domingo, 9 de diciembre de 2012


CONOCIMIENTO EN LA ANTIGÜEDAD DE LA EXISTENCIA DEL CUERPO ASTRAL

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"Existe un cuerpo natural (físico) y otro espiritual"; así lo dice San Pablo en su primera "epístola a los Corintios". La investigación

psíquica ha establecido, también, de antiguo, la creencia de que dentro de cada ser material existe un "doble" no material, un

ente secreto que coincide, con la mayor exactitud, con el organismo físico.

Son numerosos los informes, provenientes de acreditados hombres de ciencia, que prestan apoyo a la teoría de la existencia de

este ser no material el "cuerpo astral" tal como ellos lo designan corrientemente capaz de separarse de su contraparte física y

de existir con entera independencia de su morada material, intangible para los seres que lo rodean.

Aquí llamaremos a este enigmático fenómeno "proyección astral" o "exteriorización astral", siendo ambos términos sinónimos.

Son muchos los escritos teosóficos que se han ocupado del extraño fenómeno de la proyección astral, pero pese a todo el

conocimiento hasta ahora reunido apenas podemos considerarnos todavía en el jardín de infantes de la escuela del misterio.

En efecto, la exteriorización del cuerpo astral es, en realidad, el primer paso en la marcha hacia el reino desconocido que

llamamos "muerte", al cual tarde o temprano todos hemos de llegar. Así pues, lector, si este oscuro fenómeno ha hecho presa alguna vez de tu imaginación, si, de pie frente a un ataúd, has contemplado el frío cadáver y en reverente silencio te has

preguntado cómo ese ser hasta tan poco tiempo antes, animado de vida dotado de inteligencia, movimiento, pensamiento y

habla, exactamente igual que tú que ahora lo contemplas podía haberse convertido en una simple masa inerte; si te has

sobresaltado entonces al pensar que tú también habrás de convertirte un día en algo similar, entonces debe importarte la

proyección astral, puesto que no es grande la diferencia que separa la proyección astral de la muerte.

Para las grandes multitudes que nunca han experimentado el fenómeno y aún para aquellos que en una forma u otra se han

familiarizado con el mismo, deberá ser colocado necesariamente entre la categoría de las "teorías"; pero para el propio

proyector astral consciente, la exteriorización de la contraparte no material del cuerpo físico es una gran realidad, tan evidente

por sí misma como el hecho de hallarse vivo y dotado de conciencia.

Desde ya debemos advertir al lector que el autor de este libro se halla perfectamente familiarizado con el fenómeno y que ha

realizado cientos de proyecciones a lo largo de un período de más de doce años, proyecciones éstas no siempre agradables,

unas veces llevadas a cabo en forma consciente y otras sólo parcialmente consciente. La mayor parte del material que

constituye el contenido de esta obra procede de su propia experiencia.

Después de tantos años de proyecciones astrales he podido descubrir, gracias a la realización de numerosas experiencias en

este terreno, una innumerable cantidad de hechos y de hipótesis que explican esos hechos; muchos de los cuales, hasta donde

llegan mis conocimientos, permanecían todavía desconocidos o no habían sido tratados, por lo menos, en forma exhaustiva por

los investigadores de la ciencia teosófica.

No me es ajeno el hecho de que el mundo está poblado de escépticos, incapaces de ceder un ápice en sus convicciones y que,

pese a proclamarse a sí mismos "prácticos", se hallan cerrados a las nuevas posibilidades; estos individuos sólo saben pedir

"pruebas", permaneciendo ciegos a la evidencia de que el Camino conducente a la "Realidad" se halla cubierto con la niebla del

misterio; por eso me apresuro a declarar que si tú, lector, perteneces a esta raza sedienta de pruebas susceptibles de ser

medidas y pesadas mediante el limitado instrumento de los cinco sentidos humanos, será mejor que dejes ya este libro porque

no las habrás de encontrar aquí.

Claro está que el materialista rechazará de inmediato la idea de la Proyección Astral como un simple disparate. Su ídolo es la

"Razón"; ella es la luz que guía todos sus pasos. Se complace así bajo el imperio de lo que él llama "la divina antorcha de la

razón". Lástima que esta divina antorcha tenga un pequeño defecto y es éste que no arroja mucha luz que digamos sobre los

misterios de la vida...

La propia vida está más allá de la comprensión de la mente humana, y no digamos nada de la razón. Cuál de los cinco sentidos

del Materialista es aquel que le da una comprensión de la vida, de la creación, o del pensamiento y los procesos mentales, es

cosa que él ignora y sin embargo debe aceptarlo. A decir verdad, el Materialista está dispuesto a aceptar cualquier cosa sin un

mayor razonamiento. En efecto, podemos examinarlo todo, analizarlo hasta el día del juicio final y volver a examinarlo una y otra

vez, y sin embargo siempre resplandecerá por encima de nuestros esfuerzos lo inexplicable... Por otra parte, "No existe ningún

punto en las enseñanzas teosóficas mejor establecido, conocido de más larga data, o más perfectamente probado", dice William

Walker Atkinson, "que la existencia del cuerpo astral. Esta vieja doctrina de los Antiguos Ocultistas encuentra hoy su

corroboración en los experimentos e indagaciones de los Investigadores Psíquicos Modernos.

"El Cuerpo Astral correspondiente a cada persona es una réplica exacta del cuerpo físico del individuo. Está compuesto de una

fina materia etérea y se halla de ordinario en el interior del cuerpo físico. Por lo común, la separación del cuerpo astral de su

equivalente físico tiene lugar sólo con extrema dificultad, pero en el caso de los sueños, esfuerzos mentales grandes, y en

ciertas condiciones de naturaleza oculta, el cuerpo astral puede llegar a desprenderse y realizar largos viajes, desplazándose a

una velocidad sólo superada por la de las ondas luminosas.

"En estas salidas se halla siempre ligado al cuerpo físico por medio de una especie de larga película. Si este vínculo llegara a

romperse; el individuo moriría instantáneamente. Pero en los planos ordinarios de operación no se ha oído nunca,

prácticamente, de ese fenómeno.

"El cuerpo astral sobrevive largo tiempo al físico, pero con el tiempo llega a desintegrarse completamente. Sucede a menudo

que merodea por el lugar donde yace el cuerpo físico, pudiendo ser confundido con el espíritu de la persona fallecida, aunque

sólo se trata en realidad de una simple envoltura, un recubrimiento exterior más fino que el físico, del verdadero espíritu.

"Frecuentemente el cuerpo astral de una persona próxima a morir se proyecta hacia los amigos o seres amados, algunos

instantes antes de la muerte física, debido probablemente al vehemente deseo del moribundo de ver y ser visto antes de partir.

El cuerpo astral suele viajar, alejándose de su envoltorio físico, en los fenómenos Psicománticos, y visita lugares lejanos,

percibiendo todo cuanto allí acontece.

"También abandona el cuerpo durante los sueños que se conocen con el nombre de Psicománticos, o por acción de las drogas,

o en algunas de las fases más profundas de la hipnosis; en todos estos casos puede visitar extraños lugares y mantener,

incluso, conversaciones mentales con otros cuerpos astrales o con otros entes incorpóreos. El carácter fragmentario y

desordenado de los recuerdos que de estos sueños se conserva se debe a que, durante los mismos, el cerebro no recibe las

impresiones transmitidas con toda perfección, o en razón de una falta de práctica, desarrollo, etc.; el resultado es siempre una

especie de placa fotográfica velada".

Parto del supuesto de que el lector ya se ha convencido de la realidad del fenómeno, o que por lo menos le interesa lo bastante

para aceptar la hipótesis. No discutiremos aquí la cuestión del espiritismo en general, pues ello no contribuiría a solucionar los

problemas de la proyección astral; existen sobre el tema, además, innumerables volúmenes escritos por personalidades mucho

más autorizadas que yo.

En este tratado nos ocuparemos principalmente de ciertas peculiaridades del cuerpo astral que tienen lugar mientras gozamos

de vida física; y si bien es cierto que el cuerpo astral existe durante y después de la muerte —como ya dije antes— ya otros se

han ocupado de su supervivencia, de modo que nuestro interés se dirigirá al estudio del cuerpo astral en su actividad previa a la

separación definitiva de su equivalente físico.

Nos llamamos seres vivos, pero en realidad la parte material de nuestro organismo no es más viva que una piedra. Es la

energía que se encuentra detrás del mecanismo físico lo que realmente tiene "vida". Los propios nervios carecen de vida —si la

tuvieran, habríamos enterrado más de un cuerpo con vida—; es la energía neural la que nos anima y el cuerpo astral es el

condensador de la energía nerviosa que utilizamos.

"¡Cómo!" exclamará el lector, "entonces el cuerpo astral existe siempre". ¡Claro que sí! Son muchos los autores que, al tratar de

la proyección astral, han manifestado su impresión de que el cuerpo astral consiste en un proceso mental; pero no es ése el

caso. Si así fuera, ¿cómo podría un individuo muerto repentinamente, procurarse instantáneamente su cuerpo astral? Además,

nadie podría poseer un cuerpo astral después de la muerte, salvo el individuo lo bastante afortunado para haber oído alguna

vez del "proceso mental creador".

Así es lector, y tú, en este mismo momento, estás usando tu cuerpo astral; él se halla afinado, podría decirse, para armonizar

con las vibraciones naturales de la sustancia material. Ahora bien; existen factores capaces de bajar el tono o de elevarlos; y

aquellas fuerzas que pueden alterar la armonía existente son las mismas que provocan la salida del cuerpo astral.

El cuerpo astral coincide con el físico en todo momento. Puesto que ambos cuerpos se componen de "sustancias", es evidente

que ambos tendrán idéntica forma; de este modo, el espectro es, por su aspecto, un duplicado exacto del cuerpo físico. En el

momento de lo que llamamos "muerte", el astral conserva su semejanza con el físico, pero al cabo de no mucho tiempo, va

evolucionando hasta constituir un espíritu de composición mucho más refinada.

La esfera de vibraciones a que nuestra existencia terrena se halla limitada no abarca toda la creación; por consiguiente,

permanecemos ignorantes de las vastas realidades que nos circundan. Cuando el espectro astral (cuyos ojos usas ahora,

lector, al leer estas líneas) sea hábilmente afinado y elevado su registro —lo cual puede lograrse— esos ojos podrán ver otras

cosas además de los objetos familiares y el cuerpo astral podrá liberarse del físico. El hecho de que los ojos, después de la

proyección, sean todavía capaces de ver, además de los seres astrales las cosas terrenas, nos muestra también que el campo

de vibración ha aumentado.

Esto podría parecer paradójico a quien esté acostumbrado a la idea de que la mente consciente forma parte del mecanismo

físico. En realidad el cuerpo material carece de mente en absoluto, pero se aferra al astral, por así decirlo, que constituye el "yo"

real y mediante el cual funciona realmente la mentalidad consciente. Es erróneo atribuir al ser astral una supermentalidad pues

no la tiene. La mente consciente, como es sabido, es la mente del cuerpo astral. Tu mente normal, lector, tu mente consciente y

todo cuanto ella contiene, es TU SER, todo lo que eres como individuo, ahora y por toda la eternidad.

Existe, sin embargo, cl Subconsciente; esa vasta e insondable superinteligencia, próxima a lo omnipotente, y sin embargo, no la

concebimos como lo individual, a diferencia de la conciencia. Los más de los que creen en el "espíritu" tienen cierta tendencia a

pensar que el despertar en el campo astral equivale a verse dotado de todas las facultades del subconsciente, pero no es así.

En efecto, el subconsciente mantiene con el ser exteriorizado prácticamente la misma relación que con el interiorizado (dotado

de vida física).

Supón lector, por ejemplo, que tu cuerpo físico muriera en esto mismo instante. Te encontrarías entonces en los dominios

astrales, todavía inalterado, no como un ser superinteligente, sino exactamente con la misma mentalidad que antes, ni más ni

menos. Y esto es algo que no debe olvidarse: el cuerpo físico no es más que materia desprovista de inteligencia, y hace las

veces de una capa con respecto al cuerpo astral.

 

Es lógico suponer que al tiempo del nacimiento, el astral —el Yo— adquiere su existencia por medio de la omnipotente

inteligencia que es, fue y será, mientras la mente consciente de este cuerpo sólo es una página en blanco lista para recibir

impresiones, para aprender y crecer.

No importa en qué etapa de la vida sobrevenga la muerte; nuestra conciencia total, al fin de la existencia terrena, es la misma

que poseemos después de la expiración física.

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