ALTERNATIVA EXTRATERRESTRE EL AMOR
EL AMOR
Cada relato, cada film, cada leyenda, tienen siempre consigo la escena del amor entre una pareja. No se concibe una película sin esta escena. También nuestro relato tiene la imagen tan acostumbrada, pero es necesario que así sea, pues el amor, el hombre y la mujer y su unión, son el principio de otro sinfín de respuestas que presiden nuestra vida y nuestros anhelos.
El tiempo y el clima me hacían pensar que estábamos en primavera, cuando tuve que acompañar a una asamblea o reunión a mi hermano; previamente tuve que ordenar los elementos de estudio que el día anterior habían ocupado mi tiempo. Cada recipiente de cristal, con los que Manor y Lerón habían manipulado, tuve que alinearlos por tamaños sobre repisas de madera noble, que se apilaban ordenadamente encima del butacón y de la mesa larga de operaciones. Posteriormente cambié mi túnica por la de color más fuerte y apropiada para salir, y con sumo gusto cogí una fruta parecida a la manzana que había sobre un frutero redondo, para saborearla entre mis vigilias de ese nuevo día. Por fin traspasé la puerta para irrumpir en el camino donde esperaba Manor, con una sonrisa en sus labios.
‑ ¿Cómo sabías que saldría en este momento? ¿Llevas mucho tiempo esperando?
‑Yo te desperté a la hora precisa y por tanto deberíamos coincidir, como así ha sido.
‑Es una suerte tener este sentido que puede influenciar el sueño del otro.
‑Existen vínculos de comunicación diversos, entre los hombres y entre los animales. Incluso las plantas desarrollan ciertas pautas comunicativas.
El principio de la comunicación es el mismo que el del teléfono tradicional. Sólo a través del elemento preciso, se puede comunicar y éste está patente en el espacio y en el tiempo. E1 elemento comunicativo o vía de comunicación más efectivo, es la luz, puesto que graba las impresiones e imágenes que se dan en su seno y las mantiene y transporta eternamente. Nosotros proyectamos esta luz en una profunda oscuridad alimentada y ese valor de contraste nos selecciona esas imágenes e impresiones que se filtran en la excitación de ambos principios: luz, tinieblas.
Debes de pensar Juan, que el alma de la Divinidad es precisamente la luz, debido a que tal elemento no obedece a ninguna ley limitadora. El hombre ha aislado la luz en sus diversas partículas, pero lo cierto es que simplemente ha comenzado a intuir su naturaleza física, olvidándose del elemento psíquico y espiritual.
‑ ¿Quieres decirme que la luz tiene ambos elementos?
‑Tú observa nuestro sistema solar y verás un Sol que alimenta los dinamismos físicos, psíquicos y espirituales del sistema planetario o células, con sus enzimas que somos nosotros. Ahora imagínate que la luz en su elemento primordial, tiene precisamente soles autónomos que potencialmente son capaces de portar un orden genético‑biológico, psíquico y espiritual; es decir que por sí solos pueden crear principios expansivos de vida y existencia.
‑ ¿Como si fueran millones y millones de pequeños Dioses que van juntitos de la mano y que forman un rayo luminoso que nosotros vemos?
‑ ¡Muy bien!, este ejemplo capta en síntesis aquello que te quería decir. El elemento primordial de la luz, no es ni mas ni menos que un Dios potencialmente reducido a la escala más pequeña, pero que reúne todos y cada uno de los elementos informativos de un orden infinito de posibilidades manifestativas. Algún día llegará, que recogiendo los rayos luminosos provenientes de los más lejanos orígenes, veremos plasmados los secretos más sutiles de la existencia. La luz lleva en su seno la semilla germinadora de nuevos órdenes y nuevos planteamientos. Ama la luz y ella te informará a cada instante con nuevos conceptos y nuevas energías.
Era maravillosamente ameno esperar el nuevo día que siempre te traía conocimientos nuevos, y mi espíritu gritaba por dentro: ¡gracias maestro!, mientras procuraba cariñosamente la mirada de Manor que me acogía con el carisma de su amor y reconocimiento. Nos acercábamos a la sala del consejo y mi hermano inexplicablemente retrasó sus pasos, y poniéndose a la zaga me empujaba a caminar hacia el interior de la estancia. Ascendimos los escalones, pasando bajo unas columnas semejantes a los edificios griegos como el Partenón. Topamos con una puerta de madera recia, de color oscuro con incrustaciones doradas, que tuvimos que rebasar para entrar en una sala circular 1lena de asientos alineados en círculos concéntricos y que a semejanza de un estadio se superponían en desnivel hasta cierta altura considerable, de manera que la cabeza de cada persona sobresalía de las otras y así todos se observaban recíprocamente. Confundida con los hermanos, mi mirada iba recorriendo los rostros familiares que cada día me obsequiaban con sus sonrisas. ¡En un instante, toda la adrenalina de mi cuerpo se agolpó en el estomago, para proyectarme como un autómata hacia una mujer que entre los hermanos miraba especialmente mi alma! Esa mirada era distinta, yo veía sus ojos, pero los suyos hablaban a mi corazón con un lenguaje particularmente distinto al de cualquier otro ser humano; incluso diferente al idioma de la fraternidad que yo había experimentado. No sólo era mi espíritu quien se excitaba en ese momento, también mi cuerpo estaba motivado extrañamente. La mujer, con una túnica semejante a la mía, con cabellos negros y rostro aparentemente normal, encerraba un carisma atractivo para mí, pero que no podría racionalizar. Sentía que un protagonismo extraño y potente me empujaba a amarla por encima de mi voluntad. Se acercó y cogiéndome las manos entre las suyas, me miró profundamente, dejando asomar dos lágrimas que resbalaban lentamente por sus mejillas.
‑ ¡Amado mío, cuánto he esperado este momento! Llevaba conmigo una carga de emocionalidad que debía entregarte para que fecunde entre nosotros por nuestro amor. Ahora tú cogerás tu protagonismo y crecerás para dirigirme y complementarme, siendo dos en uno y ese uno macho en tu espíritu y hembra en el mío.
Tomé un anillo que me entregaba, y se lo puse en su dedo haciéndola mía desde ese momento, Después solamente nos miramos diciendo tantas cosas, que no podría expresarlas mejor que con el silencio que vivimos en ese instante y la elocuencia de nuestros ojos y manos que se acariciaban constantemente.
Manor se adelantó por fin a mi altura, y me dijo:
‑Ahora estás completamente lleno de tu identidad. Santifica esta unión y vive feliz este momento, porque no la verás más hasta que un día en tu mundo aparezca frente a ti, después de cumplir aquello que te hemos programado.
Ella me miraba con felicidad a pesar de estas palabras, como si ya supiera de antemano de esta espera. Y ahora, al momento de recordar estas imágenes, mi espíritu tiene la certeza de que pronto he de encontrarla para reunirnos y partir a nuestro hogar de felicidad. Ya no me importaba la reunión o la asamblea, que de un momento a otro comenzaría con toda solemnidad; trasladé con mis ojos la súplica a Manor, que cogiéndonos de los hombros nos sacó del edificio y nos empujó al lago que aquella mañana parecía más bonito que nunca. Puso en mis manos una tinaja de barro, con vino en su interior y en las manos de la mujer un trozo de pan. Descendimos entre los árboles a la orilla del agua, donde nos sentamos uno frente al otro.
¿Cuál es tu nombre?
‑Me llamo Galina.
Partimos el pan y comimos al unísono bebiendo a continuación. En medio de nosotros yo sentía la presencia de Él, que puso un manto blanco entre ambos, y así con esta imagen y este recuerdo, evoco aquel momento que tanto me hace añorar a mi amada. Un beso fue la despedida y un beso será el encuentro. Aquella noche en el reposo de mi sueño, fui arrebatado en el espíritu y visité el "porqué" de todas estas cosas. Por un momento vislumbré el futuro de mi retorno, que ahora al escribirlo estoy viviendo y aquellas caras de mis hermanos me parece haberlas visto en aquellos que están próximos a mi espíritu en este tiempo y mi amada está presente en mi ánimo esperando a que haya concluido mi trabajo para partir en un total abrazo de amor.
En otra de las ocasiones propicias, pude preguntar a mi hermano:
‑ ¿Cómo es el amor por una mujer?
‑Querido hijo, nunca se tiene edad suficiente para amar, pues el tiempo del amor es eterno, y si éste fecunda los corazones de los amantes, se perpetua eternamente en el devenir de las existencias, pasando por las distintas experiencias del amor creativo, pasional, tolerante, doloroso y así constantemente para descubrir a cada instante el amor más grande que reposa en la cuna de la confianza, de la libertad, del equilibrio y del deseo constante. Vosotros hijo mío, cuando aseguráis que amáis a una mujer, enseguida revestís ese amor de celos, de desconfianza, de inseguridad y lo que es peor de posesivismo, que termina por matar el amor y acercar vuestros corazones a la tristeza y a menudo al odio contra todo lo que vosotros interpretáis como enemigos de vuestro amor. Amar es vivir intensamente la alegría que se despierta en tu propio corazón y alimentar esta alegría, dándole todo lo que su lógica demanda. Hacer fuerte y seguro este ánimo, dividiendo tu amor en tantas partes como sean necesarias para cubrir las tristezas que lo amenazan. Nosotros multiplicamos el amor de la pareja, pues de nuestro propio amor reservamos una parte para hacerla andrógena con la que nos pertenece por intimidad. Así cuando el amor propio se encuentra con el del ser amado, nunca se encuentran dos, sino todos y cada uno de los que has fortificado y alimentado en tu corazón. La linfa de la vida y de la creatividad es el amor, sin él, todo se apagaría. Debes escalar los grados de esta virtud, a través de su comprensión y de su sentimiento. Aquel que es tocado por este privilegio no puede permanecer triste u opaco. Debes tomar esta herramienta y ascender al conocimiento de lo absoluto. Pocos han descubierto el sentido del amor carismático entre el hombre y la mujer. La respiración de Dios en este misterio, hace feliz a cada cuerpo, a cada pensamiento y a cada espíritu, que sólo añoran servir esta respiración para engrandecer la naturaleza de lo Divino y ser engrandecidos a través de esta voluntad. Vuestro mundo está triste por no poseer este misterio que acercaría al hombre a la creatividad de un devenir perfecto de armonía, paz y justicia.
‑Gracias Manor, creo que estoy enamorado.
‑Existen descubrimientos y verdades interiores que tú sientes especialmente y que no puedes transmitir a los demás por no existir un lenguaje apropiado; pero tu amada, tu compañera, es la única que fecunda este descubrimiento interior y lo riega y alimenta durante tu paso en la vida. Tú te sabes vivo y trascendente, continuado y presente entre la certeza y la plasmación de la misma, que tu amada custodia celosamente, por ser el fruto de la unión carismática. Llega un momento de perfecta comunión y tú y ella os miráis en el mismo latido, compartiendo lo fecundado y descubierto en vuestra operatividad y simbiosis.
Así te amo Galina. Visítame en cualquier cuerpo, posee cualquier alma, pero bésame de nuevo, pues estoy cojo sin ese sentido que sólo tu presencia sabe darme.
LA AUTOSUFICIENCIA
Intento ahora contener brevemente en unas hojas los conceptos tan benéficos que recibí en el camino y búsqueda de la autosuficiencia y del sentido de individualidad dentro de la comunidad. Un día previo al desayuno de la mañana, coincidimos varias personas en torno a Manor, que me hablaba como intentando meter en mí este sentido de autor responsabilidad.
‑Desearía de todo corazón que toda tu vida estuviera marcada por un sentido real de autosuficiencia y de autor responsabilidad. Todo aquello que el hombre necesita responderse, está en su interior y debe con esfuerzo hacerlo revivir en su memoria y en su conocimiento.
Mientras hablaba, todos los hermanos grababan con gran sentido de respeto, todas las enseñanzas. Y no porque estas cosas no las conocieran, sino porque son viejos conocedores del poder de la revelación y en el momento que uno de ellos encarna el verdadero conocimiento, todos los demás se someten al carisma de la gnosis, que vincula a los espíritus y las conciencias que lo sirven. Después de mi estancia en la ciudad, he conocido y visto muy pocos hombres que sean capaces de atraer hacia sí el verdadero conocimiento o sabiduría, pero a aquel que lleguen estas líneas, yo le pido que si siente por la boca de otro esta profunda verdad, comulgue con todo su corazón y se una a esta gnosis, puesto que serán esos momentos, los más intensos de su vida. Como venía diciendo, era Manor quien en ese momento portaba el conocimiento y continuó hablando a mi interés expectante:
‑La verdad no es fácil ciertamente. Cada hombre deberá esforzarse para conseguir llegar a su verdadera identidad, que le hace existir y motivarse por una u otra cosa. En la misma forma que un ser se siente vivo, porque se alimenta y se mueve en su aspecto físico, el alimento trascendental de su existencia, está en responder a todos y cada uno de los "porqués" que sea capaz de plantearse. La vida de un individuo, no puede responder a cuestiones planteadas por una idea, otro individuo, o en definitiva, algo que no nazca de la verdadera naturaleza de su identidad. El hombre debe encontrar su verdadero puesto y alimentar su constante crecimiento evolutivo. En vuestra civilización Juan, es fácil ver a masas terribles de hombres que se mueven impersonalmente en torno a una imagen, un político, un eslogan o cualquier otro aspecto exterior. Estos hombres no son más que instrumentos de esa otra entidad que los arrebata, su verdadera personalidad. Estas personas querido hijo, no son más que muertos‑vivos, de ahí la frase de Jesús: "Dejad que los muertos se ocupen de los muertos, porque yo he venido para los vivos". Mi verdadero ejemplo hacia ti no es otro que el de empujarte a que cojas tu verdadera identidad espiritual y no dejándote influenciar por otras entidades, trates de realizar aquella verdad que se te ha de revelar en tu existencia; porque no eres como tú crees ser, sino como el espíritu te va mostrando en cada nueva experiencia.
‑Pero tú no ignoras que el ser uno mismo, engendra sufrimiento y dolor, pues cualquiera que se opone a la mayoría, perece por ella.
‑Esta dicho: "Sed astutos como serpientes y cándidos como palomas". Tú no has venido al mundo para combatir, pues tú no eres hijo de la guerra, sino de la paz. Que sean ellos los que combatan entre sí por su impotencia. Deberás ser la llama que prenda sus mechas ya preparadas. Está también dicho por el Maestro de los Maestros: "Yo no he venido al mundo a traeros la paz, sino la discordia", y precisamente por ser consciente de su responsabilidad espiritual, no podía sustraerse a su protagonismo. Cuando la verdad prende en el hombre, el sentido del dolor y del sufrimiento cambia a un nuevo concepto de asimilación, pues es este dolor y sufrimiento el polo que empuja a perseverar en esa identidad real y aislada. Como te he dicho en otras ocasiones, tú eres potencialmente un universo, por contener dentro de ti millones y millones de espermatozoides; o lo que es lo mismo, seres vivos, y esta simple verdad debe empujarte a una ética o comportamiento responsable y en un verdadero sentido de inquietud hacia tu verdadera identidad. También te he dicho que todo aquello que se plantee en tu interior como problemático, tiene una respuesta que reside inherente en el mismo planteamiento y lo uno y lo otro son parte de la evolución misma. Gracias a esta motivación tú creces en identidad y protagonismo. Nada deberá pararte en esta búsqueda. Un problema no puede frenarte; si no puedes resolverlo hoy, mañana te vendrá la respuesta en la manera menos inesperada. Nosotros somos conscientes de ver la sonrisa de nuestro Padre Creador en el autosuficiente y responsable de sus capacidades, porque es así que nos asemejamos a su identidad, y es sólo así, con esta capacidad de ser enteros, con la que podemos producir equilibrio y seguridad a los demás. Una comunidad de cojos no podrá jamás competir en una carrera pedestre, así pues una comunidad perfecta no puede albergar en su interior personas no definidas, puesto que en ese caso la comunidad estaría pendiente de reacciones nuevas y contrarias en el sujeto no apto para tal experiencia.
¿Debo entender entonces, que es la comunidad, la que debemos proyectarnos como meta?
‑No Juan, la comunidad no es una meta sino un medio más o menos propicio en el camino de la evolución. La individualidad es algo que la puedes poseer y con tu libre arbitrio dirigir o condicionar, pero la comunidad no puede ser condicionada ni poseída por ti, pues ella obedece a otra lógica superior que ha puesto a estos individuos y a estas conciencias aquí y no allí, con estas capacidades o con aquellas. Bien entendido que no se puede dejar a esta lógica superior los problemas de la convivencia y de la subsistencia más elemental. Podría entenderse que la comunidad está confiada a un gobierno, como vosotros decís en vuestras sociedades, pero este planteamiento es en el fondo una carencia del real sentido de la individualidad, pues ya te expliqué el fundamento de la comunidad regida por la ley que reside en cada ente y no por la mayoría parlamentaria o por una u otra autoridad. Es precisamente esta idea de posesión de la comunidad por parte de un gobernante o de cualquier otra entidad dirigente, la que hace las revoluciones y las guerras en vuestro orden.
‑Pero existen diversos comportamientos, que no pueden ser asumidos individualmente, sino que necesitan de la colectividad para su realización.
‑Lo que te estoy explicando no rompe con esta afirmación que me haces. Existen operatividades reservadas a la colectividad y otras que forman parte del protagonismo individual, pero en ningún caso el hombre debe acercarse a ellas sin el sentido de ser él en esta realización y no de ser el otro que le condiciona o dirige en la operación. Nosotros hemos observado este principio de autosuficiencia contemplando el universo vivo formado por soles, planetas y galaxias; como cada uno de los astros y de los planetas más pequeños, no renuncian nunca a su verdadero protagonismo vital, a pesar de saberse ínfimos e incomparables con la masa universal y cósmica que los contiene. Todos en la economía creativa son absolutamente irremplazables y este sentido de autosuficiencia, contribuye al devenir de la Divinidad. Nada está, perdido al azar, precisamente porque el azar no existe y así cada elemento contiene instintivamente la memoria pensante y viva de saberse parte de un macro‑cosmos.
‑Todo lo que me dices está muy bien Manor y yo te comprendo perfectamente, pero la realidad de la convivencia diaria te impide observar este principio.
‑Está escrito que sólo llegarán los mejores, precisamente por una elección de calidad que llevará a la raza al mejoramiento y adquisición de una mayor conciencia universal. Yo sé muy bien que la vida diaria atenta contra este planteamiento, pero a semejanza del principio de los anticuerpos que tu organismo desarrolla para combatir la, enfermedad, así cada experiencia vivida y asimilada en el dolor o el sufrimiento, será un anticuerpo que te inmunizará contra otras presiones y afecciones.
¿Te imaginas que nuestra civilización de un sólo signo evolutivo dejara por debilidad fermentar algún sentimiento de odio o de desamor?, este caso no es posible a nuestro nivel, precisamente porque cada uno es autosuficiente y sólo puede producir armonía y nunca desamor o violencia.
‑ ¿Al menos tendréis reservas mentales, puesto que esto es lo último que el hombre destierra de su interior?
‑Cuando el niño nace no lleva colgado de su cuerpo o de su alma, tal condición de "reservas mentales", esto no es natural en el hombre. La sangre sí es natural, el pelo es natural, el pensamiento correcto es natural también, pero no así estas reservas que sólo se alimentan de vuestra debilidad y de vuestra imposibilidad de rechazar algo que no os pertenece. Nosotros no hacemos las cosas por o con relación a otro que está enfrente, puede más el sentido del "deber hacer" en sí mismo y por esta circunstancia no se puede fecundar otro sentimiento o planteamiento que por naturaleza debe pertenecer a tu prójimo. Sé que esto es duro de entender, si se tiene en cuenta que nos puede mover un sentimiento ego centrista, pero es precisamente esta posibilidad, la que nos empuja a la autosuficiencia constante en todos los órdenes y a producir equilibrio a la colectividad. Es efectivamente cierto, que determinadas operatividades competen a la colectividad y éstas son asumidas con el mismo sentido de autor responsabilidad por todos nosotros, como un solo cuerpo y una sola conciencia. En tal campo no puede abonar la reserva mental, puesto que no crecería nunca. Esta posibilidad está erradicada de nuestra sociedad. Hemos observado vuestras formas de vida y lo primero que hemos constatado es la presencia de un tirano con millones de tentáculos y con gran poder, que lleva sobre su cabeza un cartel que dice: "consumo", y que os esclaviza matando vuestra alma y vuestro sentido de protagonismo. Nos hemos acercado a uno de vuestros niños y le hemos preguntado cuál era la flor más bonita, él nos ha respondido que nunca tuvo una en sus manos. No obstante, el niño se sabía de memoria todos los films y todos los comerciales que salían reproducidos en la televisión. Pudimos comprobar que este niño, a semejanza de otros, no tenía pautas de comportamiento individual, y funcionaba condicionado v codificado a semejanza de tantos otros, respondiendo a las directrices dictadas por este monstruo llamado consumo. Esta circunstancia es muy grave para vuestra subsistencia y vosotros no hacéis nada por remediarla, puesto que alimentáis al monstruo con más necedad y con más alimento nocivo y deletéreo.
Después de este pensamiento y esta reflexión tan crítica de Manor, quedé impresionado por la posibilidad de haberse perdido este sentido de individualidad en los niños, pues tal circunstancia podría en cierto modo atentar a la subsistencia, como él afirmaba. Después de contemplar y observar a los niños a mi regreso, comprobé esta certeza, que produce sólo sujetos masificados e instrumentalizados por el monstruo de la estupidez humana. Es lamentable pero absolutamente cierta, esta observación de mi maestro.
‑En vuestra civilización existe latente en el hombre el sentido de manada, propio de la evolución animal. Las personas tienden a juntarse para satisfacer su autosuficiencia y buscan consciente o inconscientemente un jefe que los dirija y los encamine en su futuro. Tal planteamiento es en su raíz totalmente primitivo y semejante a los animales que son dirigidos por un alma colectiva. El hombre no está conducido por esta alma, sino que reside en él la Inteligencia pensante y deliberadora que en pocas o en ninguna ocasión, ponéis en práctica. Vosotros llamáis inteligente a aquel que es capaz de desarrollar un mayor ejercicio mental o de asimilación de determinados conocimientos. Para nosotros ser inteligente significa saber atraer e interpretar la verdadera sabiduría, que no reside tanto en el hombre, como en el mismo cosmos de una forma inmaterial y sólo obediente a una lógica superior.
‑ ¿Entonces, la idea de jefe se debe excluir o romper de nuestro orden social?
‑A lo largo del tiempo, observo en ti precisamente esta imagen de sumisión a una autoridad o sentido de inferioridad que yo no te he dado jamás. Tú me crees un maestro y además piensas que mi espíritu es superior al tuyo. Esto querido Juan es dejarse condicionar sólo por tu naturaleza negativa que tratará por todos los medios de disuadirte en lo que debería ser la verdadera comunión o fraternidad. El hombre deberá asimilar para su futura convivencia la necesidad de respetar la justicia y la jerarquía con un planteamiento no de sumisión o condicionamiento, sino con una cualidad que no gobierna o impone, a la vez que los gobernantes deben aceptar la idea de no poseer a los gobernados. La verdadera autoridad es la ley, que es inmaterial e incontenible en su naturaleza. Todas estas cosas te fueron explicadas por el gobernador y tú todavía no las sientes en tu interior. No basta con comprenderlas, deberás entrar en el ámbito de las relaciones reales del espíritu, que te empujan a una verdadera fraternidad de hombres y mujeres no condicionados por este mal.
Yo me quedé meditando largo rato en estas últimas palabras de mi hermano, pues en el fondo me dolía intensamente que no pudiera llegar a sentir este carisma especial que él me anunciaba y que yo intuía próximo a mi corazón. No obstante no era difícil para mí saberme amado sin ninguna mancha, a la vez que mi amor y mi gratitud no estaban mermados o mezclados con otros sentimientos negativos o condicionantes. Justo en ese instante, me miró y me dijo:
‑ ¿Has comprendido bien Juan?
‑No sólo he comprendido, creo haber entendido e intuido interiormente lo que tú me dices y este sentido me acerca un poco más a vosotros y a vuestro ánimo y presencia.
Todo este capítulo ha impresionado enormemente mi corazón, puesto que la mayoría de sus planteamientos rompía a cada instante con una imagen o conocimiento interno, que me habían inculcado desde pequeño, bien la sociedad o bien mis padres y educadores. Todas las palabras de Manor podrían entenderse con un sentido de ruptura hacia todo lo que nos rodea, incluso atentaba con la imagen del amor del prójimo, siendo en realidad el mensaje de amor y justicia a más alto nivel que he recibido en mi vida. Al momento de escribir estas páginas he recorrido un largo camino con este planteamiento, que he tratado de inculcar o explicar a las personas que por su naturaleza espiritual deberían de haberlo aceptado mejor, pero a cada instante me encontré con la incomprensión o con la repulsa a esa imagen de individualidad que parece romper con el amor fraternal. Vivir intensamente este principio de autosuficiencia y de individualidad responsable te proyecta necesariamente a la más grande de las comunidades vivientes en el cosmos. No es difícil pasar por este camino del sentimiento, al umbral de los misterios más incógnitos y no es penoso tampoco hablar con el corazón de tu hermano lejano en el universo, puesto que es precisamente este vínculo individual, el que define la similitud de todos y cada uno de los seres pensantes que existen y vibran en el seno del latido universal.
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