miércoles, 12 de octubre de 2011


CENTAURA     El  Autócrata.
 En su aspiración por el poder, estas personas han perdido su sentido para la medida exacta de su posición relativa y su significado en este mundo.
 Su manera de hablar y sus movimientos son elevados. Exigen atención, son impacientes, especialmente con relación a los detalles de sus propios deseos y de su bienestar. Son arrogantes y están totalmente entregados a su propio rendimiento.
 Habitualmente, son de elevada estatura y poseen un tono facial sonrosado. Son propensos a tener la tensión alta, con las molestias correspondientes que de ello se derivan.
 El remedio les proporciona a esos caracteres suavidad y tolerancia, disminuyendo de esta mane ra la tensión tanto espiritual como corporal.

IMPACIENCIA     El  Entusiasta.
 Este remedio actúa en casos de dolores agudos, independientemente de la causa que los ha originado. Su indicación es la intensidad del dolor. En muchos casos proporciona alivio después de que la morfina haya fracasado.
 También está indicado para padecimientos espirituales agudos. Igualmente, la intensidad es aquí decisiva.
 Es útil para aquellos que (independientemente de la posición aparente que tengan), hacen gran des esfuerzos por superar cualquier cualidad negativa. De ahí la intensidad del padecimiento cuando temen fracasar.
 Además, este remedio trae paz y actúa decisivamente, elevando el espíritu del que el paciente, de manera habitual, es muy consciente.

MÍMULO     Odio.
 Este tipo de personalidad padece agotamiento, extenuación y se cansa con facilidad. Estas personas tienen miedos enormes, temen lo desconocido, lo que a su vez, les pone nerviosos. Duermen mal, y el sueño no les aporta bienestar o recuperación.
 Sienten rechazo por el ruido, el hablar y por el hecho de que se les haga preguntas sintiéndose totalmente agotados por ello. Desean estar solos y tener tranquilidad.
 Con frecuencia, se interesan por el espiritismo y tienen disposición para actuar como médium.
 Su agotamiento y ausencia de fuerza no tiene ninguna relación con un origen corporal.
 A menudo nos encontramos este estado después de una gripe. El remedio restablece la tranquilidad apartando, además, el miedo del paciente. Despierta la compasión en este tipo de personalidad, lo que representa la lección necesaria.
                                                                                                                                                                            
SCLERANTHUS     El  Veleta.
 La clave de este tipo de personalidad es la falta de estabilidad y la ausencia de confianza. No poseen ningún tipo de confianza en sí mismos, por eso siempre buscan el consejo del otro, y cuando existen diferencias de opiniones entre sus amigos, no saben por cuál inclinarse. Son incapaces de tomar decisiones, siendo víctimas, como consecuencia de ello, víctimas de un tormento espiritual.
 Son nerviosos, no tienen tranquilidad, temen las responsabilidades y evitan a las personas, excepto cuando necesitan ayuda. Su error reside en que confían totalmente en el intelecto y no se dejan llevar nunca por la intuición. Les resulta difícil concentrarse intelectualmente, ya que su espíritu vaga de un tema a otro.
 Éstos son ejemplos extremos: en primer lugar, depresión; después, alegría; en un momento son optimistas y, al instante siguiente, pesimistas. No son de confianza, y son inseguros porque cambian continuamente su postura. Un día resultan un buen compañero, otro día están malhumorados. A veces son afectuosos y extravagantes, otras tacaños y mezquinos.                                                                                  
  Sus síntomas, su temperamento, etc., van y vienen, suben y bajan en rápidas oscilaciones siguiendo el ejemplo del estado espiritual.
 El remedio les proporciona claridad de la visión espiritual y les otorga la capacidad de tomar de cisiones rápidas, así como de conservar la resolución y la tranquilidad en vista de las dificultades. Desarrolla las cualidades del carácter de un eficiente coronel, al igual que el Cotiledón resalta las cualidades de un buen soldado.

ARVENSIS     El  Destructor.
 Estas personas se encuentran en la profundidad de la oscura desconsolación. Sin luz, sin alegría sin fortuna. Son externamente desafortunados, lo que se puede reconocer ya en sus rostros.
Llevan la oscuridad a los otros.
Poseen un color apagado en el rostro, con un tinte amarillento o pardo anaranjado.
Siempre ven el lado negativo de las cosas y se encuentran desanimados. Se niegan a tomar consciencia de las oportunidades, a tener satisfacciones. Siempre andan buscando el lado oscuro de la vida. Se revuelcan en todo lo que es mórbido, y contagian a todos su profunda desconsolación deprimiéndolos.
 El remedio les trae el brillo del sol en su vida y les ayuda a animar a los otros.

VERBENA     El  Puritano.
 Este remedio está pensado para aquellos que poseen grandes ideales y que aspiran a llevar una vida elevada pero que, sin embargo, fracasan en algún punto.
 Puede ser que el paciente sea demasiado rígido, esté demasiado fijo en sus principios y sea demasiado estrecho en su postura ante la vida, intentando modelar al mundo de manera excesivamente parecida a sus propios ideales.
 Esta persona vive según los más altos principios y es intolerante frente a los errores de los demás. Es demasiado exigente consigo mismo y su renuncia demasiado exagerada, alejando ésta toda alegría de su vida. Fracasa en la generosidad, bondad y caballerosidad.
 En tiempos difíciles puede ser que estas personas se aparten de sus patrones de medida.
 Este remedio suaviza la naturaleza, amplia las perspectivas, fortalece la generosidad y la paciencia, y apoya la perseverancia en lo que se refiere a pruebas difíciles.
 La lección de este tipo de personalidad es la siguiente: Tolerancia, paciencia y generosidad.

 Hasta ahora han sido descritos determinados tipos de personalidad; sin embargo, existen otros remedios que son necesarios para poder completar esta enumeración y que sean encontrados y publicados en el momento oportuno.
 En la medicina, debemos explorar los grandes principios de la vida, si es que queremos resultar útiles a nuestros semejantes.
 En este mundo nos encontramos todos en el mismo camino. Somos compañeros de viaje en el camino hacia la perfección. Finalmente, debemos acumular todo el saber y las experiencias que pueden ser aprendidas sobre la Tierra. Debemos transformar totalmente nuestro egoísmo en altruismo y desarrollar toda las virtudes hasta la pureza externa.
 La lección particular del presente es la clave para nuestro tipo de personalidad. No hemos vivido desde nuestro nacimiento entre el lujo de un palacio para superar intrépidamente las dificulta des de la vida. Tampoco hemos venido al mundo como mendigos para aprender la inteligente administración del bienestar. Las circunstancias, el ambiente y las personas entre las que vivimos deberían servirle al médico inteligente de indicativo para conocer la lucha que el paciente debe afrontar. Nuestros errores y fracasos son lo contrario de las virtudes a las que aspiramos. Para superar nuestras ansías, nos criaremos, si es posible, en una familia en la que el beber es algo habitual. Para vencer nuestro odio, nos criaremos, en lo posible, entre personas que son crueles. De hecho, a menudo son esas cualidades negativas que hemos heredado las que hemos de subsanar con particular interés. Y, si no conseguimos aprender nuestra lección a nivel intelectual, debemos padecer las consecuencias de nuestro fracaso hasta que ese error haya sido totalmente subsanado en nosotros mismos.                                                                                                                                     
 Es por esto por lo que nuestros defectos y nuestros negativos acompañantes y circunstancias de la vida representan lo opuesto a las virtudes que intentamos hacer nuestras.
 En el tratamiento, es de importancia vital diagnosticar el tipo de personalidad y las virtudes que el paciente se esfuerza por perfeccionar. Hasta el momento en el que nos encontremos en situación de poder impartir curación espiritual, debemos prescribir el remedio que posea la fuerza de apoyar al paciente en su lucha.
 Por eso, juzgamos los errores y los pecados de las circunstancias negativas de un paciente como indicativo de lo mucho que él se esfuerza por desarrollar. Por el contrario, debemos buscar encarecidamente los bienes positivos. Debemos encontrar alguna virtud, especialmente una virtud sobresaliente que posea nuestro paciente, cuando él saca de sí mismo lo mejor y le prescribiremos el remedio que fortalezca esa virtud, de tal manera que ésta aparte los errores de este ser.
 Nuestro trabajo como médicos reside en buscar lo mejor a través de métodos directos o investigando los errores que deben ser superados. Y debemos desarrollar y mostrar lo mejor con todas las fuerzas que estén a nuestro alcance. Nuestros esfuerzos deberían consistir en ayudar a nuestros pacientes a mantenerse en su más alto nivel con los medios que están a nuestra disposición, capacitándolos de esta manera para que avancen hacia delante.
 Y, ahora, mis queridos colegas, existe un método sencillo y aún más perfecto para potenciar los remedios del que hasta ahora hemos empleado.
 No se dejen desilusionar por la sencillez de este método, ya que, a medida que su investigación avance, podrán comprobar cada vez mejor la sencillez de toda la creación.
 Estos remedios (con excepción de impaciencia, mímulo y cotiledón, que antes eran elaboradas a través de su reducción a polvo), que son descritos en este artículo, eran preparados de la siguiente manera.
 Un recipiente de vidrio tan fino como fuera posible se llenaba hasta casi el borde con agua pura preferentemente agua de una fuente. - (natural, manantial?)  A continuación se introducía en el recipiente una gran cantidad de las flores de la planta en cuestión hasta que la superficie del agua estaba totalmente cubierta. Se debía elegir un día despejado para recolectar las flores , después de que el sol les hubiera estado dando aproximadamente durante dos horas. El recipiente de vidrio se colocaba pues, al sol y, de tiempo en tiempo, se iba cambiando de posición, de manera que el sol incidiera directamente sobre la boca del recipiente, estando así todo el contenido bañado por el sol.
 Después de tres, cuatro y siete horas se extraía aproximadamente un cuarto del líquido y se le añadía a cada cantidad de líquido extraído aproximadamente un 20% de alcohol puro. Estos preparados pueden entonces usarse directamente como la tercera, cuarta y séptima potencia.
 En este punto, se hace mención de que los cuatro elementos están partícipes en este proceso: la Tierra, para proporcionar el alimento a las plantas; el Aire, de donde toman sus principios alimenticios; el Sol o el Fuego, para darles la capacidad y la fuerza, y el Agua, para tomar las fuerzas benéficas y magnéticas de las plantas medicinales, siendo así concentradas.
 Existen dos tipos de equivocación: el error del descuido y el error que cometemos activamente.
 Si poseemos una virtud que no desarrollamos, se convierte en un pecado de omisión. Es el mismo caso de una persona que esconde sus talentos, y este error está íntimamente ligado con una enfermedad latente, con una enfermedad que se cierne sobre nosotros al igual que una nube pero que, sin embargo, nunca nos atrapará si reconocemos a tiempo nuestro error y desarrollamos la virtud necesaria.
 Actuar erróneamente de manera activa está ligado a una manifestación de una enfermedad. Esto se produce si hacemos cosas en contra de nuestra conciencia sabiendo que están en contradicción  con las leyes de la unidad y de la fraternidad de las personas.
 Es por esto que la labor del verdadero médico es la de encontrarse en situación de ayudar a sus pacientes, mostrándoles las virtudes latentes que hay en ellos y que no desarrollan, o las cualidades negativas que se oponen a los mandamientos de su mejor yo y que sí realizan. Y también está en nosotros el prescribir aquellos remedios que, por naturaleza, son tan beneficiosos que poseen la fuerza de ayudar a los hombres a adquirir en esta vida un comportamiento armónico, de tal manera que es admisible para el ser divino del que se origina todo lo bueno.
 Finalmente, debemos tener en cuenta durante nuestro trabajo que la enfermedad está pensada para que el hombre la venza, y que ésta pondrá a la humanidad bajo la dirección divina para superar todo lo negativo si aspiramos verdaderamente a ello, ya que el amor y la verdad de nuestro creador es todopoderosa y, finalmente, lo bueno obtendrá la victoria absoluta.
 Si podemos realmente reconocer esa verdad en toda su suficiencia, podremos lograr, en este momento en la medida de lo posible, la victoria sobre la enfermedad.
                                                                                              
ALGUNOS  REMEDIOS  NUEVOS  Y  SU  EMPLEO.

(Homoeopathic World, febrero 1930)

 Para aquellos de nosotros que nos hemos ocupado profundamente de la ciencia homeopática, no existe ya ninguna duda de sus maravillosos poderes curativos o de los excelentes resultados que un homeópata competente puede esperar en todos los casos. Además, todos debemos admirar la pulcritud de la doctrina homeopática y su sólido objetivo de utilizar sólo los remedios que se hallan presentes en la farmacia de la naturaleza. Y parece que la posesión de este precioso tesoro debiera alentarnos a realizar ulteriores esfuerzos, pues no hay duda de que con paciencia y perseverancia, puede encontrar se un alivio para cada enfermedad, por lo menos para los pacientes que desean curarse, e incluso podría ser posible encontrar remedios que contrarresten la necesidad de algunas personas de refugiarse en una enfermedad, algo contra lo que por el momento nos encontramos bastante desvalidos.
 Tenemos aún muchos descubrimientos por hacer, pero no debemos tener ningún miedo a esta tarea. Tal vez tengamos que utilizar mucho tiempo en ello, pero todos nosotros debemos tratar de prestar nuestra contribución al desarrollo de este maravilloso sistema curativo, que en último término servirá para liberar al hombre de la enfermedad.
 Todavía tenemos mucho que aprender en lo que respecta a la recogida de las plantas medicinales y la elaboración del remedio. Debemos ocuparnos de muchas cuestiones si queremos cosechar el mejor resultado y no nos conformamos con uno mediocre. Tenemos que ocuparnos con más profundidad de la situación natural, de la edad, del estado y de la parte de la planta que vamos a utilizar, de la influencia de los planetas, de la hora del día y, lo que es más importante, de la postura del médico, que debería estar caracterizada por la dedicación sincera a su trabajo en beneficio de la humanidad. Por desgracia, nuestros conocimientos actuales sobre algunas de estas cuestiones son bastante incompletos, pero debemos dar lo mejor de nosotros mismos, y a medida que aumente la experiencia, nuestra tarea se irá simplificando.
 A continuación quisiera comunicarles la importancia de algunos remedios, pues creo que cubren ámbitos que normal mente resultan muy difíciles de tratar, y confío en que se compruebe que el valor que tienen es tan importante para la medicina como para quienes ya hayan experimentado el valor del remedio en la práctica. Estos remedios se han elaborado con todas las medidas de precaución necesarias, utilizando instrumentos y recipientes que habían sido calentados a 160°C durante cuatro horas. Los corchos también se calentaron a 160°C durante 20 minutos. En la elaboración de los remedios se llevó siempre puesta una bata de laboratorio limpia. La primera potencia se elaboró in situ en el punto de recogida de la planta. Cada potencia se trituró a mano con lactosa en un mortero de cristal, utilizando una mano de almirez de cristal. De esta forma se procedió hasta la séptima potencia.

 

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