hay nada que se pueda hacer por ellos. O, quizás,
se cuenten entre las personas que consideran el mal humos o los resfriados
crónicos, o cualquier otra enfermedad crónica, como parte integrante de su
naturaleza. Se acepta, efectivamente, como parte de su personalidad, en
especial con determinados estados de ánimo, como irritabilidad, nerviosismo o
inhibición, y realmente no son conscientes de que se trata de su propio Yo. Y,
sin embargo, para todos esos pacientes hay esperanza de mejoría; basta con que
lo deseen.
Con los defectos de carácter o las debilidades
corporales, la resignación sólo puede superarse si existe el deseo de curación,
y en ese caso los cuatro remedios nos liberan de dicho estado, llevándonos a
una disposición de ánimo que se halla al mismo nivel de los doce remedios. No
obstante, hay una condición previa a toda curación: que el paciente tenga el
deseo de sanar.
Existen cuatro tipo de personalidad en las
personas que han perdido las esperanzas, aunque no sean conscientes de ello, ya
que, como se ha dicho, consideran el estado anormal de su espíritu o de su
cuerpo como parte integrante de su carácter. Tal vez, esto sea más apropiado decirlo
de las posturas vitales anímicas que de las mermas corporales, como se
desprende de las explicaciones dadas para los remedios de brezo y agua de roca.
AULAGA - - - - -(Ulex
europaeus).
Estos pacientes dicen: “Lo he intentado todo,
y no tiene sentido seguir intentándolo. No hay nada que pueda curarme.”
Han dejado de intentarlo, se han rendido a su
enfermedad y ya ni siquiera se quejan. Afirman que les han dicho que no se
puede hacer nada por ellos y que para ellos no hay ningún remedio médico. Incluso
si se someten a un tratamiento, piensan que después de haber estado tantos
meses o tantos años enfermos no pueden esperar que una mejoría pueda durar
demasiado.
La razón de su resignación estriba en que,
debido a un miedo, o temor, o tormento interno, han cedido a toda esperanza y
han dejado de porfiar en pos de la curación. Pero con el efecto del remedio
aulaga aún puede conseguirse una mejoría en todos estos casos, una mejoría que
supera todo lo esperado. Después, puede suceder que resulte necesaria agrimonia
o mímulo para lograr la curación completa.
La aulaga es para aquellas personas que han
sufrido mucho y han perdido el ánimo de seguir intentándolo.
Las personas que necesitan el remedio de la
aulaga están por lo general pálidas, y con frecuencia tienen grandes
ojeras.
Dan
la impresión de que necesitaran más luz del sol en sus vidas para disipar las
nubes que los envuelven.
Los capullos de la aulaga deberían recogerse
justo antes de que florezcan del todo y expandan su aroma: Naturalmente, esto
depende de la estación del año, pero probablemente podremos recolectar los
capullos a mediados de abril.
ROBLE Albar
- - - - -(Quercus pedunculata).
El roble es adecuado para tipos de
personalidad de quienes a pesar de que no tienen la menor esperanza de curarse,
siguen luchando y están muy furiosos por hallarse enfermos.
Estas personas llevan muchos años sufriendo
enfermedades físicas, y, aunque apenas tienen ya alguna esperanza respecto a su
estado de salud, siguen luchando a pesar de todo.
Están furiosos por no poder sanar, y enojados
por estar enfermos, porque producen dificultades a los demás y no pueden
aportar su contribución a los deberes cotidianos. Están exasperados porque no
pueden cumplir sus misiones en la vida y se tienen por unos fracasados.
Estos pacientes no echan nunca la culpa a los
demás, sino que cargan ellos mismos con toda la responsabilidad.
Las enfermedades de estos tipos
característicos de personalidad se manifiestan allí donde han perdido el
equilibrio, tanto desde el punto de vista psíquico como físico; desde el punto
de vista psíquico, en forma de graves crisis nerviosas o en forma de
perturbación mental, que pueden describirse como totalmente desequilibradas (es
decir, en situaciones de gran pérdida del control). Y lo mismo puede decirse
del estado físico, donde el paciente pierde el control de determinadas partes
del cuerpo o funciones corporales.
Los pequeños y delicados peciolos del roble (oak)
deberían recogerse cuando ya han florecido. También en este caso, depende del
tiempo, pero probablemente podrán recolectarse a principios o mediados de mayo.
BREZO - - - - -(Calluna
vulgaris).
Es característico de las personas que
pertenecen al tipo de personalidad del brezo el hecho de que se irritan por
problemas de sus semejantes; no por los auténticos grandes problemas de la vi
da, sino por las dificultades de la vida cotidiana.
Les gusta preocuparse de personas que están en
dificultades, llegando casi a imponerles su ayuda. Se enfurecen mucho cuando
los demás no aceptan su consejo a pesar de que piensen que sería por su bien.
Tratan por todos los medios a su alcance de
convencer a los demás de su opinión, llegando incluso a obligarles a hacer lo
que ellos consideran correcto.
Su intención es realmente muy buena, y sus
juicios, por lo general, resultan fundados, pero se someten a sí mismos a
tensión en el deseo de estimular a las personas cercanas.
Es
un estado de preocupación exagerada por la prosperidad de amigos y familiares,
unida al deseo de tener que corregirlos.
Este estado de ánimo se ha convertido hasta
tal punto en parte de su ser que se considera una peculiaridad de su
personalidad.
Por lo general, estas personas padecen
dolencias de corazón, palpitaciones, cefaleas palpitantes, alteraciones digestivas
y otras enfermedades que son causadas, por ejemplo, por la fuerte excitación y
los exagerados esfuerzos de ser una ayuda para los demás en sus deberes
cotidianos
Con gran frecuencia, sus enfermedades no son
especialmente graves hasta alcanzar la edad madura, pero padecen un
considerable malestar y deterioro de su vida cotidiana, causados por continuos
dolores sin importancia. De la misma forma, tienden a tener miedo de sí mismos
a la menor dificultad.
Les gusta ver que alguien depende de ellos, y le
sacan placer a la sensación de ser útiles y de poder ayudar a los demás en sus
dificultades.
Tienen una fuerte confianza en sí mismos, y no
les faltan dotes, de manera que nunca dudan de su capacidad de poder dar a los
demás consejos y apoyo.
A menudo, estas personas tienen buena
constitución y son de tez vigorosa, tienen un cuerpo enérgico, están llenos de
energía y actividad y se agotan a sí mismos en sus esfuerzos por ayudar a los
demás.
El remedio del brezo puede mejorar su estado
de salud, mitigar sus angustias y quitarles la exagerada preocupación que
tienen por su prójimo.
En el caso del brezo, no deberíamos recoger
las flores de la especie roja, sino de las maravillosas, delicadas y diminutas
flores rosas del brezo que florece en agosto y septiembre en las monta ñas
galesas y escocesas. La esencia del brezo debería elaborarse al mediodía; por
el contrario, todas las restantes esencias que se mencionan en este libro
deberían extraerse por la mañana.
* El primer
capítulo del texto Los doce remedios,
se publicó por primera vez en el mismo año, pero en fecha anterior, cuando Bach
se encontraba en Marlow. El mismo financió la impresión.
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