CENTAURA El Autócrata.
En su aspiración por el poder, estas personas
han perdido su sentido para la medida exacta de su posición relativa y su
significado en este mundo.
Su manera de hablar y sus movimientos son
elevados. Exigen atención, son impacientes, especialmente con relación a los
detalles de sus propios deseos y de su bienestar. Son arrogantes y están
totalmente entregados a su propio rendimiento.
Habitualmente, son de elevada estatura y
poseen un tono facial sonrosado. Son propensos a tener la tensión alta, con las
molestias correspondientes que de ello se derivan.
El remedio les proporciona a esos caracteres
suavidad y tolerancia, disminuyendo de esta mane ra la tensión tanto espiritual
como corporal.
IMPACIENCIA El
Entusiasta.
Este remedio actúa en casos de dolores agudos,
independientemente de la causa que los ha originado. Su indicación es la
intensidad del dolor. En muchos casos proporciona alivio después de que la
morfina haya fracasado.
También está indicado para padecimientos
espirituales agudos. Igualmente, la intensidad es aquí decisiva.
Es útil para aquellos que (independientemente
de la posición aparente que tengan), hacen gran des esfuerzos por superar
cualquier cualidad negativa. De ahí la intensidad del padecimiento cuando temen
fracasar.
Además, este remedio trae paz y actúa
decisivamente, elevando el espíritu del que el paciente, de manera habitual, es
muy consciente.
MÍMULO Odio.
Este tipo de personalidad padece agotamiento,
extenuación y se cansa con facilidad. Estas personas tienen miedos enormes,
temen lo desconocido, lo que a su vez, les pone nerviosos. Duermen mal, y el
sueño no les aporta bienestar o recuperación.
Sienten rechazo por el ruido, el hablar y por
el hecho de que se les haga preguntas sintiéndose totalmente agotados por ello.
Desean estar solos y tener tranquilidad.
Con frecuencia, se interesan por el
espiritismo y tienen disposición para actuar como médium.
Su agotamiento y ausencia de fuerza no tiene
ninguna relación con un origen corporal.
A menudo nos encontramos este estado después
de una gripe. El remedio restablece la tranquilidad apartando, además, el miedo
del paciente. Despierta la compasión en este tipo de personalidad, lo que
representa la lección necesaria.
SCLERANTHUS El
Veleta.
La clave de este tipo de personalidad es la
falta de estabilidad y la ausencia de confianza. No poseen ningún tipo de
confianza en sí mismos, por eso siempre buscan el consejo del otro, y cuando
existen diferencias de opiniones entre sus amigos, no saben por cuál
inclinarse. Son incapaces de tomar decisiones, siendo víctimas, como
consecuencia de ello, víctimas de un tormento espiritual.
Son nerviosos, no tienen tranquilidad, temen
las responsabilidades y evitan a las personas, excepto cuando necesitan ayuda.
Su error reside en que confían totalmente en el intelecto y no se dejan llevar
nunca por la intuición. Les resulta difícil concentrarse intelectualmente, ya
que su espíritu vaga de un tema a otro.
Éstos son ejemplos extremos: en primer lugar,
depresión; después, alegría; en un momento son optimistas y, al instante
siguiente, pesimistas. No son de confianza, y son inseguros porque cambian
continuamente su postura. Un día resultan un buen compañero, otro día están
malhumorados. A veces son afectuosos y extravagantes, otras tacaños y
mezquinos.
Sus síntomas, su temperamento, etc., van y
vienen, suben y bajan en rápidas oscilaciones siguiendo el ejemplo del estado
espiritual.
El remedio les proporciona claridad de la
visión espiritual y les otorga la capacidad de tomar de cisiones rápidas, así
como de conservar la resolución y la tranquilidad en vista de las dificultades.
Desarrolla las cualidades del carácter de un eficiente coronel, al igual que el
Cotiledón resalta las cualidades de un buen soldado.
ARVENSIS El
Destructor.
Estas personas se encuentran en la profundidad
de la oscura desconsolación. Sin luz, sin alegría sin fortuna. Son externamente
desafortunados, lo que se puede reconocer ya en sus rostros.
Llevan
la oscuridad a los otros.
Poseen
un color apagado en el rostro, con un tinte amarillento o pardo anaranjado.
Siempre
ven el lado negativo de las cosas y se encuentran desanimados. Se niegan a
tomar consciencia de las oportunidades, a tener satisfacciones. Siempre andan
buscando el lado oscuro de la vida. Se revuelcan en todo lo que es mórbido, y
contagian a todos su profunda desconsolación deprimiéndolos.
El remedio les trae el brillo del sol en su
vida y les ayuda a animar a los otros.
VERBENA El
Puritano.
Este remedio está pensado para aquellos que
poseen grandes ideales y que aspiran a llevar una vida elevada pero que, sin
embargo, fracasan en algún punto.
Puede ser que el paciente sea demasiado
rígido, esté demasiado fijo en sus principios y sea demasiado estrecho en su
postura ante la vida, intentando modelar al mundo de manera excesivamente
parecida a sus propios ideales.
Esta persona vive según los más altos
principios y es intolerante frente a los errores de los demás. Es demasiado
exigente consigo mismo y su renuncia demasiado exagerada, alejando ésta toda
alegría de su vida. Fracasa en la generosidad, bondad y caballerosidad.
En tiempos difíciles puede ser que estas
personas se aparten de sus patrones de medida.
Este remedio suaviza la naturaleza, amplia las
perspectivas, fortalece la generosidad y la paciencia, y apoya la perseverancia
en lo que se refiere a pruebas difíciles.
La lección de este tipo de personalidad es la
siguiente: Tolerancia, paciencia y generosidad.
Hasta ahora han sido descritos determinados
tipos de personalidad; sin embargo, existen otros remedios que son necesarios
para poder completar esta enumeración y que sean encontrados y publicados en el
momento oportuno.
En la medicina, debemos explorar los grandes
principios de la vida, si es que queremos resultar útiles a nuestros
semejantes.
En este mundo nos encontramos todos en el
mismo camino. Somos compañeros de viaje en el camino hacia la perfección.
Finalmente, debemos acumular todo el saber y las experiencias que pueden ser
aprendidas sobre la Tierra. Debemos transformar totalmente nuestro egoísmo en
altruismo y desarrollar toda las virtudes hasta la pureza externa.
La lección particular del presente es la clave
para nuestro tipo de personalidad. No hemos vivido desde nuestro nacimiento
entre el lujo de un palacio para superar intrépidamente las dificulta des de la
vida. Tampoco hemos venido al mundo como mendigos para aprender la inteligente
administración del bienestar. Las circunstancias, el ambiente y las personas
entre las que vivimos deberían servirle al médico inteligente de indicativo
para conocer la lucha que el paciente debe afrontar. Nuestros errores y
fracasos son lo contrario de las virtudes a las que aspiramos. Para superar
nuestras ansías, nos criaremos, si es posible, en una familia en la que el
beber es algo habitual. Para vencer nuestro odio, nos criaremos, en lo posible,
entre personas que son crueles. De hecho, a menudo son esas cualidades
negativas que hemos heredado las que hemos de subsanar con particular interés.
Y, si no conseguimos aprender nuestra lección a nivel intelectual, debemos
padecer las consecuencias de nuestro fracaso hasta que ese error haya sido
totalmente subsanado en nosotros mismos.
Es por esto por lo que nuestros defectos y
nuestros negativos acompañantes y circunstancias de la vida representan lo
opuesto a las virtudes que intentamos hacer nuestras.
En el tratamiento, es de importancia vital
diagnosticar el tipo de personalidad y las virtudes que el paciente se esfuerza
por perfeccionar. Hasta el momento en el que nos encontremos en situación de
poder impartir curación espiritual, debemos prescribir el remedio que posea la
fuerza de apoyar al paciente en su lucha.
Por eso, juzgamos los errores y los pecados de
las circunstancias negativas de un paciente como indicativo de lo mucho que él
se esfuerza por desarrollar. Por el contrario, debemos buscar encarecidamente
los bienes positivos. Debemos encontrar alguna virtud, especialmente una virtud
sobresaliente que posea nuestro paciente, cuando él saca de sí mismo lo mejor y
le prescribiremos el remedio que fortalezca esa virtud, de tal manera que ésta
aparte los errores de este ser.
Nuestro trabajo como médicos reside en buscar
lo mejor a través de métodos directos o investigando los errores que deben ser
superados. Y debemos desarrollar y mostrar lo mejor con todas las fuerzas que
estén a nuestro alcance. Nuestros esfuerzos deberían consistir en ayudar a
nuestros pacientes a mantenerse en su más alto nivel con los medios que están a
nuestra disposición, capacitándolos de esta manera para que avancen hacia
delante.
Y, ahora, mis queridos colegas, existe un
método sencillo y aún más perfecto para potenciar los remedios del que hasta
ahora hemos empleado.
No se dejen desilusionar por la sencillez de
este método, ya que, a medida que su investigación avance, podrán comprobar
cada vez mejor la sencillez de toda la creación.
Estos remedios (con excepción de impaciencia,
mímulo y cotiledón, que antes eran elaboradas a través de su reducción a
polvo), que son descritos en este artículo, eran preparados de la siguiente
manera.
Un recipiente de vidrio tan fino como fuera
posible se llenaba hasta casi el borde con agua pura preferentemente agua de
una fuente. - (natural, manantial?) A
continuación se introducía en el recipiente una gran cantidad de las flores de
la planta en cuestión hasta que la superficie del agua estaba totalmente
cubierta. Se debía elegir un día despejado para recolectar las flores , después
de que el sol les hubiera estado dando aproximadamente durante dos horas. El
recipiente de vidrio se colocaba pues, al sol y, de tiempo en tiempo, se iba
cambiando de posición, de manera que el sol incidiera directamente sobre la
boca del recipiente, estando así todo el contenido bañado por el sol.
Después de tres, cuatro y siete horas se
extraía aproximadamente un cuarto del líquido y se le añadía a cada cantidad de
líquido extraído aproximadamente un 20% de alcohol puro. Estos preparados
pueden entonces usarse directamente como la tercera, cuarta y séptima potencia.
En este punto, se hace mención de que los
cuatro elementos están partícipes en este proceso: la Tierra, para proporcionar el alimento a las plantas; el Aire, de donde toman sus principios
alimenticios; el Sol o el Fuego, para darles la capacidad y la
fuerza, y el Agua, para tomar las
fuerzas benéficas y magnéticas de las plantas medicinales, siendo así
concentradas.
Existen dos tipos de equivocación: el error
del descuido y el error que cometemos activamente.
Si poseemos
una virtud que no desarrollamos, se convierte en un pecado de omisión. Es el
mismo caso de una persona que esconde sus talentos, y este error está íntimamente
ligado con una enfermedad latente, con una enfermedad que se cierne sobre
nosotros al igual que una nube pero que, sin embargo, nunca nos atrapará si
reconocemos a tiempo nuestro error y desarrollamos la virtud necesaria.
Actuar erróneamente de manera activa está
ligado a una manifestación de una enfermedad. Esto se produce si hacemos cosas
en contra de nuestra conciencia sabiendo que están en contradicción con las leyes de la unidad y de la
fraternidad de las personas.
Es por esto que la labor del verdadero médico
es la de encontrarse en situación de ayudar a sus pacientes, mostrándoles las
virtudes latentes que hay en ellos y que no desarrollan, o las cualidades
negativas que se oponen a los mandamientos de su mejor yo y que sí realizan. Y
también está en nosotros el prescribir aquellos remedios que, por naturaleza,
son tan beneficiosos que poseen la fuerza de ayudar a los hombres a adquirir en
esta vida un comportamiento armónico, de tal manera que es admisible para el
ser divino del que se origina todo lo bueno.
Finalmente, debemos tener en cuenta durante
nuestro trabajo que la enfermedad está pensada para que el hombre la venza, y
que ésta pondrá a la humanidad bajo la dirección divina para superar todo lo
negativo si aspiramos verdaderamente a ello, ya que el amor y la verdad de
nuestro creador es todopoderosa y, finalmente, lo bueno obtendrá la victoria
absoluta.
Si podemos realmente reconocer esa verdad en
toda su suficiencia, podremos lograr, en este momento en la medida de lo
posible, la victoria sobre la enfermedad.
ALGUNOS REMEDIOS
NUEVOS Y SU
EMPLEO.
(Homoeopathic World, febrero 1930)
Para aquellos de nosotros que nos hemos
ocupado profundamente de la ciencia homeopática, no existe ya ninguna duda de
sus maravillosos poderes curativos o de los excelentes resultados que un
homeópata competente puede esperar en todos los casos. Además, todos debemos
admirar la pulcritud de la doctrina homeopática y su sólido objetivo de
utilizar sólo los remedios que se hallan presentes en la farmacia de la
naturaleza. Y parece que la posesión de este precioso tesoro debiera alentarnos
a realizar ulteriores esfuerzos, pues no hay duda de que con paciencia y perseverancia,
puede encontrar se un alivio para cada enfermedad, por lo menos para los
pacientes que desean curarse, e incluso podría ser posible encontrar remedios
que contrarresten la necesidad de algunas personas de refugiarse en una
enfermedad, algo contra lo que por el momento nos encontramos bastante
desvalidos.
Tenemos aún muchos descubrimientos por hacer,
pero no debemos tener ningún miedo a esta tarea. Tal vez tengamos que utilizar
mucho tiempo en ello, pero todos nosotros debemos tratar de prestar nuestra
contribución al desarrollo de este maravilloso sistema curativo, que en último
término servirá para liberar al hombre de la enfermedad.
Todavía tenemos mucho que aprender en lo que
respecta a la recogida de las plantas medicinales y la elaboración del remedio.
Debemos ocuparnos de muchas cuestiones si queremos cosechar el mejor resultado
y no nos conformamos con uno mediocre. Tenemos que ocuparnos con más
profundidad de la situación natural, de la edad, del estado y de la parte de la
planta que vamos a utilizar, de la influencia de los planetas, de la hora del
día y, lo que es más importante, de la postura del médico, que debería estar
caracterizada por la dedicación sincera a su trabajo en beneficio de la
humanidad. Por desgracia, nuestros conocimientos actuales sobre algunas de
estas cuestiones son bastante incompletos, pero debemos dar lo mejor de
nosotros mismos, y a medida que aumente la experiencia, nuestra tarea se irá
simplificando.
A continuación quisiera comunicarles la
importancia de algunos remedios, pues creo que cubren ámbitos que normal
mente resultan muy difíciles de tratar, y confío en que se compruebe que el
valor que tienen es tan importante para la medicina como para quienes ya hayan
experimentado el valor del remedio en la práctica. Estos remedios se han
elaborado con todas las medidas de precaución necesarias, utilizando
instrumentos y recipientes que habían sido calentados a 160°C durante cuatro
horas. Los corchos también se calentaron a 160°C durante 20 minutos. En la elaboración
de los remedios se llevó siempre puesta una bata de laboratorio limpia. La
primera potencia se elaboró in situ
en el punto de recogida de la planta. Cada potencia se trituró a mano con
lactosa en un mortero de cristal, utilizando una mano de almirez de cristal. De
esta forma se procedió hasta la séptima potencia.
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