sábado, 30 de octubre de 2010

TALL AMARNA

UN NUEVO ORDEN RELIGIOSO
Akhenatón hijo de Amenofis III reinó entre 1353 y 1335 a.C, es conocido como el Faraón Hereje, este título define en esencia el carácter que imprimió a su reinado. Cuando Amenofis IV, luego Akhenatón, fue coronado Faraón de Egipto el país era una potencia próspera y la corona gozaba de cuantiosos recursos, Akhenatón dedicará esta riqueza y su energía personal a imponer un nuevo sistema religioso basado en el culto a un solo dios, Atón el disco solar será el centro del culto religioso durante este período, este hecho singular chocó de tal forma con la religiosidad y las estructuras socio-culturales de Egipto que tras su muerte su nombre fue eliminado sistemáticamente de todas las representaciones oficiales.
Para entender la singularidad que representa la figura de Akhenatón debemos hacer una mínima reflexión sobre el concepto religioso del Antiguo Egipto. La palabra clave para describir el sentir religioso de Egipto es la simultaneidad, la existencia de multitud de seres divinos no suponía un problema en los esquemas teológicos egipcios, al contrario esta diversidad formaba un sistema perfectamente coherente e integrado en la cultura egipcia.

El cambio que impuso el faraón hereje fue radical, afectó a la iconografía tradicional, a la arquitectura templaria, a la prácticas religiosas y en general a la vida intelectual que se desarrollaba entorno a la religión. No es extraño que tras la muerte de Akhenatón las cosas volvieran a su cauce, no por los siglos de tradición anteriores a el faraón sino porque su reforma religiosa fue un fuerte impacto en las estructuras políticas y económicas. Entre los mayores enemigos del nuevo régimen debemos situar a la poderosa clase sacerdotal tebana, vió como su poder recaía directamente en la manos del faraón, único interlocutor del dios Atón.

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