domingo, 11 de marzo de 2012


EL ENCUENTRO CERCANO EN EL HOREB

“Al amanecer del tercer día hubo relámpagos y truenos , y una espesa nube se posó sobre el monte. Un fuerte sonido de trompetas hizo que todos en el campamento temblaran de miedo. Entonces Moisés llevó al pueblo fuera del campamento para encontrarse con Yahvé, y se detuvieron al pié del monte. Todo el monte Sinaí echaba humo debido a que Yahvéh había bajado a él en medio de fuego, y subía su humo como el humo de un horno , mientras toda la montaña temblaba reciamente. El sonido de la corneta iba haciéndose cada vez más intenso: Moisés hablaba y Elohim le respondía por una voz (...)y como llamase Yahvéh a Moisés hacia la cumbre del monte, Moisés subió.

Luego dijo Yahvéh a Moisés:

-¡Baja, conjura al pueblo no sea que irrumpan hacia Yahvéh para observar y caigan de aquel muchos!.” (Exodo 19,16-21)

“Todo el pueblo percibía los truenos, los relámpagos, el sonido de la corneta y la montaña humeante: el pueblo temió y, temblando se mantuvieron lejos.”

(Exodo 20,18)

Interpretación:

Estamos ante el primer caso difundido de un descenso de una nave madre anunciado previa cita, y con un récord de testigos. Hoy por hoy de la lectura de las tablillas sumerias a cargo de investigadores orientalistas, se deduce que los descensos en el pasado en la Mesopotamia, eran algo común y corriente. Aunque la parte más espectacular del contacto estaba reservada para muy pocos, no permitiéndose curiosos.¿ Sería acaso que estos seres (los Elohim) no querían ser descubiertos demostrándose de que eran tan humanos y mortales como nosotros?

Lo que sí hay que tomar muy en cuenta que la precaución de alejarse a cierta distancia de la montaña, podía deberse a la necesidad de evitar la radiación, como se produce en los encuentros cercanos, cuando uno debe esperar a que lo inviten a acercarse, como fue con el caso de Moisés.

“No te postrarás ante ellas (las imágenes) ni las servirás , pues Yo Yahvéh , tu Dios soy un El celoso, que castigo la iniquidad de los padres sobre los hijos hasta la tercera o cuarta generación respecto a quienes me odian , y en cambio trato con misericordia hasta la milésima a quienes me aman y guardan mis mandamientos”.

(Exodo 20,5-6)

Interpretación:

Dice «soy un “El” celoso». La palabra El se utilizaba para denominar a los dioses mesopotámicos en la antigüedad. Al decir soy un dios, estaría reconociendo que existen otros (es uno entre varios dioses o guardianes), colocándose a la vez en la categoría de los otros; pero a la vez marcando su territorio. Yahvéh no se nos presenta como el verdadero Dios de amor, Padre del Hijo del hombre, sino, inmediatamente se nos desenmascara, mostrándose como un ser egocéntrico , celoso, rencoroso, amenazador y que condiciona su aprecio y ayuda. Al parecer, había habido un reparto de responsabilidades entre los extraterrestres que actuaban en la tierra como vigilantes, dándose el caso que de entre los que fueron asignados al proyecto de contacto con Abraham y con su descendencia ( el pueblo de Israel) ; habría habido uno que se lo habría tomado muy a pecho, subiéndosele rápidamente los humos, y perdiendo rápidamente la perspectiva y la proporción de las cosas. Queriendo educar llegó a imponer un orden de terror .

“Mira yo enviaré mi ángel delante de ti, para que te cuide en el camino y te lleve al lugar que te he preparado. No te alejes de él; obedécelo y no le seas rebelde, porque él actúa en mi nombre y no perdonará los pecados de ustedes”.

(Exodo 23,20-21)

Interpretación:

Si el mensaje de Dios al mundo y a su creación es el amor, y el amor en su exaltación suprema es el perdón, ¿cómo puede ser posible que se nos diga que si la humanidad no se portaba bien no sería perdonada? ¿Y por qué nosotros sí debemos perdonar si Dios es rencoroso o los Visitantes lo son ? Da la impresión de que se nos estuviese aplicando la ley del embudo.

“Luego Moisés subió con Aarón , Nadab y Abihú y setenta de los ancianos de Israel, y contemplaron al Dios de Israel: bajo sus pies había como un pavimento de baldosa de zafiro y semejante en claridad al mismo cielo”. (Exodo 24, 9-10)

“Dicho esto, Moisés subió al monte, el cual quedó cubierto por una nube. La gloria del Señor vino a posarse sobre el monte Sinaí, y durante seis días la nube lo cubrió. Al séptimo día el señor llamó a Moisés desde la nube. La gloria del Señor se presentó a los ojos de los israelitas como un fuego devorador, sobre la parte más alta del monte. Moisés entró en la nube , subió al monte, y allí se quedó cuarenta días y cuarenta noches”. (Exodo 24,15-18)


Interpretación:

Moisés es invitado a entrar directamente en el área inmediata a la nave, contemplando hasta el piso, y el pueblo era testigo de ello. Pero la nave permanecía cubierta para evitar de que la gente viese la forma que tenía, y luego se confundieran pensando que la forma divina de Dios es la de una astronave en forma de disco u ovalo.

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