viernes, 27 de mayo de 2011


HABITANTES INTRATERRENOS O DE SUPERFICIE

Martha   Rosenthal 
En noviembre de 1968, exactamente el 23 de noviembre, el satélite ESSA-7 tomó unas fotografías rutinarias de reconocimiento atmosférico del Polo Norte. Sorprendentemente, sólo dos años más tarde, iniciándose 1970, fueron entregadas a la Administración del Servicio de Ciencia del Medio Ambiente (ESSA), de los Estados Unidos. Fueron estas unas admiradas tomas que despertaron una vehemente discusión.
El Polo Norte mostraba con orgullo su corona de nubes —y por otro lado — señalaba la misma zona sin nubes. Todo hubiese quedado como materia de investigación, sin apuros y a futuro, si no hubiese sido por que esta última foto, apuntaba, donde hubiera debido estar el Polo, un inmenso agujero. Se despertaba así una de las controversias más sensacionales y célebres de la historia.
Son muchos los siglos en que se ha hablado sobre la teoría de la tierra hueca. Como en tantos otros temas, el hombre a veces cerrado y obtuso, apegado a paradigmas hoy obsoletos o al menos resquebrajados, insiste en ver para creer. Fue así como estas fotos reabrieron a nivel internacional los mitos y leyenda, sobre los habitantes y civilizaciones de la intratierra.
Antiguos relatos, nos hablan de civilizaciones secretas desarrollándose en las profundidades del planeta. Multitud de leyendas y tradiciones indígenas del continente americano, refieren la existencia de redes de comunicación entre ciudades subterráneas. Se cuenta en la mitología griega, que Orfeo intentó rescatar a Eurídice del infierno del sótano terreno; Gilgamesh el héroe babilonio visitó a Utnapishtim su antepasado en uno de estos profundos mundos; Agharta es el paraíso oculto en las profundidades, donde florece la mitología budista y Erks, es una civilización de seres extraños, humanos de gran sabiduría, que habitan bajo el territorio cubierto por Suramérica.
Prácticamente no hay cultura o civilización de la remota o cercana antigüedad, tampoco relato legendario, que no nos hable de que la Tierra tiene civilizaciones de superficie — léase nosotros— y otras de intratierra, por lo tanto el planeta es hueco.
En la literatura, recordemos a Julio Verne. Llama la atención que de sus múltiples relatos, algunos de ellos han demostrado — en el tiempo, como todo — ser realidades, comprobadas con minúsculas diferencias. ¿Sería sabio, también en esta oportunidad, presumir como cierto su relato “ Viaje al centro de la Tierra?” Contemporáneo con Verne, Edgar Alan Poe, nos habla en su muy conocida obra Las Aventuras de Arthur Gordon Pym, de personajes que penetran al interior de la Tierra a través de un volcán extinguido y encuentran frondosos bosques, nuevos enormes reptiles de la remota prehistoria y aturquesados cielos y mares.
Sin embargo, podríamos alegar que, como buen escritor, hacía gala de una creación acorde con lo que hoy conocemos como ciencia ficción, de no ser por la referencia que cede Amadeo Giannini, quien refiere que el pionero de las exploraciones aéreas por el polo, vicealmirante Richard E. Byrd, de la Armada norteamericana había no solo sobrevolado la Antártida y el Polo Norte, sino que también había penetrado en una de estas inmensas cavidades, en donde según su propio relato, veía bajo el aeroplano bosques cruzados de ríos, llanuras y lagos, y extraños animales.
Byrd, hablaba de que “ la tierra que traspasaba el Polo era un territorio encantado de permanente misterio”.
Cabe entonces preguntarse, ¿es ciencia ficción el relato de Poe, imaginación pura el de Verne y tal vez una teoría fantástica de Byrd, quien sólo deseaba aproximarse a las fábulas que hablan de una super civilización subterránea donde se conserva la fauna y flora que la raza humana destruyó con sus malos manejos? O...¿es la Tierra realmente hueca? ¿O tal vez todo cuanto relato aquí, pertenece al reino de lo mítico y legendario, hermano de la fantasía...?
Investigadores y científicos mecen sus trabajos buscando la respuesta que ya parece obvia.

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