miércoles, 18 de mayo de 2011


Enviado por Sefard

 
CÁRCELES SECRETAS
EL LADO OSCURO DE LA CIA
80.000 prisioneros en 20 países, un centenar de desaparecidos, 44 muertos (reconocidos), vuelos secretos con `detenidos fantasma´… la CIA ha montado desde el 11-S un entramado tan oscuro que ha salpicado a políticos y Gobiernos. Frente a sus métodos, tres hombres –desde la ONU, el Consejo de Europa y una ONG– luchan e investigan para que se cumpla la ley. XLSemanal ha hablado con ellos.

«Tenemos que trabajar… el lado oscuro», dijo con su habitual tono de voz bajo y grave el vicepresidente de Estados Unidos, Dick Cheney, cinco días después del 11-S. No jugaba a ser Darth Vader en La guerra de las galaxias, sino que más bien se presentaba –en descripción de Newsweek– como la versión sombría de Jack Nicholson en Unos pocos hombres buenos: «¡No podéis soportar la verdad!».

Y es que la verdad no es fácil de soportar: desde el 11-S, EE.UU. ha detenido a 80.000 personas en prisiones dispersas por una veintena de países. Hoy, 14.500 sospechosos están retenidos sin cargo en nombre de la guerra contra el terrorismo en los llamados «agujeros negros» o prisiones secretas. Sin hablar de los desaparecidos, cuya cifra se desconoce y que The Washington Post cifra en un centenar. Ni de las `bajas´. En octubre, el Departamento de Defensa norteamericano desclasificó 44 autopsias de prisioneros muertos durante su detención en lugares bajo control americano. Ocho de esas muertes se describen como resultados de interrogatorios (estrangulamientos, asfixias, heridas) llevados a cabo por agentes de la CIA y fuerzas especiales de la Marina. Los otros fallecimientos naturales se atribuyen a «enfermedades cardiovasculares».

Que se produjesen excesos por parte de los servicios secretos no es en sí mismo una sorpresa. En septiembre de 2002, el jefe de Contraterrorismo de la CIA, Cofer Black, lo decía claramente ante el Congreso: «Hay un antes y un después del 11-S. Después del 11-S nos hemos quitado los guantes». Lo alarmante es la dimensión de esos excesos que se llevan a cabo dentro de un entramado internacional, en el que EE.UU., aunque lidera la operación, no es el único implicado. Sus consecuencias afectan también a España.

EL PROGRAMA. Las denuncias sobre la existencia de cárceles secretas saltó a la luz el 2 de noviembre del año pasado, cuando The Washington Post se hizo eco de las acusaciones de la organización de derechos humanos Human Rights Watch sobre las actividades ilícitas de la CIA. «Las prisiones secretas en Europa del Este –afirmaba el diario–, las técnicas extremas en los interrogatorios, las fortalezas volantes para trasladar a sospechosos de terrorismo, los asesinados de supuestos miembros de Al Qaeda con misiles lanzados desde aviones Predator… todas esas acciones de la CIA forman parte de un programa, conocido en clave con las siglas GST, que está considerado como el mayor despliegue de operaciones clandestinas desde la Guerra Fría.»

Según el Post, Bush impulsó personalmente el programa seis días después de los atentados del 11-S. Su firma, estampada en un informe presidencial ultrasecreto, confirió a las agencias de inteligencia unos poderes y una capacidad de acción que incluían técnicas de interrogatorio como la inmersión en el agua, los golpes en el cuerpo, la privación del sueño, el aislamiento… «Tenemos una agencia de espionaje porque va a tener que violar las leyes fuera de nuestras fronteras», se justifica el agente Duane R. Clarridge. «Si no quisiéramos hacer esas cosas miserables, entonces no tendríamos una agencia de espionaje. Nos bastaría con el Departamento de Estado.»

En noviembre de 2001, en un editorial de Newsweek titulado Es tiempo de pensar en la tortura, Jonathan Alter, que hasta entonces pasaba por ser liberal, se preguntaba si era lícito utilizar «al menos la tortura psicológica». El 44 por ciento de los encuestados por la revista consideraba que la tortura está «a veces o frecuentemente» justificada. Mark Bowden, autor del ensayo El oscuro arte del interrogatorio, afirmaba sobre la oposición a la tortura que «hay pocos imperativos morales tan válidos en lo general que se quiebren con más facilidad en lo particular». Pero el debate en los medios no era sino el eco de un ajetreado mar de fondo. Por entonces, la Administración Bush ya le había dicho formalmente a la CIA que no podría ser perseguida por el uso de ninguna técnica, excepto que causase la «pérdida de un órgano» o «la muerte».

El centenar de prisioneros `desaparecidos´ en las cárceles de la CIA pertenecen a dos categorías. Unos 30 son sospechosos de importancia y han sido encerrados en varios «agujeros negros» gestionados por agentes de la CIA. Una segunda categoría –70 reos– engloba a los de menor importancia, cuyo valor en términos de inteligencia resulta limitado. Estos prisioneros han sido o están siendo entregados a los servicios de inteligencia de países como Egipto, Jordania, Marruecos o Afganistán, en un proceso denominado «extradiciones extraordinarias».

EL OTRO GUANTÁNAMO. Afganistán es, probablemente, el eje principal de la red global de centros de detención. Allí es fácil hacer desaparecer a la gente y peligroso investigar qué ha sido de ellos. Los periodistas del periódico británico The Guardian que lo intentaron concluyen que «Afganistán se ha convertido en el nuevo Guantánamo».

El doctor Rafiullah Bidar, director de la Comisión de Derechos Humanos para Afganistán, creada en 2003 con fondos del Congreso de EE.UU. para investigar los abusos cometidos por los señores de la guerra, asegura que «todo lo que hago hoy en día es escuchar quejas contra el Ejército americano. Miles de personas han sido detenidas. Los que han sido liberados dicen que estuvieron arrestados con extranjeros, pero nadie ha sido identificado ni acusado. Y cuentan algunos malos tratos que no te los puedes ni creer».

Hay una veintena de cárceles de éstas en Afganistán, pero las dos que controla la CIA son una instalación en Bagram, en la base aérea, y otro conocida como Salt Pit, en una fábrica de ladrillos abandonada en el norte de Kabul, en la que se dice que hay 1.500 prisioneros. Tampoco se sabe exactamente en qué países se encuentran los otros centros de detención, aunque hay cárceles documentadas en Pakistán, Uzbekistán, Jordania, Egipto, Tailandia, Malasia, Indonesia y la isla británica de Diego García en el océano Índico. Los detenidos son frecuentemente trasladados en vuelos encubiertos, por eso los llaman «detenidos fantasma». Robert Baer, un ex oficial de la CIA en Oriente Medio, explica cómo funciona: «Cogemos a un sospechoso o lo arreglamos para que uno de nuestros países socio lo haga. Entonces, es enviado en un transporte civil a un tercer país, donde, no nos llevemos las manos a la cabeza, utilizan la tortura. Si quieres un buen interrogatorio, lo envías a Jordania. Si quieres que lo maten, a Egipto o Siria. En cualquier caso, EE.UU. no puede ser culpado porque no hace el trabajo sucio».

TORTURA POR ENCARGO. Lo que los juristas estadounidenses llaman «extradiciones extraordinarias» son para los defensores de los derechos humanos «torturas por encargo». Una flota entera de aviones, entre ellos un Boeing 737, se encarga de esta misión. Los reactores, la mayoría del modelo Gulfstream V, pertenecen a una empresa llamada Premier Executive Transport Services y, además de dirigirse a los países habituales antes mencionados, también lo han hecho a Polonia y Rumanía. Según la investigación de la revista alemana Stern, los aviones suelen hacer escala en algún lugar en ruta y unos fornidos hombres suben a los aparatos. Se ponen guantes y mascarillas antes de recoger a los pasajeros del vuelo. Los atan, los visten con la ropa naranja que tantas veces hemos visto en la televisión y los amordazan. A veces, les inyectan tranquilizantes, otras les permiten ver una película durante el vuelo; curiosamente, suele ser de espías. Los pasajeros de «Air CIA», como llama Stern a los vuelos, son calificados en EE.UU. como «combatientes ilegales enemigos».

Muchos de esos `enemigos´ han pasado por nuestro continente. Tras las denuncias sobre los vuelos en Polonia y Rumanía, el Consejo de Europa –un organismo de defensa de los Derechos Humanos, independiente de la Unión y capaz de imponer sanciones y denunciar a los países infractores– solicitó las imágenes tomadas entre 2002 y 2005 por la sede del Centro de Satélites de la Unión Europea, que está en Torrejón. Aunque los países afectados no se opusieron, varios de los 25, entre ellos el Reino Unido y España, mostraron «reticencias».

Finalmente, Torrejón facilitó las imágenes. Con esas pruebas, el Consejo considera demostrados los secuestros de sospechosos de terrorismo en Europa por parte de los servicios secretos de EE.UU., así como la «subcontratación de la tortura». Según The Guardian, el año pasado el Gobierno británico permitió que 210 vuelos de estas características pasaran por su territorio. Pero Blair se ha negado siempre a una investigación parlamentaria alegando que no existen pruebas, a pesar de que Amnistía Internacional (AI) dio a conocer hace pocas semanas una investigación en la que se documentan 114 vuelos de la CIA que utilizaron el espacio aéreo europeo. Ese informe, titulado Por debajo del radar, apunta a España. Aunque ya en noviembre el ministro Moratinos admitió que vuelos de la CIA, registrados a nombre de empresas privadas y con todos los papeles en regla, habían utilizado los aeropuertos de Palma de Mallorca, Ibiza y Tenerife, AI descubre también el uso de los de Málaga y Barcelona. Las escalas de cuatro aviones Gulfstream procedentes de Guantánamo aparecen documentadas. Sus destinos, tan sospechosos como: Bagdad, Libia, Azerbaiyán y Macedonia.

EL `EFECTO CASABLANCA´. El ex secretario de Estado Colin Powell advirtió del cinismo de los gobernantes europeos, haciéndose los ignorantes: «Hay algo de la película Casablanca en todo esto. Como cuando el inspector de Policía dice: `Estoy escandalizado de que este tipo de cosas esté pasando´».

A Putin le faltó tiempo para recordárselo a Merkel cuando, en una visita a Rusia en enero, la canciller alemana le mencionó las violaciones de derechos humanos en Chechenia: «El diálogo debe ser de igual a igual y no podemos decir que en todos los países de Europa occiental todo vaya bien en materia de Derechos Humanos».

En enero, el pleno del Parlamento Europeo aprobó la creación de una comisión, que se prolongará durante un año, para investigar la presunta implicación de los Gobiernos de la Unión en la trama de la CIA que, a juicio de The Washington Post, se ha descontrolado incluso para los agentes de Langley. El propósito inicial del programa encubierto de la CIA consistía en interrogar a la veintena de líderes de Al Qaeda directamente responsables de los atentados del 11-S y amenazas inminentes a la seguridad nacional. Sin embargo, a medida que se fue incrementando el número de pistas sobre Al Qaeda, la CIA empezó a verse al cargo de más y más prisioneros cuyo valor en términos de información y vinculación al terrorismo estaba menos claro. Según un funcionario de inteligencia, «hoy están encerrados muchísimos individuos que no cumplen con los parámetros iniciales» y tampoco, reconoce, hay un plan para reemplazar el programa de cárceles clandestinas, a pesar de que en la propia CIA muchos creen que no será fácil mantener en secreto los detalles de esta gigantesca y `oscura´ operación. Al agente le faltan las palabras: «Es un follón de mil demonios».

Lourdes Gómez y Noelia Sastre
 
Tortura sensorial

El historiador norteamericano Alfred McCoy, dedicado desde hace años a estudiar la práctica de la tortura, asegura que cuando vio las primeras imágenes de Abu Ghraib supo al instante que llevaban la firma de la CIA. «La famosa foto del hombre encapuchado y atado con cables subido a un cajón de madera no deja lugar a dudas. Hay dos evidencias claras: los brazos extendidos, lo que hace que en última instancia sea la víctima quien se cause dolor a sí misma, y los capuchones sobre la cabeza. La combinación de ambos métodos forma parte del inconfundible patrón de la tortura psicológica, desarrollada por encargo de la CIA y otros servicios secretos aliados hace ya más de 50 años, durante la Guerra Fría.»

«El Proyecto Manhattan de la psique», en palabras de historiador, es similar a lo que sucedió con el desarrollo de la bomba atómica. En aquella época se reunieron científicos estadounidenses, británicos y canadienses y pusieron en marcha un programa secreto de investigación. «Experimentaron con drogas ampliadoras de la conciencia, sin mucho éxito. El punto de inflexión se produjo cuando un psicólogo canadiense descubrió los efectos de la privación sensorial. Aquello supuso una verdadera revolución en la práctica de la tortura. A los prisioneros se les ponen gafas oscuras o un capuchón sobre la cabeza, se emplean tapones para los oídos… Al cabo de 48 horas, estas personas se han convertido en psicóticos. Ese aislamiento total hace sufrir enormemente a las víctimas y, en su desesperación, acaban volviéndose hacia su interrogador. Quieren hablar, suplican, necesitan contacto humano. Todo lo contrario ocurre con la tortura física, que acrecienta la sensación de enemistad y de rechazo, de reafirmación en la negativa a cooperar. La tortura física, y eso lo sabían ya los romanos, no sirve de nada.»

Tortura a medida. Los métodos, explica McCoy, se han ido adaptando a las distintas peculiaridades y sensibilidades culturales. «En el mundo árabe, por ejemplo, la desnudez lleva consigo una gran vergüenza. Hombres desnudos, obligados a masturbarse, humillados en suma. En Guantánamo incluso se contaba con psicólogos y psiquiatras encargados de descubrir las debilidades de cada prisionero y trabajar con sus miedos y fobias. De hecho, Guantánamo es un gran laboratorio de torturas.»
 
Cómo hemos llegado a esto

11-SEPTIEMBRE-2001. Al Qaeda atenta en EE.UU. Hasta entonces, dice el Gobierno, nunca se había considerado recluir a terroristas fuera del sistema legal estadounidense. Newsweek, en cambio, asegura que la CIA ya envió presos a Egipto con Clinton.

12-SEPTIEMBRE-2001. El jefe de Contraterrorismo de la CIA defiende crear cuerpos especiales para eliminar uno a uno a los implicados. Algunos agentes opinan que es mejor capturarlos con vida e interrogarlos. No creen que la CIA sea efectiva en los asesinatos selectivos.

17-SEPTIEMBRE-2001. El presidente George Bush firma una licencia general que otorga a la CIA amplios poderes en la guerra contra el terrorismo, entre ellos, matar, capturar y detener a miembros de Al Qaeda en cualquier punto del planeta.

OCTUBRE-2001. Se estudia dónde establecer las cárceles secretas. Una sugerencia fue en navíos en aguas internacionales. Se rechazó por seguridad y logística. También se pensó en el lago Kariba, en Zambia, similar a la isla de Alcatraz. Se desechó por insalubre.

NOVIEMBRE-2001. El número de prisioneros en Afganistán se dispara. Tanto, que algunos son encerrados en contenedores y mueren asfixiados. La CIA, alarmada, pide al Congreso dinero para montar un sistema carcelario en el país. La petición es atendidda.

ENERO-2002. Donald Rumsfeld declara tajante: «Los individuos de Al Qaeda y los talibanes bajo el control del Departamento de Defensa no tienen el estatus de prisioneros de guerra en lo que se refiere a la Convención de Ginebra de 1949».

28-MARZO-2002. La CIA detiene a su primer pez gordo, Abu Zubaida, jefe de operaciones de Al Qaeda, en Pakistán. Es trasladado a una cárcel clandestina en Tailandia. Se hace público y las autoridades tailandesas piden su cierre. Hay que buscar nuevos emplazamientos.

JULIO-2002. Alberto Gonzales, asesor de Bush, reúne en la Casa Blanca a altos mandos de Justicia y Defensa. A propuesta de la CIA, aprueban el waterboarding, mojar una tela sobre la cara del reo, que siente que se ahoga, pero rechazan fingir enterramientos.

26-SEPTIEMBRE-2002. El ingeniero canadiense Maher Arar, de origen sirio, es detenido en Nueva York y enviado a Siria. Pasa diez meses en una celda de un metro. Lo torturan. Tras descubrirse que había sido vinculado por «error» a Al Qaeda, lo liberan. Ha perdido su trabajo y sufre ansiedad crónica.

DICIEMBRE-2002. Rumores de un ataque de Al Qaeda. Rumsfeld autoriza nuevas técnicas. La CIA tiene a Mohammad al-Qatani, el secuestrador número 20. Fue «acosado, obligado a ponerse un sujetador, a bailar con un hombre y enfrentado a un perro». El general Craddock testificó que el resultado del interrogatorio era satisfactorio.

17-FEBRERO-2003. Abu Omar, líder religioso de una mezquita de Milán, es secuestrado por 13 agentes de la CIA. Tras varios traslados, lo llevan a El Cairo. Puesto en libertad 14 meses después, llama a su mujer y le cuenta que ha sido torturado. Vuelve a desaparecer.

5-FEBRERO-2003. Powell declara ante la ONU que hay contactos entre Al Qaeda e Irak. Se basa en la confesión de Al-Libi, instructor de Al Qaeda. La confesión fue obtenida por «métodos no permitidos por la Convención de Ginebra» y Al-Libi se desdijo posteriormente.

VERANO 2003. Rumsfeld envía a Irak al comandante de Guantánamo Geoffrey Miller para imponer los `interrogatorios estratégicos´. La estrategia en cuestión consiste en decir a los oficiales «suaviza a ese tipo para nosotros» o «dale un repaso», según el sargento Javal Davis.

23-SEPTIEMBRE-2003. Un Boeing 737, procedente de Afganistán, aterriza en Szymany, Polonia. Según los agentes fronterizos, viajaban siete ciudadanos norteamericanos y otros cinco subieron al aparato. Comienzan las sospechas sobre los vuelos de la CIA.

31-DICIEMBRE-2003. El alemán Khaled el Marsi es detenido en Macedonia. Estuvo 23 días drogado en un hotel. Se despertó en Afganistán. Durante cuatro meses lo interrogaron y torturaron. Un día lo soltaron en Albania. Lo habían confundido con un terrorista llamado igual que él.


MAYO-2004. Se publican las fotos de las torturas en Abu Ghraib. El escándalo es ratificado por el periodista de New Yorker Seymour Hersch, que publica un informe secreto del Pentágono. Documenta «maltrato sádico, descarado y gratuito».

JULIO-2004. Arrecian las críticas contra Guantánamo. Intervienen los tribunales. La CIA decide renunciar al pequeño enclave bajo su mando en la base militar. Tenía previsto convertirlo en una cárcel de última generación, independiente de la autoridad militar.

MAYO-2005. Amnistía Internacional publica 60 métodos de interrogatorio que, según declaraciones de prisioneros, emplean los norteamericanos: desde caminar descalzos sobre alambre de espino hasta la aplicación de electroshocks y apaleamientos.

OCTUBRE-2005. Defensa reconoce que 44 prisioneros bajo su custodia han muerto por diferentes causas, algunas relacionadas con los interrogatorios. También admite que desde el 11-S ha retenido a más de 80.000 personas en diferentes puntos del planeta.

NOVIEMBRE-2005. Human Rights Watch denuncia los vuelos de la CIA que transporta prisioneros a terceros países para que sean torturados. Esos vuelos incluyen Polonia y Rumanía. The Washington Post confirma las denuncias y habla de las cárceles secretas.

ENERO-2006. El Senado de Estados Unidos apoya un acta del republicano John MacCain, un veterano de guerra torturado en Vietnam, en la que se especifica que todos los prisioneros deben adaptarse a la Convención de Ginebra.

FEBRERO-2006. El Parlamento Europeo pone en marcha una investigación sobre la implicación de los Gobiernos europeos en la trama de las cárceles secretas. Al mismo tiempo, el Consejo de Europa reclama información sobre los vuelos de la CIA.

ABR
IL-2006. Se dan a conocer los detalles de cientos de vuelos de la CIA que usaron el espacio aéreo europeo e hicieron escala en sus aeropuertos. Algunos se vinculan directamente con prisioneros desaparecidos. España aparece implicada.

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