LOS JARDINES DE VERSALLES:
El gran Palacio de Versalles con la Galería de los Espejos, su Capilla real, sus salones monumentales y todas las cámaras reales fue el resultado de la creatividad y del poder de Luis XIV, deseoso de llegar a poseer “una segunda residencia” alejada de las incordiantes turbas de París, es decir, un palacio para descansar de su extenuante labor real. Luis XIV fue llamado al nacer Louis de Diedonné. Papá Luis XIII había estado casado 23caños sin tener varón alguno (pero deje para los programas del corazón la discusión sobre si el Cardenal Richelieu aportó algo más a este nacimiento que piadosas bendiciones). El nombre de Luis XIV daría pie a que éste monarca pasará a la historia como el Rey Sol. Está en manos de este niño”, y fue sin duda la obra de Campanella La Ciudad del Sol la que con el tiempo orientaría a Luis XIV a concretar su gran proyecto versallesco. El complejo de Versalles tiene un número mágico asociado, el tres, y esconde todo un proyecto místico simbólico. La habitación del rey está rodeada por siete apartamentos con los hombres planetarios, tres accesos desde París llevan al lugar, tres grandes patios, tres verjas… y el triángulo dorado de la Santísima trinidad presidiendo el altar de la Capilla. Lo realmente bonito del lugar son los Jardines de Versalles. Exponente máximo del concepto de jardín francés, se distingue éste por las siguientes características:
--La geometría del jardín es una geometría basada en ejes de simetría, en formas geométricas que ordenan parterres o moldean arbustos (¡viva Descartes!). --Las perspectivas que aparecen en senderos, marcados por alineaciones de árboles (tilos, robles, álamos, fresnos, cerezos, hayas…) centrando direcciones hacía accesos o escalas monumentales. La colocación de estatuas también refuerza esta visión. –El uso del agua a través de fuentes y estanques y canales donde la naturaleza se refleja y donde el Rey Sol se montó su pequeña Venecia privada. Luis XIV confío a André Le Notre el diseño de los inmensos jardines de Versalles entre 1660 y 1670 (el mismo jardinero que luego creo los jardines de Fontainebleu, Chantilly, Sain-Cloud y Clagny. Fue la inmensa intervención auspiciada por el Rey Sol en aquellos parajes naturales lo que llevó a Voltaire a decir “.Al morir Luis XIV la naturaleza descansó”. Ocupando “sólo” 8.000 hectáreas (protegidas por un muro de 43km) el gran jardín partió de un eje central de simetría con diversos estanques desde donde salen las avenidas secundarias hacia los 14 pequeños bosques. Hay hermosos parterres de césped con setos cortados decorativamente, parterres de césped con setos cortados decorativamente, parterres de flores, un estanque de 23 hectáreas y una profundidad de “perspectiva” del jardincillo que en algún punto llega a 5,5km. Por supuesto esculturas y fuentes con “efectos” hidráulicos exigieron notables cálculos matemáticos y habilidades ingenieriles. Sólo el invernadero acoge a 1.080 especies de árboles con formas esféricas. Es andando por Versalles cuando uno acaba de entender lo de la Revolución de 1978.
Laberinto ajardinado y algoritmos
Si en Chartres visitamos “laberintos dibujados” en el suelo, la idea de pasar a tres dimensiones dichas configuraciones medievales dio lugar a los laberintos—jardín “barrocos” donde los caminos son transitables y los setos de cierta altura, al no dejar ver el conjunto, ofrecen a los visitantes el juego de llegar al punto final. Si se dispone de piedrecitas o marcas cualesquiera es inmediato el algoritmo para hacer el recorrido correcto: ir marcando los inicios de todas las sendas que resultaron infructuosas. Merecen visita los laberintos de Aschaffenburg, Hampton Court, Horat, Belén de Escobar, Villa Pissina… y por supuesto el de André Le Notre en Versalles
FOTO JARDIENES DE VERSALLES
El gran Palacio de Versalles con la Galería de los Espejos, su Capilla real, sus salones monumentales y todas las cámaras reales fue el resultado de la creatividad y del poder de Luis XIV, deseoso de llegar a poseer “una segunda residencia” alejada de las incordiantes turbas de París, es decir, un palacio para descansar de su extenuante labor real. Luis XIV fue llamado al nacer Louis de Diedonné. Papá Luis XIII había estado casado 23caños sin tener varón alguno (pero deje para los programas del corazón la discusión sobre si el Cardenal Richelieu aportó algo más a este nacimiento que piadosas bendiciones). El nombre de Luis XIV daría pie a que éste monarca pasará a la historia como el Rey Sol. Está en manos de este niño”, y fue sin duda la obra de Campanella La Ciudad del Sol la que con el tiempo orientaría a Luis XIV a concretar su gran proyecto versallesco. El complejo de Versalles tiene un número mágico asociado, el tres, y esconde todo un proyecto místico simbólico. La habitación del rey está rodeada por siete apartamentos con los hombres planetarios, tres accesos desde París llevan al lugar, tres grandes patios, tres verjas… y el triángulo dorado de la Santísima trinidad presidiendo el altar de la Capilla. Lo realmente bonito del lugar son los Jardines de Versalles. Exponente máximo del concepto de jardín francés, se distingue éste por las siguientes características:
--La geometría del jardín es una geometría basada en ejes de simetría, en formas geométricas que ordenan parterres o moldean arbustos (¡viva Descartes!). --Las perspectivas que aparecen en senderos, marcados por alineaciones de árboles (tilos, robles, álamos, fresnos, cerezos, hayas…) centrando direcciones hacía accesos o escalas monumentales. La colocación de estatuas también refuerza esta visión. –El uso del agua a través de fuentes y estanques y canales donde la naturaleza se refleja y donde el Rey Sol se montó su pequeña Venecia privada. Luis XIV confío a André Le Notre el diseño de los inmensos jardines de Versalles entre 1660 y 1670 (el mismo jardinero que luego creo los jardines de Fontainebleu, Chantilly, Sain-Cloud y Clagny. Fue la inmensa intervención auspiciada por el Rey Sol en aquellos parajes naturales lo que llevó a Voltaire a decir “.Al morir Luis XIV la naturaleza descansó”. Ocupando “sólo” 8.000 hectáreas (protegidas por un muro de 43km) el gran jardín partió de un eje central de simetría con diversos estanques desde donde salen las avenidas secundarias hacia los 14 pequeños bosques. Hay hermosos parterres de césped con setos cortados decorativamente, parterres de césped con setos cortados decorativamente, parterres de flores, un estanque de 23 hectáreas y una profundidad de “perspectiva” del jardincillo que en algún punto llega a 5,5km. Por supuesto esculturas y fuentes con “efectos” hidráulicos exigieron notables cálculos matemáticos y habilidades ingenieriles. Sólo el invernadero acoge a 1.080 especies de árboles con formas esféricas. Es andando por Versalles cuando uno acaba de entender lo de la Revolución de 1978.
Laberinto ajardinado y algoritmos
Si en Chartres visitamos “laberintos dibujados” en el suelo, la idea de pasar a tres dimensiones dichas configuraciones medievales dio lugar a los laberintos—jardín “barrocos” donde los caminos son transitables y los setos de cierta altura, al no dejar ver el conjunto, ofrecen a los visitantes el juego de llegar al punto final. Si se dispone de piedrecitas o marcas cualesquiera es inmediato el algoritmo para hacer el recorrido correcto: ir marcando los inicios de todas las sendas que resultaron infructuosas. Merecen visita los laberintos de Aschaffenburg, Hampton Court, Horat, Belén de Escobar, Villa Pissina… y por supuesto el de André Le Notre en Versalles
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