LAS EXPERIENCIAS DE OLOVER FOX
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La única recopilación, detallada y científica de una serie de
proyecciones astrales conscientes y controladas por la voluntad que
haya llegado alguna vez a mis manos es la de Oliver Fox, publicada
en la Occult Review, en 1920 (págs. 256 a 264; 317 a 327).
Estos artículos se titulaban, respectivamente, "La puerta
pineal" y "Más allá de la puerta pineal", y compendiaban las
experiencias personales del autor. Trataré de resumirlos
rápidamente, citando literalmente tan sólo algunos pasajes de
excepcional importancia.
Con toda lógica, Fox empieza por someter alternativamente a
consideración del lector dos teorías a que podría acudirse para
explicar sus experiencias. Son éstas: la de los sueños
excepcionalmente vívidos, por un lado, y por el otro, la de las
proyecciones reales. ¿Cuál de éstas será la explicación correcta?
Fox reconoce que es extremadamente difícil probar
objetivamente la segunda de las teorías, considerando más prudente
por consiguiente, limitarse a describir sus propias
experiencias y resumir sus propios métodos de operación, en la
esperanza de que otras personas puedan llegar a obtener los
mismos resultados siguiendo sus consejos, y prueben a su vez, por
si mismos, la realidad de la proyección astral.
El primer paso (declara Fox) consiste en adquirir cierto control
onírico, si bien de tipo diferente el detallado en este libro.
Consiste aquél en llegar a adquirir, por la observación de alguna
incongruencia o anacronismo, el conocimiento de que se está
soñando. Cito aquí literalmente las palabras de Fox.
"Hace 18 años —era yo entonces estudiante de una escuela
técnica— tuve un sueño que me impulsó a iniciar mis
investigaciones. Soñé simplemente que me hallaba parado en el exterior de mi casa. Bajando la vista descubrí que las baldosas
de la vereda habían cambiado misteriosamente de posición
encontrándose ahora el lado mayor de las mismas paralelo y no
perpendicular al cordón. Entonces se me impuso la solución: pese a
todo lo real que parecía aquella mañana de verano, yo
estaba ¡soñando! Instantáneamente, la sensación de realidad se hizo cien veces más
vívida. Jamás habían resplandecido el
mar, el cielo y los árboles con tan magnífica belleza; hasta las
casas más modestas parecían rodeadas de una mística
hermosura. Jamás me había sentido mejor, más lúcido o más
divinamente poderoso. Era una sensación exquisita, superior a
cuanto puedan expresar las palabras; pero sólo duró unos instantes
y me desperté. Según llegué a saber más tarde, mi control
mental había sido vencido por mis emociones, de modo que el cuerpo
cansado hizo valer sus derechos y me obligó a regresar.
Entonces se me ocurrió una nueva idea, para mí, maravillosa:
¿Sería posible disponer a voluntad de la gloria de aquel sueño? ¿
Podría prolongar mis sueños?
"He subrayado el principio de este párrafo.5 Parece simple,
pero en la práctica hallé que era una de las cosas mas difíciles que
imaginarse pueda. Cien veces pasaba por alto las incongruencias
más ostensibles hasta que por último, salía al paso alguna
contradicción que me indicaba que estaba soñando; pero siempre la
conciencia de estarlo producía el cambio descripto más
arriba. Descubría que era capaz entonces de realizar a voluntad
pequeños trucos como, por ejemplo, levitaciones, pasajes a
través de paredes aparentemente sólidas, modelación de la materia
en nuevas formas, etc.; pero en estas primeras
experiencias sólo podía permanecer fuera de mi cuerpo un breve
lapso, y esta conciencia onírica sólo podía lograrla con
intervalos de varias semanas. Al principio mis progresos fueron
muy lentos, pero pronto realicé otros dos descubrimientos:
"1. La acción mental de prolongar el sueño producía un dolor
en la región de la glándula pineal, leve al principio, pero
intensificándose luego rápidamente, y yo comprendía
instintivamente que ésta era una advertencia para dejar de resistirme al
llamado del cuerpo.
"2. En los últimos instantes del sueño así prolongado, y
mientras experimentaba los efectos del dolor mencionado más arriba,
tuve una sensación de conciencia dual...
En el sueño podía sentirme a mí mismo de pie
y ver la escena circundante, no
obstante lo cual también podía sentirme, al mismo tiempo, acostado
en la cama y ver mi dormitorio. Así que el llamado de mi
cuerpo se hizo más fuerte, la escena del sueño comenzó a
desvanecerse; pero mediante un esfuerzo de la voluntad tendiente a
proseguir el sueño, logré hacer que el dormitorio se extinguiera y
que la escena onírica volviera a adquirir su aparente solidez..."
Entonces se le ocurrió a Fox: ¿Qué sucedería si, pasando por alto
el dolor, tratara de llevar todavía más lejos su conciencia
onírica? No sin alguna vacilación así lo hizo finalmente; entonces
sintió en su cerebro una especie de "clic" y se encontró a sí mismo
"encerrado" en su sueño. Ya no parecía hallarse ligado a su cuerpo
físico; la sensación de conciencia dual desapareció;
también se desvaneció su sentido ordinario del tiempo y se sintió
libre, en medio de un nuevo mundo. Fue ésta su primera
proyección consciente.
Sólo duró unos momentos. Debido en parte a un sentimiento de
extrema soledad, Fox experimentó una especie de pánico.
Inmediatamente, otra vez más volvió a oírse el extraño
"clic" cerebral y se halló de regreso en su cuerpo físico,
¡completamente
cataléptico! En forma muy gradual volvió a recuperar el control de
su organismo, moviendo los músculos uno a uno.
"Repentinamente el trance pasó, mis ojos se abrieron y me
sentí liberado. Salté de la cama con gran alegría e inmediatamente
me di de bruces en el suelo, presa de náuseas. Permanecí enfermo
los dos o tres días subsiguientes..."
A esta altura del relato, Fox enumera lo que a su parecer podían
ser los principales peligros vinculados con estos experimentos.
Helos aquí:
1. Insuficiencia cardíaca o demencia provenientes de shock.
2. Entierro prematuro.
3. Obsesión.
4. Corte del cordón.
5. Repercusión sobre el vehículo físico.
Claro está, apunta prudentemente nuestro autor, que estos tres
últimos sólo merecerán el desdén del hombre de ciencia
ortodoxo. Podemos agregar aquí que todos estos peligros son más
imaginarios que reales; en este volumen han sido tratados
cuidadosamente por Muldoon.
Veamos cómo sintetiza Fox las principales características de esas
proyecciones astrales:
1. El cuerpo parece estar en un estado de semirigidez que puede
aproximarse considerablemente al aparente estado
cataléptico ya descripto.
2. Aunque los ojos se hallan cerrados, el cuarto resulta
perfectamente visible, y también la atmósfera, de modo que se tiene la
sensación de contemplar pequeñas partículas de polvo iluminadas
por el sol o, en cierto modo, un resplandor dorado de
intensidad muy variable. Detrás de esto, por así decirlo, y
precisamente en la línea límite de visibilidad, se ve algo bastante
semejante a una masa de huevos de rana en vibración, de color azul
grisáceo.
3. Los sonidos físicos se oyen nítidamente.
4, En este estado el sujeto es susceptible de cualquier
alucinación, visión o sonido imaginables, o, desde el otro punto de vista,
el sujeto se halla dotado de clarividencia y clariaudiencia.
5. En este estado, especialmente si lo confunde con la vigilia, es
muy probable que caiga presa de un miedo
extraño e
irracional.
6. Posee una aguda conciencia de fuerzas atmosféricas
desconocidas, algo así como el sentimiento anticipatorio de una
tempestad, pero enormemente intensificado.
De acuerdo con los datos de Fox, éste nunca logró efectuar una
verdadera proyección sin una ruptura de la
conciencia. En todo
momento sentía que alguien o algo lo llevaba hacia atrás.
"Era como pasar al lado del Morador en el Umbral".6 Entonces, de
súbito, se le ocurrió la solución del problema: "Debía
obligar a salir mi Yo Incorpóreo a través de la puerta de la glándula pineal
de modo que se produjera detrás mío la ruptura esperada... En
estado de trance, esto tenía lugar mediante la simple
concentración del pensamiento en la glándula pineal y el vehemente
deseo de ascender a través de la misma. He aquí la
sensación experimentada: Mi yo incorpóreo se precipitaba hacia
cierto punto de la glándula pineal, lanzándose contra la puerta
imaginaria, en tanto que la luz dorada aumentaba en intensidad y
la habitación toda aparecía envuelta en llamas. Si el impulso
no bastaba para hacerme salir, entonces la sensación era inversa;
mi Yo Incorpóreo cedía en su propósito y otra vez volvía a
coincidir con mi cuerpo, en tanto que la Luz Astral disminuía a la
intensidad normal. A menudo, antes de que yo pudiera generar
la fuerza de voluntad suficiente para proyectarme, debía realizar
dos o tres tentativas. Era como si me precipitase hacia la
locura y la muerte, pero una vez que la portezuela se había
cerrado detrás mío, empezaba a gozar de una lucidez mental que con mucho
superaba a la vida terrena. Y así el miedo desaparecía... Abandonar el cuerpo
era entonces tan simple como salir de
la cama..." (Fox, con admirable precaución científica,
advierte a sus lectores que no tomen demasiado al pie de la letra lo dicho
acerca de la glándula pineal, pero afirma que son éstas las
sensaciones exactas y él tiene el convencimiento de que lo
declarado no se halla lejos de la verdad).
En la gran mayoría de sus experiencias, Fox asegura que había un
vacío en la conciencia (aparentemente durante sólo unos
instantes) entre su tentativa de pasar por la "puerta
pineal" y su estado de plena conciencia, fuera del cuerpo físico.7 Fox
logró
finalmente, sin embargo, realizar cierto número de proyecciones
con plena conciencia desde el principio. He aquí sus palabras:
"Fue ésta la culminación de mis investigaciones. Ahora podía
pasar de la vigilia ordinaria a este nuevo estado de la conciencia
(o de la vida a la 'muerte') y regresar, sin ningún vacío mental.
Es fácil decirlo, pero me llevó catorce años alcanzarlo." Nuestro
autor menciona tres tipos diferentes de "locomoción" del
cuerpo astral. El primero es el Deslizamiento
Horizontal, "alcanzado
mediante un esfuerzo puramente mental", por regla general
esto resulta fácil, pero cuando se siente tirar el cordón todo resulta
inútil; "es como si uno forcejeara contra una cuerda elástica
muy fuerte". También observó que siempre que se veía forzado a
regresar al cuerpo, tenía la sensación de ser arrastrado hacia atrás en la dirección del mismo. (En este libro se hallarán
perfectamente explicadas las razones de esta impresión).
El segundo método de la locomoción es una variante de la levitación muy similar al sueño típico de volar. De éste se nos dice
que es "fácil e inofensivo".
El tercer método es lo que Fox llama skrying; parece consistir en un brusco movimiento hacia arriba, similar al
de un cohete,
dotado de gran velocidad. De éste se nos dice que es "difícil
y peligroso". En el artículo antes citado se nos proporciona una
experiencia típica al respecto.
En cuanto a los seres
encontrados en estos viajes astrales, Fox
observa, primero, la ausencia total
de "elementales" u otros
seres terroríficos, de quienes con tanta frecuencia se ha afirmado
que habitaban el Plano Astral, el hecho de que casi siempre
era invisible para ellos, aunque a veces podía sentirse su presencia. Señala,
sin embargo, que nunca ha tenido suerte, pues en
caso de ser visto el ente recibe un shock y se asusta, produciendo
esta situación un shock correspondiente en su propio ser,
con el resultado final de arrastrarlo nuevamente, y de inmediato,
a su cuerpo físico (en este libro se encontrarán expresadas con
toda claridad las razones de todos estos fenómenos). En cuanto a
la escena circundante, era ésta casi siempre similar a la que
vemos en la tierra, aunque, por supuesto, eran muy frecuentes
algunos episodios extraños, probablemente más frecuentes que
los familiares. Un rasgo muy curioso e inusitado de las
experiencias de Fox es que nunca podía ver su propio cuerpo durante la
"proyección", aunque en cambio, por ejemplo, podía ver
perfectamente el cuerpo de su esposa. En la medida en que a mí se
me alcanza, éste es casi el único ejemplo registrado en que el
"proyector" no ve su cuerpo. La regla general no es sólo que lo
vea sino que es éste el primer objeto visto. La experiencia de Fox
resulta así, en este aspecto, casi única. En conjunto, sin
embargo, sus impresiones y experiencias son perfectamente típicas
y coinciden con las de otros investigadores, como veremos
mejor más adelante. Desgraciadamente la falta de espacio me impide
relatar la dramática y extraordinaria forma en que Fox
perdió esta facultad, después de haberla adquirido con tanto
esfuerzo y trabajo. En los artículos ya mencionados de los que
hemos extraído esta reseña, podrá encontrarse todo esto al
detalle.
5 Por la observación... etc.
6 Para el estudio de este tópico, véase Steiner: Initiation and its Results; también mi obra Higher
Psychical Development.
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