CONOCIMIENTO EN LA ANTIGÜEDAD DE LA EXISTENCIA
DEL CUERPO ASTRAL
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"Existe un cuerpo natural (físico) y otro espiritual";
así lo dice San Pablo en su primera "epístola a los Corintios". La
investigación
psíquica ha establecido, también, de antiguo, la creencia de que
dentro de cada ser material existe un "doble" no material, un
ente secreto que coincide, con la mayor exactitud, con el
organismo físico.
Son numerosos los informes, provenientes de acreditados hombres de
ciencia, que prestan apoyo a la teoría de la existencia de
este ser no material el "cuerpo astral" tal como ellos
lo designan corrientemente capaz de separarse de su contraparte física y
de existir con entera independencia de su morada material,
intangible para los seres que lo rodean.
Aquí llamaremos a este enigmático fenómeno "proyección astral"
o "exteriorización astral", siendo ambos términos sinónimos.
Son muchos los escritos teosóficos que se han ocupado del extraño
fenómeno de la proyección astral, pero pese a todo el
conocimiento hasta ahora reunido apenas podemos considerarnos
todavía en el jardín de infantes de la escuela del misterio.
En efecto, la exteriorización del cuerpo astral es, en realidad,
el primer paso en la marcha hacia el reino desconocido que
llamamos "muerte", al cual tarde o temprano todos hemos
de llegar. Así pues, lector, si este oscuro fenómeno ha hecho presa alguna vez
de tu imaginación, si, de pie frente a un ataúd, has contemplado el frío
cadáver y en reverente silencio te has
preguntado cómo ese ser hasta tan poco tiempo antes, animado de
vida dotado de inteligencia, movimiento, pensamiento y
habla, exactamente igual que tú que ahora lo contemplas podía
haberse convertido en una simple masa inerte; si te has
sobresaltado entonces al pensar que tú también habrás de
convertirte un día en algo similar, entonces debe importarte la
proyección astral, puesto que no es grande la diferencia que
separa la proyección astral de la muerte.
Para las grandes multitudes que nunca han experimentado el
fenómeno y aún para aquellos que en una forma u otra se han
familiarizado con el mismo, deberá ser colocado necesariamente
entre la categoría de las "teorías"; pero para el propio
proyector astral consciente, la exteriorización de la contraparte
no material del cuerpo físico es una gran realidad, tan evidente
por sí misma como el hecho de hallarse vivo y dotado de
conciencia.
Desde ya debemos advertir al lector que el autor de este libro se
halla perfectamente familiarizado con el fenómeno y que ha
realizado cientos de proyecciones a lo largo de un período de más
de doce años, proyecciones éstas no siempre agradables,
unas veces llevadas a cabo en forma consciente y otras sólo
parcialmente consciente. La mayor parte del material que
constituye el contenido de esta obra procede de su propia
experiencia.
Después de tantos años de proyecciones astrales he podido
descubrir, gracias a la realización de numerosas experiencias en
este terreno, una innumerable cantidad de hechos y de hipótesis
que explican esos hechos; muchos de los cuales, hasta donde
llegan mis conocimientos, permanecían todavía desconocidos o no
habían sido tratados, por lo menos, en forma exhaustiva por
los investigadores de la ciencia teosófica.
No me es ajeno el hecho de que el mundo está poblado de
escépticos, incapaces de ceder un ápice en sus convicciones y que,
pese a proclamarse a sí mismos "prácticos", se hallan
cerrados a las nuevas posibilidades; estos individuos sólo saben pedir
"pruebas", permaneciendo ciegos a la evidencia de que el
Camino conducente a la "Realidad" se halla cubierto con la niebla del
misterio; por eso me apresuro a declarar que si tú, lector,
perteneces a esta raza sedienta de pruebas susceptibles de ser
medidas y pesadas mediante el limitado instrumento de los cinco
sentidos humanos, será mejor que dejes ya este libro porque
no las habrás de encontrar aquí.
Claro está que el materialista rechazará de inmediato la idea de
la Proyección Astral como un simple disparate. Su ídolo es la
"Razón"; ella es la luz que guía todos sus pasos. Se
complace así bajo el imperio de lo que él llama "la divina antorcha de la
razón". Lástima que esta divina antorcha tenga un pequeño
defecto y es éste que no arroja mucha luz que digamos sobre los
misterios de la vida...
La propia vida está más allá de la comprensión de la mente humana,
y no digamos nada de la razón. Cuál de los cinco sentidos
del Materialista es aquel que le da una comprensión de la vida, de
la creación, o del pensamiento y los procesos mentales, es
cosa que él ignora y sin embargo debe aceptarlo. A decir verdad,
el Materialista está dispuesto a aceptar cualquier cosa sin un
mayor razonamiento. En efecto, podemos examinarlo todo, analizarlo
hasta el día del juicio final y volver a examinarlo una y otra
vez, y sin embargo siempre resplandecerá por encima de nuestros
esfuerzos lo inexplicable... Por otra parte, "No existe ningún
punto en las enseñanzas teosóficas mejor establecido, conocido de
más larga data, o más perfectamente probado", dice William
Walker Atkinson, "que la existencia del cuerpo astral. Esta
vieja doctrina de los Antiguos Ocultistas encuentra hoy su
corroboración en los experimentos e indagaciones de los
Investigadores Psíquicos Modernos.
"El Cuerpo Astral correspondiente a cada persona es una
réplica exacta del cuerpo físico del individuo. Está compuesto de una
fina materia etérea y se halla de ordinario en el interior del
cuerpo físico. Por lo común, la separación del cuerpo astral de su
equivalente físico tiene lugar sólo con extrema dificultad, pero
en el caso de los sueños, esfuerzos mentales grandes, y en
ciertas condiciones de naturaleza oculta, el cuerpo astral puede
llegar a desprenderse y realizar largos viajes, desplazándose a
una velocidad sólo superada por la de las ondas luminosas.
"En estas salidas se halla siempre ligado al cuerpo físico
por medio de una especie de larga película. Si este vínculo llegara a
romperse; el individuo moriría instantáneamente. Pero en los
planos ordinarios de operación no se ha oído nunca,
prácticamente, de ese fenómeno.
"El cuerpo astral sobrevive largo tiempo al físico, pero con
el tiempo llega a desintegrarse completamente. Sucede a menudo
que merodea por el lugar donde yace el cuerpo físico, pudiendo ser
confundido con el espíritu de la persona fallecida, aunque
sólo se trata en realidad de una simple envoltura, un
recubrimiento exterior más fino que el físico, del verdadero espíritu.
"Frecuentemente el cuerpo astral de una persona próxima a
morir se proyecta hacia los amigos o seres amados, algunos
instantes antes de la muerte física, debido probablemente al
vehemente deseo del moribundo de ver y ser visto antes de partir.
El cuerpo astral suele viajar, alejándose de su envoltorio físico,
en los fenómenos Psicománticos, y visita lugares lejanos,
percibiendo todo cuanto allí acontece.
"También abandona el cuerpo durante los sueños que se conocen
con el nombre de Psicománticos, o por acción de las drogas,
o en algunas de las fases más profundas de la hipnosis; en todos
estos casos puede visitar extraños lugares y mantener,
incluso, conversaciones mentales con otros cuerpos astrales o con
otros entes incorpóreos. El carácter fragmentario y
desordenado de los recuerdos que de estos sueños se conserva se
debe a que, durante los mismos, el cerebro no recibe las
impresiones transmitidas con toda perfección, o en razón de una
falta de práctica, desarrollo, etc.; el resultado es siempre una
especie de placa fotográfica velada".
Parto del supuesto de que el lector ya se ha convencido de la
realidad del fenómeno, o que por lo menos le interesa lo bastante
para aceptar la hipótesis. No discutiremos aquí la cuestión del
espiritismo en general, pues ello no contribuiría a solucionar los
problemas de la proyección astral; existen sobre el tema, además,
innumerables volúmenes escritos por personalidades mucho
más autorizadas que yo.
En este tratado nos ocuparemos principalmente de ciertas
peculiaridades del cuerpo astral que tienen lugar mientras gozamos
de vida física; y si bien es cierto que el cuerpo astral existe
durante y después de la muerte —como ya dije antes— ya otros se
han ocupado de su supervivencia, de modo que nuestro interés se
dirigirá al estudio del cuerpo astral en su actividad previa a la
separación definitiva de su equivalente físico.
Nos llamamos seres vivos, pero en realidad la parte material de
nuestro organismo no es más viva que una piedra. Es la
energía que se encuentra detrás del mecanismo físico lo que
realmente tiene "vida". Los propios nervios carecen de vida —si la
tuvieran, habríamos enterrado más de un cuerpo con vida—; es la
energía neural la que nos anima y el cuerpo astral es el
condensador de la energía nerviosa que utilizamos.
"¡Cómo!" exclamará el lector, "entonces el cuerpo
astral existe siempre". ¡Claro que sí! Son muchos los autores que, al
tratar de
la proyección astral, han manifestado su impresión de que el cuerpo
astral consiste en un proceso mental; pero no es ése el
caso. Si así fuera, ¿cómo podría un individuo muerto
repentinamente, procurarse instantáneamente su cuerpo astral? Además,
nadie podría poseer un cuerpo astral después de la muerte, salvo
el individuo lo bastante afortunado para haber oído alguna
vez del "proceso mental creador".
Así es lector, y tú, en este mismo momento, estás usando tu cuerpo
astral; él se halla afinado, podría decirse, para armonizar
con las vibraciones naturales de la sustancia material. Ahora
bien; existen factores capaces de bajar el tono o de elevarlos; y
aquellas fuerzas que pueden alterar la armonía existente son las
mismas que provocan la salida del cuerpo astral.
El cuerpo astral coincide con el físico en todo momento. Puesto
que ambos cuerpos se componen de "sustancias", es evidente
que ambos tendrán idéntica forma; de este modo, el espectro es,
por su aspecto, un duplicado exacto del cuerpo físico. En el
momento de lo que llamamos "muerte", el astral conserva
su semejanza con el físico, pero al cabo de no mucho tiempo, va
evolucionando hasta constituir un espíritu de composición mucho
más refinada.
La esfera de vibraciones a que nuestra existencia terrena se halla
limitada no abarca toda la creación; por consiguiente,
permanecemos ignorantes de las vastas realidades que nos
circundan. Cuando el espectro astral (cuyos ojos usas ahora,
lector, al leer estas líneas) sea hábilmente afinado y elevado su
registro —lo cual puede lograrse— esos ojos podrán ver otras
cosas además de los objetos familiares y el cuerpo astral podrá
liberarse del físico. El hecho de que los ojos, después de la
proyección, sean todavía capaces de ver, además de los seres
astrales las cosas terrenas, nos muestra también que el campo
de vibración ha aumentado.
Esto podría parecer paradójico a quien esté acostumbrado a la idea
de que la mente consciente forma parte del mecanismo
físico. En realidad el cuerpo material carece de mente en
absoluto, pero se aferra al astral, por así decirlo, que constituye el
"yo"
real y mediante el cual funciona realmente la mentalidad
consciente. Es erróneo atribuir al ser astral una supermentalidad pues
no la tiene. La mente consciente, como es sabido, es la mente del
cuerpo astral. Tu mente normal, lector, tu mente consciente y
todo cuanto ella contiene, es TU SER, todo lo que eres como
individuo, ahora y por toda la eternidad.
Existe, sin embargo, cl Subconsciente; esa vasta e insondable
superinteligencia, próxima a lo omnipotente, y sin embargo, no la
concebimos como lo individual, a diferencia de la conciencia. Los
más de los que creen en el "espíritu" tienen cierta tendencia a
pensar que el despertar en el campo astral equivale a verse dotado
de todas las facultades del subconsciente, pero no es así.
En efecto, el subconsciente mantiene con el ser exteriorizado
prácticamente la misma relación que con el interiorizado (dotado
de vida física).
Supón lector, por ejemplo, que tu cuerpo físico muriera en esto
mismo instante. Te encontrarías entonces en los dominios
astrales, todavía inalterado, no como un ser superinteligente,
sino exactamente con la misma mentalidad que antes, ni más ni
menos. Y esto es algo que no debe olvidarse: el cuerpo físico no
es más que materia desprovista de inteligencia, y hace las
veces de una capa con respecto al cuerpo astral.
Es lógico suponer que al tiempo del nacimiento, el astral —el Yo—
adquiere su existencia por medio de la omnipotente
inteligencia que es, fue y será, mientras la mente consciente de
este cuerpo sólo es una página en blanco lista para recibir
impresiones, para aprender y crecer.
No importa en qué etapa de la vida sobrevenga la muerte; nuestra
conciencia total, al fin de la existencia terrena, es la misma
que poseemos después de la expiración física.
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