jueves, 19 de agosto de 2010


Al primer pensamiento de creación de Dios-Padre, sin embargo, también correspondía crear hijos espirituales, y también procrearlos espiritualmente.

Los siete Querubines

Así, Él manifestó Sus primeros Hijos de los Cielos, Seres espirituales puros y luminosos. Esto se realizó de la siguiente manera:

Incitados por la sensación de luz del Padre - del deseo de tener hijos- surgieron de los cuatro soles de las entidades unos haces de rayos que produjeron un contacto directo con la Estrella Central. En cada uno de estos haces de rayos (rayos de las entidades) se presentó una figura manifestada. Eran en total cuatro maravillosos Seres masculinos. Erguidos y en postura majestuosa, estos penetraron entonces en el sol Central Primario a través del correspondiente rayo.

Dios-Padre les envió incrementadamente a través de la Estrella Central los rayos de las cualidades Paciencia, Amor y Misericordia, que también se denominan las cualidades de los hijos. Con ello, su faz y su figura fue traspasada con hermosura y armonía, y ellos se manifestaron como los primeros Seres espirituales creados.

Así mismo, Dios-Padre creó a los tres Hijos de las cualidades, es decir, los Hijos que surgieron de los tres soles de las cualidades, y que a través de las incrementadas corrientes filiales del Padre se formaron como Hijos de Dios, como Su perfecta imagen y semejanza.

Él denominó a estos siete Seres espirituales masculinos Sus Príncipes. Estos siete Príncipes de los Cielos –son los siete Arcángeles- también son denominados Querubines celestiales.

Después de haber sido creados primero se dirigieron al planeta espiritual del Padre. Allí actuaron como coproductores de la gigantesca obra de Creación.

El Padre dejó participar a Sus Hijos de los Cielos en su actuación de Creación. Y así estos estaban llenos de infinito amor y fuerza creativa. Ellos veneraban al padre y Le adoraban con sus testimonios de amor, es decir, cumpliendo fielmente su voluntad. Y el Padre dejó suceder gustoso todo lo que ellos creaban con su alegría y agradecimiento, ya que Él reconocía que Sus obras de creación eran la expresión de Su voluntad.

Satana

Junto con los hijos de las cualidades, el Padre creó al mismo tiempo el primer ser femenino. Este no surgió de uno de los siete soles prismáticos, sino del sol secundario, que se encuentra en el Sol Central Primario. Incitado por la sensación creadora de amor del Padre, surgió de él una vía de luz. Sobre este rayo de deslizamiento se dirigió el primer ser femenino que sobrepasa todo lo hasta ahora creado en hermosura, armonía y gracia.

El Padre tomó y formó Su primera hija directamente de la Fuerza universal. El Todopoderoso, sin embargo, no le traspasó una parte de la omnipresencia – como a Cristo, Su Hijo primogénito- aunque la forma etérea de la primera mujer fue sacada y manifestada de la fuerza omnipresente. Esto significa que según Sus legitimidades eternas no estaba previsto que la manifestación del primer ser femenino debiera conseguir la corregencia de los Cielos.

Dios-Padre que une en Sí todo., el positivo y el negativo, creó a Su primera hija predominantemente de las partículas primarias negativas; es decir, que Él le dejó una parte de las partículas negativas de Sus átomos espirituales. Estas partículas, sin embargo, son absolutamente perfectas y activas cuando se aspira a la unidad con el Padre y Su voluntad de amor.

En unión con el Padre, el ser femenino presenta el principio-madre. En él no predomina el principio procreador, sino el receptor. Igual que en todos los demás seres femeninos, también en esta primera hija de los Cielos son más activos los tres grados de las cualidades: paciencia, amor y misericordia, mientras que por otro lado, en los seres masculinos predominan más las entidades: orden, voluntad, sabiduría y seriedad.

Dios-Padre eligió a este primer ser espiritual femenino como Su novia y la coronó para ser Su esposa espiritual, su eterno dual. Él le regaló el lugar al lado izquierdo de Su trono.

El nombre de este primer ángel creado femenino y dual de Dios-Padre es Satana.(*)

Cristo

En la novia celestial se desarrollaron pronto sentimientos de madre , y así “dio a luz” por la primera procreación espiritual, por el primer acto de procreación de la Creación, su primer hijo: Cristo, el primer Hijo visualizado, ingénito y primogénito de Dios, el Corregente de la Creación, que se encuentra en el trono a la derecha de Dios-Padre.

A diferencia de Satana, su hermana y madre, Él vive en la omnipresencia. En las cuatro entidades, Cristo actúa como Espíritu omnipresente.

Los siete Serafines

En el transcurso de la obra de creación, manifestó también a Sus otras Hijas de los Cielos, los siete Serafines. Son los duales de los Querubines, pues en ellos se había despertado un sentimiento de dualidad, la añoranza por el principio complementario femenino.

El Señor de la vida reconoció este deseo y tomó parte de las cualidades paciencia, amor y misericordia para unir a éste con las energías de los segundos soles primarios.

Según los deseos de los siete Príncipes de los Cielos, entonces tomaron forma los seres femeninos. El deseo de cada Príncipe se convirtió en acción. A una orden del Padre, las siete Hijas de los Cielos salieron de los soles prismáticos que les habían servido como las llamadas “envolturas de manifestación” y se dirigieron sobre el rayo enviado por el Señor. Cada uno de estos siete seres femeninos es maravilloso, exactamente según la voluntad de cada Querubín. Cada uno de los siete Príncipes de los Cielos había colocado en la imagen creadora de su mujer espiritual su mentalidad, es decir, la entidad o cualidad que es su herencia y que corresponde al sol prismático del que había surgido.

Así por ejemplo, el dual del Querubín que vino del sol prismático del Orden ha surgido así mismo del Orden.

Juntos forman una pareja celestial de Príncipes. El Señor entregó a cada una de las siete parejas la regencia sobre el plano celestial correspondiente a su mentalidad. Las siete parejas creadas tienen una sola sustancia espiritual y aun así son dos seres; es decir: regir y actuar solo lo puede hacer el espíritu comunitario. Por eso también son denominados “los duales de espíritu único”.Juntos están en la cumbre de un Cielo de luz, pero todos están subordinados al único Regente primario: Dios, el Padre, y al Hijo, el Corregente.

Hijos espirituales

“La corriente del Dios Padre-Madre une a Sus hijos en los reinos eternos en fraternidad y al mismo tiempo en la dualidad”.

Dios, el Señor, regaló por lo tanto también a los seres espirituales el amor dual, y ya que este incluye también la procreación, despertó en ellos el deseo de tener hijos espirituales. Por el amor puro del uno al otro – aquí no existe el deseo- que estaba y está traspasado por el amor hacia Dios, que es el Amor, así tuvieron lugar las primeras procreaciones espirituales.

Creaciones parciales y procreación espiritual:

¿Cómo se formaban y se forman los hijos de los Cielos?

Ya hemos visto que en los ámbitos de desarrollo y a través de los reinos de la naturaleza se van formando las almas de la naturaleza. Un alma así ahora puede ser atraída por una pareja dual en el caso de una llamada “procreación espiritual” incitada por la irradiación del Sol Central Primario.

Pero como cuando los primeros hijos se formaron de los duales en los ámbitos de desarrollo todavía no se habían desarrollado almas de la naturaleza, los primeros hijos son unas llamadas “creaciones parciales”.

Estos hijos, en parte procreados, y, al mismo tiempo, creados, son los primeros hijos que surgieron de la dualidad de Dios Padre y de las parejas de las entidades y cualidades.

Todas las demás procreaciones espirituales se realizaban y se realizan en el llamado “ciclo de eras”, es decir, cuando es “tiempo de luz”, y por eso son incrementadas las corrientes espirituales paciencia, amor y misericordia, es decir, las cualidades de Dios.

El proceso de la procreación espiritual, la formación de los hijos de los Cielos se realiza del siguiente modo:

Cuando el “tiempo” está maduro, el positivo – el ser masculino- traspasa a su negativo- o sea, a su mujer- fuerza espiritual, es decir, sobre todo corriente de las cualidades (paciencia, amor y misericordia).Con ello se forma un llamado “capullo espiritual”, una especie de envoltura magnética del espíritu. Esta envoltura espiritual lleva las características hereditarias de la pareja dual, que pertenecen a la correspondiente mentalidad de la pareja de entidad o cualidad.

Cuando el capullo espiritual está completado, desde los ámbitos de desarrollo es atraído por fuerza magnética un ser de la naturaleza que se ajusta a la mentalidad de la pareja dual que lo atrae. Este se recoge entonces en el capullo espiritual creado por la pareja espiritual, donde entonces es formado el cuerpo espiritual del niño espiritual. Aquí también es traspasada la mentalidad de los padres al “embrión espiritual”, pues cada uno de los siete Cielos básicos representa una mentalidad espiritual determinada, que también es respetada en la dualización. Pero sobre todo son incitadas las cualidades de los hijos aún latentes aunque ya presentes en el alma de la naturaleza. Por el fluido incrementado de luz de las tres cualidades (paciencia, amor y misericordia), el alma de la naturaleza se convierte en hijo espiritual.

Cuando está desarrollado por completo, es decir, cuando están totalmente desarrolladas las tres cualidades de los hijos, puede salir del capullo espiritual: puede “nacer”.

Por eso, en un ser espiritual no sólo están desarrolladas por completo las cuatro entidades de Dios, las fuerzas elementales (orden, voluntad, sabiduría y seriedad) sino también las tres cualidades, llamadas también “cualidades de los hijos” o “cualidades de filiación”. (Cada hombre posee así un “alma completa”).

Por estas cualidades de los hijos, los seres espirituales son hijos de Dios.

En la unidad de amor de los duales, el Padre inspira en cierto modo la filiación, pues Él es el Amor absoluto que todo lo reúne en Sí. Él es el Padre Primario de todos los seres espirituales. Todos son Sus hijos, surgidos de Sus entidades y elevados a la filiación por Sus cualidades. Han traspasado todos los ámbitos de conciencia y así lo han abierto todo en sí. Por eso está todo contenido en ellos.

Ellos son vida de Su vida- ellos son vida universal. Ellos son amor de Su amor y luz de Su luz. Ellos poseen la plenitud de Su plenitud. Ellos son seres radiantes, absolutamente libres, que lo poseen todo: ellos son imagen y semejanza del Padre, seres espirituales perfectos en pureza luminosa, de figura de luz armoniosa y graciosa, llena de belleza y eternamente joven.

“Los seres espirituales puros celestiales son perfectos y forman una imagen y semejanza perfecta y absolutamente pura de nuestro Padre celestial”.

Él es Dios y Sus hijos –excepto el Hijo primogénito Cristo-son divinos. Esta es la diferencia esencial, que tiene que ser respetada: sólo la Trinidad es Dios, y es santa. Los seres espirituales como criaturas e hijos son divinos.

Las familias celestiales

Por repetidas procreaciones espirituales se formaron entonces también las familias celestiales que habitaron y formaron los siete por siete planos celestiales, según su mentalidad, en armonía con el Espíritu absoluto, que es la Ley del amor universal.

Aquellos seres espirituales que surgieron de las siete parejas de Príncipes, de los Querubines y Serafines, son llamados “uniones de almas”.Las otras uniones de duales que surgen de ello forman los “clanes”.

La formación del cuerpo etéreo

Los seres espirituales poseen un cuerpo energético, un cuerpo etéreo de sustancia sutil que se ha formado que se ha formado por la cristalización del éter fluyente.

“Tanto el cuerpo etéreo manifestado del Padre primario como también de Su Hijo, y los cuerpos etéreos de todos los seres celestiales puros son formas etéreas purísimas. Cada cuerpo etéreo es por lo tanto la Ley manifestada, un microcosmos en el macrocosmos”.

La formación del cuerpo etéreo de los seres espirituales puros corresponde a la de la Creación eterna. Esto significa: el cuerpo etéreo posee un núcleo de ser, que es en cierto modo el corazón del cuerpo energético, también llamado el “destello divino”. Por el núcleo de ser, el cuerpo etéreo es uno con el eterno campo energético del Espíritu, es decir: éste está conectado al gran circuito energético y es alimentado por la base energética del Infinito, por el Sol Central primario.

A través de los siete rayos de la Ley, que en cierto modo sirven como arterias espirituales, se esparce entonces la energía espiritual en el cuerpo y lo mantiene proporcionando fuerza vital a las partículas espirituales, en las que están activas las clases de átomos espirituales.

Las partículas de sustancia sutil, que constan de éter de luz comprimido y de las que está formado el cuerpo etéreo, corresponden en cierto modo a nuestras células de sustancia gruesa. Son una especie de recipientes espirituales que acogen la luz recibida de las siete por siete fuerzas y que las reflejan. Por la estructura de partículas el cuerpo también recibe su forma.

Tal como en la Creación celestial actúan siete soles prismáticos, que parten el rayo básico recibido del Sol Central Primario en siete rayos cada uno, así también el cuerpo etéreo posee siete centros de fuerza, que actúan como prismas y que parten en espectros la luz blanca que fluyó desde la fuerza primaria al núcleo de ser. Con ello estas fuerzas de espectros son las vías de vida del cuerpo etéreo, que están en armonía absoluta con las fuerzas de los planos celestiales. Así, por lo tanto, el cuerpo espiritual es uno con toda la Creación. Él tiene la misma formación que todo el Universo: él es un microcosmos en el macrocosmos; él se comporta como el macrocosmos, como toda la Creación. Cada vía de luz del Universo es también completamente activa en el cuerpo espiritual y puede ser llevada a una acción incrementada a través del núcleo de ser y a través de las correspondientes fuerzas prismáticas.

Igual que los planos celestiales con sus planetas de sustancia sutil, así también el cuerpo etéreo de los seres espirituales, que igualmente consta de éter cristalino y comprimido, es una expresión de las siete por siete fuerzas de irradiación: como en lo grande, así en lo pequeño y viceversa. Todo está contenido en todo y es uno con la Ley eterna, que es Dios.

“Toda la Creación está basada en el fundamento atómico espiritual, que se apoya en los siete por siete rayos”.

(*) Satana es Lucifer, el dual del Padre que inició la rebelión por querer la omnipresencia como Cristo, y que arrastró tras de sí a otros muchos. Actualmente se encuentra en los planos de purificación arrepentida de sus actos desde la crucifixión de Jesús y el inicio de la Redención al pronunciarse por Cristo el “Todo está consumado”.No podrá regresar a los Cielos puros hasta que el último de los seres caídos lo haya conseguido. Con ella hay otros rebeldes arrepentidos, pero otros aún siguen empeñados en destruir la obra de Dios y en luchar contra Cristo. Ellos influyen a los hombres cuanto pueden directamente o a través de intermediarios para vivir de su energía negativa y evitar encarnarse y cargar como humanos con las consecuencias de sus actos.

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