ADIOS A LAS ALERGIAS PRIMAVERALES
Acabé exhausto de mi programa diario de ejercicios aeróbicos. Todas las mañanas corro de treinta a cuarenta y cinco minutos, más o menos. El problema es que la mayoría de las veces son menos que más.
Con el aire entre cortado me puse en posición de loto para relajarme con la meditación, en lo alto de una gran roca, mirando al sol. Sentía como sus rayos me acariciaban la cara, todo anunciaba que iba a ser una meditación placentera, pues además me iba a ir con un buen bronceado.
Cerré los ojos y oí unos ruidos extraños, parecía como si cascos de caballos retumbaran en el suelo. No sabía si era mi inconsciente el que fabricaba este sonido, por lo cual para salir de dudas, decidí abrir los ojos y observar mi entorno, no fuera que los caballos estuvieran de verdad en mi mundo real.
Así fue: cuatro jinetes montados a caballo, se acercaban inevitablemente hacia mi roca, donde me encontraba en posición de meditación. De esta manera no podía pasar desapercibido. Me dio vergüenza que me vieran meditando, por lo cual opté por observar el paisaje y esperar a que se fueran lo más lejos posible.
Los caballos eran preciosos, blancos, con una cola totalmente cuidada y peinada y con una crin abundante y perfectamente cortada. Nunca había tenido la oportunidad, de observar tan de cerca y durante tanto tiempo, a estos maravillosos animales. Emanaban fuerza y sensibilidad a la vez, dos cualidades casi contradictorias pero que sin embargo deberían de estar siempre unidas. Uno de los caballos se acercó más a mi posición. Sus ojos se dirigieron hacia mí, y de su cabeza salió una masa energética que impactó en mi mente, la cual se tradujo en mi cerebro con palabras y sentimientos.
- Estoy deseando que salgan, cuando las vea comeré muchísimas porque me sientan muy bien. Me hacen sentir más fuerte.- Me decía el caballo.
El sentimiento de bondad que desprendía ese animal no era comparable con nada, ni siquiera con el perro. Sé que los caballos vienen de Venus, fueron un regalo de nuestros hermanos venusianos a los terrestres, por lo cual muchas cualidades del planeta Venus les impregna. El amor y la sensibilidad son unas de ellas. De ahí que sean tan asustadizos por el exceso de sensibilidad que les caracteriza.
No entendía a lo que se refería el caballo, ¿que significaría?
- Estoy deseando que salgan.
En mi confusión mental, el tiempo pasó deprisa y los caballos desaparecieron del lugar donde me encontraba.
Sin nadie que me observara volví a situarme en posición de loto para intentar por segunda vez una corta meditación.
Esta vez en mi cerebro apareció un personaje diminuto y brillante. Su cabeza podía coger la forma de cualquier flor. Cambiaba continuamente de apariencia, de margarita pasaba a rosa, de rosa pasaba a amapola de amapola otra vez a margarita.
- Soy el gnomo que anima la floración. Antes que a ti he visitado a Hanneman y a Bach.
Enseguida caí en la cuenta de quién eran estos dos personajes. Hanneman es el padre de la homeopatía y Bach es el descubridor de las flores de Bach. Ambos descubrieron el poder de la naturaleza en sus hojas, flores y frutos. Como ayudan a la curación de las enfermedades y al equilibrio de los estados de ánimo.
- Coge los pétalos de las margaritas blancas que están a punto de salir. Mételos en agua y mantenlos un día junto con su noche, después cuela el agua y bébetela. Observarás que las primeras alergias primaverales desaparecen si haces esto durante cuatro semanas seguidas. – Dijo el gnomo -
- Los caballos lo saben, pero ellos se las comen directamente. Eso es lo que te ha querido decir ese caballo que te ha visitado – Continuó diciendo -
Ahora lo entiendo todo. El caballo, como no tiene manos ni autonomía para colocar pétalos de margaritas en agua y luego colarlos, no le queda más remedio que comérselas directamente del campo. Pero el agua es el mejor transmisor de propiedades que existe. Si coloco los pétalos en ella, será mucho más efectivo, pues sus virtudes se transmitirán al agua con mucha más fuerza e intensidad y nuestro cuerpo las asimilará rápidamente.
Creo que la Homeopatía y las flores de Bach han estado animadas por este simpático gnomo. Es más, creo que todos los descubrimientos que el ser humano relaciona con la casualidad, son inspirados por fuerzas sobrenaturales como las hadas, duendes, gnomos, extraterrestres, etc.
Ni siquiera las ideas innovadoras y pioneras son nuestras, nos las susurran al oído entidades que forman con nosotros una simbiosis, una unión inalterable en el tiempo y el espacio. Cuanto más evolucionemos nosotros, más evolucionan ellos. Así es la Creación, todos formamos parte de la misma masa energética, de ahí que las distintas dimensiones se ayuden entre sí.
Heliocentro
Acabé exhausto de mi programa diario de ejercicios aeróbicos. Todas las mañanas corro de treinta a cuarenta y cinco minutos, más o menos. El problema es que la mayoría de las veces son menos que más.
Con el aire entre cortado me puse en posición de loto para relajarme con la meditación, en lo alto de una gran roca, mirando al sol. Sentía como sus rayos me acariciaban la cara, todo anunciaba que iba a ser una meditación placentera, pues además me iba a ir con un buen bronceado.
Cerré los ojos y oí unos ruidos extraños, parecía como si cascos de caballos retumbaran en el suelo. No sabía si era mi inconsciente el que fabricaba este sonido, por lo cual para salir de dudas, decidí abrir los ojos y observar mi entorno, no fuera que los caballos estuvieran de verdad en mi mundo real.
Así fue: cuatro jinetes montados a caballo, se acercaban inevitablemente hacia mi roca, donde me encontraba en posición de meditación. De esta manera no podía pasar desapercibido. Me dio vergüenza que me vieran meditando, por lo cual opté por observar el paisaje y esperar a que se fueran lo más lejos posible.
Los caballos eran preciosos, blancos, con una cola totalmente cuidada y peinada y con una crin abundante y perfectamente cortada. Nunca había tenido la oportunidad, de observar tan de cerca y durante tanto tiempo, a estos maravillosos animales. Emanaban fuerza y sensibilidad a la vez, dos cualidades casi contradictorias pero que sin embargo deberían de estar siempre unidas. Uno de los caballos se acercó más a mi posición. Sus ojos se dirigieron hacia mí, y de su cabeza salió una masa energética que impactó en mi mente, la cual se tradujo en mi cerebro con palabras y sentimientos.
- Estoy deseando que salgan, cuando las vea comeré muchísimas porque me sientan muy bien. Me hacen sentir más fuerte.- Me decía el caballo.
El sentimiento de bondad que desprendía ese animal no era comparable con nada, ni siquiera con el perro. Sé que los caballos vienen de Venus, fueron un regalo de nuestros hermanos venusianos a los terrestres, por lo cual muchas cualidades del planeta Venus les impregna. El amor y la sensibilidad son unas de ellas. De ahí que sean tan asustadizos por el exceso de sensibilidad que les caracteriza.
No entendía a lo que se refería el caballo, ¿que significaría?
- Estoy deseando que salgan.
En mi confusión mental, el tiempo pasó deprisa y los caballos desaparecieron del lugar donde me encontraba.
Sin nadie que me observara volví a situarme en posición de loto para intentar por segunda vez una corta meditación.
Esta vez en mi cerebro apareció un personaje diminuto y brillante. Su cabeza podía coger la forma de cualquier flor. Cambiaba continuamente de apariencia, de margarita pasaba a rosa, de rosa pasaba a amapola de amapola otra vez a margarita.
- Soy el gnomo que anima la floración. Antes que a ti he visitado a Hanneman y a Bach.
Enseguida caí en la cuenta de quién eran estos dos personajes. Hanneman es el padre de la homeopatía y Bach es el descubridor de las flores de Bach. Ambos descubrieron el poder de la naturaleza en sus hojas, flores y frutos. Como ayudan a la curación de las enfermedades y al equilibrio de los estados de ánimo.
- Coge los pétalos de las margaritas blancas que están a punto de salir. Mételos en agua y mantenlos un día junto con su noche, después cuela el agua y bébetela. Observarás que las primeras alergias primaverales desaparecen si haces esto durante cuatro semanas seguidas. – Dijo el gnomo -
- Los caballos lo saben, pero ellos se las comen directamente. Eso es lo que te ha querido decir ese caballo que te ha visitado – Continuó diciendo -
Ahora lo entiendo todo. El caballo, como no tiene manos ni autonomía para colocar pétalos de margaritas en agua y luego colarlos, no le queda más remedio que comérselas directamente del campo. Pero el agua es el mejor transmisor de propiedades que existe. Si coloco los pétalos en ella, será mucho más efectivo, pues sus virtudes se transmitirán al agua con mucha más fuerza e intensidad y nuestro cuerpo las asimilará rápidamente.
Creo que la Homeopatía y las flores de Bach han estado animadas por este simpático gnomo. Es más, creo que todos los descubrimientos que el ser humano relaciona con la casualidad, son inspirados por fuerzas sobrenaturales como las hadas, duendes, gnomos, extraterrestres, etc.
Ni siquiera las ideas innovadoras y pioneras son nuestras, nos las susurran al oído entidades que forman con nosotros una simbiosis, una unión inalterable en el tiempo y el espacio. Cuanto más evolucionemos nosotros, más evolucionan ellos. Así es la Creación, todos formamos parte de la misma masa energética, de ahí que las distintas dimensiones se ayuden entre sí.
Heliocentro
No hay comentarios:
Publicar un comentario