viernes, 6 de enero de 2012

LA NADA Y EL TODO





El discípulo: A fin de cuentas, es bien difícil aceptar ser despreciado por el mundo entero.
El maestro: Aquello que te parece difícil hoy día será lo que más amarás después.
El discípulo: Cómo sería posible llegar a amar a quien me desprecia?
El maestro: Actualmente tú amas la sabiduría terrestre. Pero cuando seas revestido de la Sabiduría celeste, entonces verás que todo el conocimiento del mundo no es más que locura y que el mundo no te detesta más de lo que detesta a tu enemigo, la vida mortal que tú mismo detestarás en tu voluntad. Así comenzarás a amar, tú también, ese desprecio por el cuerpo mortal.
El discípulo: Pero cómo es posible que un hombre se odie y se ame a la vez’?
El maestro: Aquello que amas en ti no lo amas como de tu ser propio, sino como el Amor de Dios que te ha sido dado. Tú amas el Fondo divino que hay en ti, por medio del cual amas la Sabiduría de Dios, las maravillas divinas, y así también a tus hermanos, Pero lo que odias en ti lo odias como de tu propio ser, como el punto donde el mal se te adhiere, y lo odias porque desearías quebrar tu yo y verlo transformarse en un Fondo totalmente divino. El Amor detesta al yo, porque el yo es una cosa mortal; el Amor y el yo no pueden ir juntos, ya que el Amor posee al Cielo y reside en sí mismo: tal como el yo posee al mundo y todos sus seres, y reside también en sí mismo. De igual forma que el Cielo tiene poder sobre el mundo y la Eternidad sobre el tiempo, así el Amor tiene poder sobre la vida natural.
El discípulo: Querido maestro, dime entonces: Por qué ocurre que el Amor es inseparable del sufrimiento, que junto al amigo venga el enemigo? No sería mejor que el Amor no existiera?
El maestro: Si el amor no tuviera el sufrimiento como compañía, él no tendría nada que él pudiera amar. Pero como es su propio ser lo que él ama, bajo la forma de la pobre alma, en pena y sufrimiento, es que encuentra allí una oportunidad de amar su esencia misma y arrancarla de la pena, para que a su turno él mismo sea amado, No podríamos saber lo que es el Amor si no hubiera nada que él pudiera amar.
El discípulo: Cuáles son la fuerza y la virtud del Amor? Su altura y grandeza?
El maestro: Su virtud es la Nada, su fuerza penetra todas las cosas, Su altura es la misma de Dios, y su grandeza sobrepasa la de Dios. Quien la descubre ha encontrado la Nada y el Todo.
El discípulo: Oh, querido maestro, dime cómo debo comprenderte.
El maestro: He dicho que su virtud era la Nada: entiende que si tú te desprendes de toda criatura, y llegas a ser una nada para toda naturaleza y toda criatura, tú estarás en el Uno eterno, que es Dios mismo, y así percibirás la virtud suprema del Amor.
He dicho que su fuerza penetra todas las cosas. Lo sentirás en tu alma y tu cuerpo, cuando el gran Amor sea encendido en ti, el que brilla como ningún fuego lo puede hacer. Observa también las obras de Dios y verás cómo el Amor se extiende por todas ellas, cómo cada cosa constituye el fondo más íntimo y más exterior: al interior habita la fuerza y al exterior la forma.
He dicho también que su altura era la misma que la de Dios: esto puedes comprenderlo si observas en ti mismo cómo el amor te sube tan alto como es Dios. Es lo que puedes ver también en nuestra humanidad, en el ejemplo de nuestro amado Señor, el Cristo, al que el Amor ha conducido hasta el Trono supremo, hasta el Poder mismo de la Divinidad.
Pero también dije que su grandeza sobrepasa aquella de Dios. Es verdad también que donde Dios no habita, el Amor penetra: cuando nuestro amado señor Jesucristo estaba en el Infierno, el Infierno no era Dios, pero el Amor estaba allí, quebrando la muerte. Lo mismo cuando estás angustiado, Dios no es la angustia, pero el Amor está allí y te lleva hasta Dios. Cuando Dios se esconde y no aparece más en ti, el Amor está presente y pronto a manifestarse.
Lo otro que he dicho es que aquel que lo descubre ha encontrado la Nada y el Todo. Es igualmente verdadero, ya que ha encontrado un abismo sobrenatural y suprasensible, donde no hay ningún lugar que se pueda ofrecer para que resida el Amor, y donde no se encuentra nada que lo recuerde. Por esto no le podemos comparar a nada, ya que es más profundo que ninguna cosa. No es tangible, es como nada entre las cosas, y para ellas. Y no siendo nada, está separado de todas las cosas, y es el único Bien del cual no se puede decir qué es.
He dicho, finalmente, que aquel que descubre el Amor ha encontrado todas las cosas, y esto es verdadero también. Él ha sido el comienzo de todas las cosas, y las rige todas. Si tú lo descubres, alcanzarás el Fondo desde donde todas las cosas han salido y a donde ellas pertenecen; en él tú eres un rey dominando todas las obras de Dios.
Jacob Boehme.







El discípulo: A fin de cuentas, es bien difícil aceptar ser despreciado por el mundo entero.



El maestro: Aquello que te parece difícil hoy día será lo que más amarás después.



El discípulo: Cómo sería posible llegar a amar a quien me desprecia?



El maestro: Actualmente tú amas la sabiduría terrestre. Pero cuando seas revestido de la Sabiduría celeste, entonces verás que todo el conocimiento del mundo no es más que locura y que el mundo no te detesta más de lo que detesta a tu enemigo, la vida mortal que tú mismo detestarás en tu voluntad. Así comenzarás a amar, tú también, ese desprecio por el cuerpo mortal.



El discípulo: Pero cómo es posible que un hombre se odie y se ame a la vez’?



El maestro: Aquello que amas en ti no lo amas como de tu ser propio, sino como el Amor de Dios que te ha sido dado. Tú amas el Fondo divino que hay en ti, por medio del cual amas la Sabiduría de Dios, las maravillas divinas, y así también a tus hermanos, Pero lo que odias en ti lo odias como de tu propio ser, como el punto donde el mal se te adhiere, y lo odias porque desearías quebrar tu yo y verlo transformarse en un Fondo totalmente divino. El Amor detesta al yo, porque el yo es una cosa mortal; el Amor y el yo no pueden ir juntos, ya que el Amor posee al Cielo y reside en sí mismo: tal como el yo posee al mundo y todos sus seres, y reside también en sí mismo. De igual forma que el Cielo tiene poder sobre el mundo y la Eternidad sobre el tiempo, así el Amor tiene poder sobre la vida natural.



El discípulo: Querido maestro, dime entonces: Por qué ocurre que el Amor es inseparable del sufrimiento, que junto al amigo venga el enemigo? No sería mejor que el Amor no existiera?



El maestro: Si el amor no tuviera el sufrimiento como compañía, él no tendría nada que él pudiera amar. Pero como es su propio ser lo que él ama, bajo la forma de la pobre alma, en pena y sufrimiento, es que encuentra allí una oportunidad de amar su esencia misma y arrancarla de la pena, para que a su turno él mismo sea amado, No podríamos saber lo que es el Amor si no hubiera nada que él pudiera amar.



El discípulo: Cuáles son la fuerza y la virtud del Amor? Su altura y grandeza?



El maestro: Su virtud es la Nada, su fuerza penetra todas las cosas, Su altura es la misma de Dios, y su grandeza sobrepasa la de Dios. Quien la descubre ha encontrado la Nada y el Todo.



El discípulo: Oh, querido maestro, dime cómo debo comprenderte.



El maestro: He dicho que su virtud era la Nada: entiende que si tú te desprendes de toda criatura, y llegas a ser una nada para toda naturaleza y toda criatura, tú estarás en el Uno eterno, que es Dios mismo, y así percibirás la virtud suprema del Amor.



He dicho que su fuerza penetra todas las cosas. Lo sentirás en tu alma y tu cuerpo, cuando el gran Amor sea encendido en ti, el que brilla como ningún fuego lo puede hacer. Observa también las obras de Dios y verás cómo el Amor se extiende por todas ellas, cómo cada cosa constituye el fondo más íntimo y más exterior: al interior habita la fuerza y al exterior la forma.



He dicho también que su altura era la misma que la de Dios: esto puedes comprenderlo si observas en ti mismo cómo el amor te sube tan alto como es Dios. Es lo que puedes ver también en nuestra humanidad, en el ejemplo de nuestro amado Señor, el Cristo, al que el Amor ha conducido hasta el Trono supremo, hasta el Poder mismo de la Divinidad.



Pero también dije que su grandeza sobrepasa aquella de Dios. Es verdad también que donde Dios no habita, el Amor penetra: cuando nuestro amado señor Jesucristo estaba en el Infierno, el Infierno no era Dios, pero el Amor estaba allí, quebrando la muerte. Lo mismo cuando estás angustiado, Dios no es la angustia, pero el Amor está allí y te lleva hasta Dios. Cuando Dios se esconde y no aparece más en ti, el Amor está presente y pronto a manifestarse.



Lo otro que he dicho es que aquel que lo descubre ha encontrado la Nada y el Todo. Es igualmente verdadero, ya que ha encontrado un abismo sobrenatural y suprasensible, donde no hay ningún lugar que se pueda ofrecer para que resida el Amor, y donde no se encuentra nada que lo recuerde. Por esto no le podemos comparar a nada, ya que es más profundo que ninguna cosa. No es tangible, es como nada entre las cosas, y para ellas. Y no siendo nada, está separado de todas las cosas, y es el único Bien del cual no se puede decir qué es.



He dicho, finalmente, que aquel que descubre el Amor ha encontrado todas las cosas, y esto es verdadero también. Él ha sido el comienzo de todas las cosas, y las rige todas. Si tú lo descubres, alcanzarás el Fondo desde donde todas las cosas han salido y a donde ellas pertenecen; en él tú eres un rey dominando todas las obras de Dios.



Jacob Boehme.


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