domingo, 3 de octubre de 2010

La enfermedad del egoísmo


El egoísmo suele verse más como un fenómeno del lado de los antivalores que del trastorno.
Decimos que el egoísta es indoloro, mezquino o miserable, pero nunca lo vemos como una posible patología; ¿acaso la gula no ha sido elevada (¿o devaluada?) al rango de "trastorno de la conducta alimentaría?".
Desde mi punto de vista, hay que considerarlo como una enfermedad del yo acaparador.
Además de un acto de mala educación, es un atentado a los derechos humanos, una violación del principio de la reciprocidad, una conducta depredadora, o si quiere, un patrón antisocial.
A veces la avidez es tan arraigada, es tan visceral, tan destructiva, que para modificarla se requiere la intervención psicológica o psiquiátrica.
No disculpo a los egoístas, sino afirmo que están aquejados de una enfermedad perversa.
Un hombre violador o golpeador, además de recibir sanción moral, debe ser atendido clínicamente.
En un conocido diccionario, Egoísmo se define como; "Inmoderado y excesivo amor que uno tiene por si mismo y que le hace tender desmedidamente a su propio interés", sufre de egocentrismo: "Soy el centro del universo".
El egocéntrico, inevitablemente, desconoce a todo interlocutor y destruye toda posibilidad de relación: "Sólo yo existo".
El inmoderado y excesivo amor por si mismo hace referencia de la egolatría, lo que se conoce como mecanismo o culto al ego.
El Ególatra desconoce la empatía.
No posee la capacidad de amar porque el amor propio le demanda todo su potencial afectivo.
Siguiendo las premisas de la ética de la consideración, la asertividad bien entendida trata de equilibrar el yo autónomo (independiente) con el yo considerado (interpersonal).
La combinación de ambos me permite comprometerme con la red social/afectiva a la cual pertenezco y sostener al mismo tiempo un territorio de reserva personal.
Laín Entralgo se refiere al momento coafectivo de la relación interpersonal, determinado por dos aspectos afectivos fundamentales, sin los cuales no puede existir ninguna relación: (a) la compasión (padecer íntimamente con el otro sus vivencias penosas) y (b) la congratulación (gozar íntimamente con el otro las vivencias gozosas).
¿Qué es ser egoísta?: Es renunciar a la condición humana, a lo coafectivo, es desconocer que somos prolongaciones de los demás.
Aunque a los egoístas no les guste, estamos conectados unos a otros por naturaleza, intercalados, apretados, casi abrazados, de tal manera que ignorar al prójimo es negarse a si mismo.
La carencia de amor, la ausencia de empatía y la indiferencia acaparadora son formas de agresión encubierta, violencia enfermiza que merece, además de repudio, ayuda profesional.
De no ser así, seríamos egoístas con los egoístas: una bola de nieve de enemistad aplastante.

La actitud


Un joven llegó a la estrada de un pueblo
y acercándose a un anciano le preguntó:
"¿Qué clase de persona vive en este lugar?".
"¿Qué clase de persona vive en el lugar de donde tú vienes?",
preguntó a su vez el anciano.
"Bueno, un grupo de egoístas y malvados, replicó el joven.
estoy feliz de haberme ido de allí".
El anciano contestó: "Lo mismo vas a encontrar aquí".

Ese mismo día, otro joven se acercó al anciano, preguntó:
"¿Qué clase de personas viven en este lugar?".
El viejo respondió con la misma pregunta:
"¿Qué clase de personas viven en el lugar de donde tú vienes?".
"Gente magnífica, honesta, amigable, hospitalaria,
me duele mucho haberlos dejado".
"Lo mismo encontrarás aquí", respondió el anciano.

Un hombre que había oído ambas conversaciones preguntó al viejo:
"¿Cómo es posible dar dos respuestas diferentes

Preocupaciones

Las personas que se preocupan continuamente por cada detalle de su vida son como un paciente en un hospital psiquiátrico, mantienen el oído pegado a la pared.
“Que estas haciendo” pregunto con curiosidad uno de los presentes...
“Shhhh”, susurro la mujer, haciéndole señas para que fuera con ella a la pared. La señora puso su oído contra la pared y permaneció allí un rato intentando escuchar. “No escucho nada, dijo”.
“No”, contesto la paciente con fastidio. “¡Ha sido así todo el día!”.
Algunas personas se preocupan por lo que puedan decir.
Otras por lo que no dicen.
Otras por lo que pueda pasar.
Otras por lo que todavía no ha sucedido y ya debía haber sucedido.
Unas por su futuro, mientras otras se atormentan por el pasado.
Hemos sido creados para tener vida abundante en nuestras mentes, cuerpos y espíritu.
Igual que las flores, nacimos para florecer, no para marchitarnos en la rama.

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