martes, 4 de enero de 2011

DESDE LO QUE FUIMOS HASTA LO QUE DEBEMOS SER

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DESDE LO QUE FUIMOS HASTA LO QUE DEBEMOS SER (I)



Cuando comúnmente decimos â€œYo soy” o â€œYo existo” nos estamos refiriendo a que nos reconocemos como individuos separados del resto de la humanidad, a que nuestra conciencia nada tiene que ver con la de los demás, y a que nos reconocemos como individuos con un libre albedrío y una voluntad propia. Esto es lo que en esoterismo llamamos “autoconsciencia” y es lo que nos diferencia en un grado muy elevado de los reinos que nos siguen, sin embargo y sabiendo que la vida evoluciona a través de la forma, (cuerpos materiales) para alcanzar este grado de consciencia hemos tenido que pasar por otros similares a los que tienen actualmente el mineral, el vegetal y el animal.


Todo lo existente en el universo tiene vida y esa vida evoluciona a través de las formas, sean dinámicas o estáticas e inertes, pero la Vida Universal Una tiene un mismo origen y ese origen es Dios. Uno de los propósitos de la vida, o mejor dicho, de Dios, es que la vida adquiera consciencia a través de las formas y que esa consciencia evolucione hasta el mismo grado que Él como Padre y Creador. Así es que, nosotros, como individuos autoconscientes actualmente, hemos de admitir que tuvo que haber un principio donde no lo éramos y tiene que haber una meta a la que la propia evolución nos llevará a adquirir la consciencia universal.


Nuestro origen está unido al planeta Tierra como éste lo está a su vez al sistema solar, la vida evolucionante que anima nuestros cuerpos tiene el mismo origen que la que anima un planeta, la diferencia está en el grado de consciencia del Espíritu que anima los cuerpos no en el tamaño o forma de los cuerpos. Con esto quiero decir que la vida que anima una forma inerte como el mineral, en un futuro lejano la animará como forma vegetal y animal para, por fin, adquirir una autoconsciencia como la nuestra y reconocerse como un yo independiente. Para comprender esto veamos cuál es nuestro origen como Espíritus o vidas separadas de Dios.
Sin querer profundizar demasiado para no complicar al estudiante o principiante, diremos que cuando Dios (nuestro creador y origen) desea manifestarse lo hace por medio de una creación como es el sistema solar. Para nosotros un sistema solar solo tiene forma material y vida pero para que ese sistema solar haya surgido de los confines del espacio y se mueva, y evolucione, y cumpla un propósito y muera, ha tenido que haber deseo, sentimiento, voluntad e inteligencia para que evolucione y mantenga sus órbitas. Por tanto, un sistema solar es la expresión de un gran Espíritu que llamamos Dios como nuestro cuerpo es la expresión de nuestro Espíritu, y lo mismo que el sistema solar surge de lo invisible (a nuestros ojos) hasta que se crea la materia y ésta se cristaliza, también ocurre lo mismo con nuestro cuerpo. El Espíritu es el polo opuesto de la materia pero es la vida procedente de ese Espíritu la que evoluciona a través de las formas materiales utilizándolas para adquirir experiencias y desarrollar la conciencia.

Antes de que se creara y cristalizara la materia de lo que hoy llamamos sistema solar, nosotros, como espíritus vírgenes, existíamos (aunque ya diferenciados “en” y “por” Dios) en nuestro propio mundo espiritual. Como parte de Dios éramos omniconscientes y teníamos todos sus poderes latentes pero no éramos autoconscientes como individuos y, por tanto, ni los podíamos ni los sabíamos utilizar como tal, eso se conseguirá al final de esta manifestación de Dios cuando alcancemos nuestra meta de perfección espiritual. Desde entonces y hasta hace unos millones de años, cuando obtuvimos el grado de humanos, hicimos un descenso hacia el mundo material comúnmente llamado “involución” y durante esa involución de la vida hacia la materia se consiguieron los siguientes objetivos:

1º.- La adquisición de varios cuerpos de diferentes grados de vibración o densidad de materia que, en nuestro estado actual, llamamos cuerpo físico, cuerpo etérico, cuerpo de deseos y cuerpo mental.
2º.- Con la ayuda de otros espíritus también creados por Dios en otras manifestaciones anteriores (Ángeles, Arcángeles….) se construyó o condensó el sistema solar con nuestro planeta que es nuestro campo de experiencia y evolución.
3º.- Comenzamos a adquirir los diferentes grados de conciencia que nos han ayudado a ser lo que somos actualmente.

El primer grado de conciencia fue similar al que actualmente tienen los minerales, es decir, una conciencia de trance profundo, en el cual y como es lógico, no éramos consciente del mundo físico como no lo es el mineral. El mineral evoluciona, como podemos ver en sus muy variados aspectos de forma y densidad, y lo hace gracias a los impactos del exterior (frio, calor, magnetismo, transformaciones que hace el hombre, vibraciones…) Cuando esa vida ha adquirido cierto grado de conciencia a nivel planetario y en forma grupal, (no hay aún individualidad) se individualiza un poco y comienza su evolución en formas vegetales duras y grotescas para ir adquiriendo sensibilidad y terminar con las formas bellas y delicadas que conocemos. Esta evolución en el reino vegetal hace que la vida tome más contacto con el hombre y que las vibraciones de éste y de los muy diferentes medios de desarrollo y ambientes le faciliten un superior grado de conciencia al que se suele llamar de sueño sin ensueños. En esta etapa, además del cuerpo físico, también obtuvimos un cuerpo etérico o vital que nos permitía crecer y reproducirnos. Después, la evolución de la vida a través de las formas y con la ayuda de las Jerarquías Creadoras (Espíritus ante el Trono) pasamos a utilizar cuerpos similares a los que conocemos como animales (no fuimos animales sino que adquirimos una conciencia similar a la que ellos tienen ahora) Esa conciencia es la de sueño con ensueños que es como la que tenemos cuando soñamos y similar a la que tienen los animales. A la vez adquirimos un cuerpo de deseos que nos permitía manifestar deseos, sentimientos y emociones y es al final de esa etapa (similar a los animales domésticos más evolucionados) cuando nos facilitaron la mente, lo que nos permitió obtener una nueva conciencia que llamamos de vigilia por medio de la cual somos conscientes del mundo físico. Así es que, mientras involucionábamos como vida espiritual desde los mundos espirituales hacia el físico a la vez que se condensaba el planeta, adquiríamos los cuerpos que hoy tenemos y los grados de conciencia que nos permiten decir “Yo soy” o “Yo existo”.


Nuestro estado actual evolutivo ha hecho que perdiéramos la consciencia de los mundos superiores donde antes sí lo éramos como Espíritus pero, a la vez, nos ha facilitado la autoconciencia del mundo físico y de nosotros mismos, a lo que hay que añadir el libre albedrío y la voluntad como expresión del Espíritu. Nuestra siguiente meta es volver a adquirir la consciencia de los mundos superiores donde vamos (como almas) después de cada muerte de nuestro cuerpo físico y para ello estamos renaciendo. El Renacimiento y la Ley de Consecuencia que administra nuestro karma son las Leyes Divinas que hacen que nuestras experiencias de cada vida se conviertan en la voz de la conciencia que nos advierte cuando vamos a hacer mal (porque ya lo hicimos) y nos tortura cuando lo hemos hecho. Las reencarnaciones, las experiencias, son como las clases y los días que durante años enseñan a un niño lo más básico para que después sepa moverse y progresar responsablemente en la vida. En cada vida aprendemos de las experiencias y extraemos la quintaesencia de las mismas que serán la base para que la próxima sea mejor y para que elevemos la conciencia un poco más hacia nuestro Espíritu y hacia Dios.


Al igual que Dios experimenta y obtiene y eleva Su conciencia gracias a Sus creaciones o manifestaciones, también nosotros lo hacemos con cada reencarnación y a través de nuestros cuerpos. Una vez que nuestra evolución nos ha permitido obtener los diferentes cuerpos y grados de conciencia, no podemos ir marcha atrás para renacer (como algunos dicen) como animales ni en ninguna otra clase de forma. En cada renacimiento y de acuerdo a lo experimentado y desarrollado en las anteriores vidas, hacemos los trabajos necesarios en los mundos superiores (invisibles a nuestros ojos físicos) para conectar los nuevos y más desarrollados cuerpos (mental, de deseos, etérico y físico) a nuestra Alma o Yo superior, el cual recogerá el fruto de las experiencias de la vida y lo unirá (lo positivo) al fruto o conciencia de las anteriores. Así es que cuanto mejor uso de los cuerpos y mejor voluntad, y mejores acciones, mejores resultados obtendremos de cada vida y menos renacimientos tendremos que hacer hasta alcanzar el próximo grado de conciencia.


Nuestro futuro pasa por obtener la conciencia de los mundos superiores al igual que hemos obtenido la del mundo físico; por la no necesidad de renacer y, por tanto, vencer a la muerte; por vencer al cuerpo de deseos y a la mente concreta que son los que nos apegan a la materia y nos hacen ver un mundo no real; por identificiarnos con nuestro propio Yo superior y actuar como él; y por ser creadores, como espíritus, y respecto a otras formas evolutivas como hicieron algunas jerarquías con nosotros hace millones de años

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