viernes, 28 de octubre de 2011


Pequeño Gran Hombre...

Pequeño Gran HombreQuizás fue porque nunca me enseñaron a luchar -dijo el pequeño cobarde para sí, segundos antes de caer desplomado, apabullado y deshecho ante sus incipientes intentos... y sus primeras derrotas. Tal vez, si hubiera intentado tan sólo una vez más... ¡Tal vez entonces se hubiera coronado triunfador!

Pero no, desafortunadamente, se dejó vencer demasiado pronto. Nunca se percató de que "a luchar en la vida", no se aprende en una escuela específica; se aprende en el día a día. Que es precisamente el desánimo, el acicate para volverlo a hacer mañana, y aún con más coraje, y con más decisión y seguridad que hoy.

Lo que tú hagas o como tú lo hagas, quizás no guste a todo mundo. Pero es la manera UNICA en que Dios te lo ha permitido hacer. Y debes de luchar por tu posición. Inténtalo, chico! Nadie más que tú podrá experimentar la maravilla de saberte vencedor de ti mismo. De haber derrotado tus frustraciones. Tus desánimos. Tus desconsuelos. Tus dudas. Tus temores. Nefastos presagios de la destrucción de tu verdadero SER.

Y, ¿de dónde nacen, o dónde surgen esos entes aniquiladores? Del propio terreno virgen de tus pensamientos. Ahí se van agazapando poco a poco. Van robándole espacio y poder a lo positivo que hay en ti. ¿Por qué ahora que eres adulto, has de quejarte porque "desde niño no me inculcaron seguridad en mí mismo"?... o "si al menos alguien me hubiese dicho que yo podía hacer bien las cosas!"...

¿Sabes? nunca es tarde para que uno mismo tome las riendas de su vida. Resulta muy cómodo y fácil echarle a otros la culpa de lo que te pasa, en lugar de asumir la responsabilidad de tus circunstancias, que no son producto de otra cosa, sino de tus propios pensamientos negativos, plenos de temor e inseguridad.

Si ahora te das cuenta de que nadie te dijo de pequeño que tú valías mucho, ¿sabes cuál es la solución? Así de fácil: comenzar, ahora mismo, pero efectivamente, a decirte constantemente, que tú vales mucho. Que eres un Ser Irrepetible. Que eres todo un Príncipe, porque eres hijo de la Luz.

Que debes caminar por la vida con la cabeza muy en alto, y el orgullo de saberte de nobilísima estirpe, a flor de piel. ¿Que no puedes? ¿Que la vida es difícil? ¡Ríete de ti mismo! De tus pensamientos aniquiladores, mediocres y derrotistas.

Sácalos de tu mente como quien saca con una pesada escoba toda la basura que hay en casa. Sí, porque en la casa de tu mente, no debe haber cabida más que para pensamientos edificantes, que te construyan.

Tú eres, hijo mío, un hijo de la inteligencia, del amor, del poder. Apréndete esto. No hay imposibles, tan sólo seres que se piensan imposibilitados. Sí, llora si quieres. Llora porque vas a reedificarte. Porque vas a dejar tirada por el suelo la piltrafa de tu derrotismo.

Quítate esos ropajes que te van mal, que te constriñen, que te amilanan. El temor y el espíritu de derrota no le van al Hijo del Rey. El Señor te ilumina aquí y ahora, y siempre. No temas. Sólo déjate guiar por él. Hacia el sitio alto que él te tiene preparado. Hacia larealización de tu plenitud.

Aprende y date cuenta por fin que la derrota o el triunfo, antes que se manifiesten hacia el exterior, han surgido de tu mente, y han echado raíces primero en tu corazón. ¿Qué es lo que vas a permitir que fructifique ahí? ¿La oscuridad o la luz? ¿El valor o la cobardía? ¿La esperanza o el desánimo?

Es la lección que has de ir aprendiendo y aplicando día a día. Y, no hay vuelta de hoja. Día a día es una página en blanco que hemos de llenar con frases de victoria o de derrota... de triunfo o desolación. ¿Qué decides, mi Pequeño Gran Hombre?...

Elvira G.

® Derechos Reservados.

DOMINGO 27 DE MARZO DE 2011

La Talega...

-¿De dónde llegas, cansado peregrino, encorvado el cuerpo, y con profundos surcos de pesares y desilusiones marcados en tu frente? ¿Qué guardas o escondes tan celosamente en esa pesada talega sobre tu espalda?

-No escondo ni guardo en secreto nada que no sean las experiencias ylecciones recopiladas a lo largo del camino…

-Y ¿por qué no vaciar ya un poco tu talega? ¿Por qué no aligerar tu carga? ¡Déjame ver qué llevas ahí!

-Si insistes, la abriré: mira, primero salen por aquí algunas decepciones y tristezas. Lágrimas derramadas en algún recodo del sendero. Rencores. Resentimientos. Recuerdos grises de cuando inicié mi marcha. También surgen remordimientos, sentimientos de culpa. No logro dejarlos ir…

-¡Suéltalos de una vez por todas! ¿No te das cuenta que mientras los sigues cargando, la persona a quien crees haber agredido, quizás ya ni siquiera te recuerda? ¿Con qué objeto te sigues auto flagelando? ¡Suelta y deja ir! El perdón comienza por ti mismo. El mundo entero podrá perdonarte pero, si tú no lo aceptas, ¿de qué ha de servirte?

-¡Anda, sigue vaciando tu talega!

-Mira, aquí llevo algunos triunfos… aunque también comienzan a salir unos cuantos fracasos, unas buenas caídas de las que he logrado levantarme. Y ahora, ¡aquí van para fuera mis inseguridades! Si he de sacar todo de mi talega, ya no las necesito dentro. ¡Quiero deshacerme de ellas!

Ah!, pero también traigo algunas alegrías, no todo es oscuro ni huele a rancio dentro de mi talega… Aquí están igualmente mis ratos de luz. Aquellos momentos cuando me he sentido fuerte e invencible, porque he logrado vislumbrarle a Él, mi Padre. Cuando siento su Presencia, nada puede detenerme ni derribarme. Sólo que no me aferro lo suficiente a Él. Pronto lo suelto y vuelvo a caer. Y entonces me siento frágil y pequeño…

-Déjame ver ¿qué más hay ahí?

-Aquí los tienes, mis amores y desamores. Todos me han enriquecido de una u otra manera. Los he gozado, aunque también los he sufrido. Mis amores han sido muy míos. Si no han permanecido, es porque quizás ya cumplieron su misión en esta travesía del camino para mí. Saco y dejo aquí los recuerdos dolorosos…

Guardaré conmigo las luces y los soles que me dejaron en la memoria. Mira, traigo risas, cantos, gaviotas, golondrinas, amaneceres, atardeceres... Traigo el incesante murmullo de las olas y el viento suave de la montaña. Traigo la brisa del verano y el alegre revolotear de las hojas en otoño… Mi talega se va vaciando.

-Y tu rostro y tu figura se transforman. Te has vuelto erguido. Tu rostro irradia luz y serenidad. ¿Ves cuán importante es soltar y dejar ir tanto pasado, tanta muerte que cargabas a cuestas?

-Había luces y sombras, noches y días en mi talega…

-Pero ahora puedes elegir: no más oscuridad, no más dolor. No más temores. No más angustias. Sácalos, déjalos fuera de casa, de tu talega. Recházalos. Ya no te corresponden. Ya no los aceptas ni los reconoces como tuyos. Ahora has aligerado tu peso. Vas de regreso a Casa del Padre.

Cuando llegues ahí tu talega será liviana. Etérea. Te permitirá remontar obstáculos. Andarás sin cansancio. Casi volarás, sin darte cuenta. Serás serenidad, sabiduría, entendimiento.

Marcharás erguido y ligero, con alas en el alma. Serás sandalia dejando huella a quien viene detrás. Serás libre. Serás amor. Serás en la Luz del Padre. Serás parte del Eterno

Elvira G.

® Derechos Reservados.

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