domingo, 3 de octubre de 2010

La limpieza


La semana pasada tiré el preocuparme, se estaba poniendo viejo y me estorbaba. Me impedía ser yo misma, no podía actuar a mi modo.
Tiré esas inhibiciones, no dejaban lugar para mí.
Hice lugar para mi nuevo crecimiento; me deshice de mis viejos sueños y dudas. Tiré un libro sobre mi pasado (igual no tenía tiempo para leerlo).
Lo reemplacé con nuevas metas y empecé a leerlo hoy.
Tiré los juguetes de mi niñez (¿recuerdan cuánto les estorbaba yo?)
Conseguí una nueva filosofía y también tiré la de mucho tiempo atrás.
Compré algunos libros nuevos llamados: puedo, haré y debo.
Tiré el podría, haría y debería. ¡Ah!, si hubieran visto el polvo...
Me topé con un viejo amigo, a quien no lo había visto hace bastante tiempo, creo que su nombre es Dios.
Si, realmente me gusta su forma de ser. Me ayudó con la limpieza y agregó algunas cosas, tales como: oración, esperanza y fe.
Sí, las puse en mi estante.
Tomé algo especial y lo coloqué en la puerta principal. La encontré se llama paz.
Ya nada me puede abatir. Ahora mi casa esta muy linda, todo se ve bastante bien.
Para preocupaciones y problemas, simplemente no hay lugar.
Es bueno limpiar la casa, especialmente la interior; ya que deshacerse de tanta cosa que estorba, hace todo más alegre.
A lo mejor tú deberías tratar de hacer lo mismo.

Vivir como si fuera el último día

Un chico nació con cáncer, un cáncer que no tenía cura. Él tenía 17 años y podría morir en cualquier momento.
Siempre vivió en su casa, bajo el cuidado de su madre.
Ya estaba harto y decidió salir solo por una vez.
Le pidió permiso a su madre
y ella aceptó.
Caminando por su calle vio muchas tiendas. Al pasar por una de música y, al ver el mostrador, notó la presencia de una niña muy guapa, de su edad: fue amor a primera vista.
Abrió la puerta y entró sin mirar nada que no fuera ella. Acercándose poco a poco llegó al mostrador donde se encontraba ella. Lo miró y le dijo sonriente.

"¿Te puedo ayudar en algo?".
Mientras él pensaba que era la sonrisa más hermosa que había visto en toda su vida, sintió el deseo de besarla en ese mismo instante.
Tartamudeando le dijo:
"Sí, eeehhh... uuuhhh...mmm...me...me gustaría comprar un...CD".
Sin pensar tomó el primero que vio y le dio el dinero.
"¿Quieres que te lo envuelva?"
-preguntó la niña sonriendo de nuevo.
Él respondió que sí moviendo la cabeza, y ella fue al almacén para volver con el paquete envuelto y entregárselo.
Él lo tomó y salió de la tienda. Se fue a su casa y, de ese día en adelante visitó la tienda todos los días para
comprar un CD.
Siempre se los envolvía la niña para, luego, llevárselos a su casa y meterlos en una caja.
Él era muy tímido para invitarla a salir y, aunque lo intentaba, no podía.
Su mamá se enteró de esto e intentó animarlo a que se aventurara; así que al día siguiente se armó de valor y se dirigió a la tienda.
Como todos los días, compró otra vez un CD y, como siempre, ella se fue atrás para envolverlo.
Él tomó el CD y, mientras ella no estaba mirando,
rápidamente dejó su teléfono en el mostrador y salió corriendo de la tienda.
Al día siguiente el muchacho no fue a la tienda y ella le llamó. Su mamá
contestó.
La madre desconsolada comenzó a llorar mientras decía:
"¿No lo sabes? Mi hijo murió ayer".
Hubo un silencio prolongado, excepto los lamentos de la madre.
Días más tarde, la mamá entró en el cuarto de su hijo para recordarlo.
Decidió empezar por ver su ropa, así que abrió su armario.
Para su sorpresa se encontró con montones de CD's envueltos.
Ni uno estaba abierto.
Le causó curiosidad ver tantos, y no se resistió; tomó uno y se sentó sobre la cama para verlo. Al hacer esto, un pedazo de papel
salió de la cajita de plástico.
La mamá lo recogió para leerlo y decía:
"¡Hola! Estás súper guapo. ¿Quieres salir conmigo? Te quiero mucho. Sofía"
De tanta emoción la madre abrió otro y otro pedazo de papel y todos decían lo mismo.
Moraleja:
Así es la vida. No esperes demasiado para decirle a ese alguien especial lo que sientes; díselo hoy, mañana puede ser tarde. 

Antiguo consejo chino
Había una vez un campesino chino,


pobre pero sabio,


que trabajaba la tierra duramente con su hijo.


Un día el hijo le dijo:


-¡Padre, qué desgracia! Se nos ha ido el caballo.


-¿Por qué le llamas desgracia? -respondió el padre.


Veremos lo que trae el tiempo...


A los pocos días el caballo regresó,


acompañado de otro caballo.


-¡Padre, qué suerte! - exclamó esta vez el muchacho.


Nuestro caballo ha traído otro caballo.


-Por qué le llamas suerte? - repuso el padre.


Veamos qué nos trae el tiempo.


En unos cuantos días más, el muchacho quiso montar


el caballo nuevo, y éste, no acostumbrado al jinete,


se encabritó y lo arrojó al suelo.


El muchacho se quebró una pierna.


-¡Padre, qué desgracia! - exclamó ahora el muchacho.


¡Me he quebrado la pierna!


Y el padre, retomando su experiencia y sabiduría, sentenció:


-¿Por qué le llamas desgracia?


Veamos lo que trae el tiempo!


El muchacho no se convencía de la respuesta


sino que gimoteaba en su cama.


Pocos días después pasaron por la aldea


los enviados del rey, buscando jóvenes


para llevárselos a la guerra.


Vinieron a la casa del anciano, pero como vieron al joven


con su pierna entablillada, lo dejaron y siguieron de largo.


El joven comprendió entonces que nunca hay que dar


ni la desgracia ni la fortuna como absolutas,


sino que siempre hay que darle tiempo al tiempo,


para ver si algo es malo o bueno.


La moraleja de este antiguo consejo chino es que


"la vida da tantas vueltas, y es tan paradójico su desarrollo,


que lo malo se hace bueno, y lo bueno malo.


Lo mejor es esperar siempre el día de mañana,


pero sobre todo confiar en DIOS, porque todo sucede


con un propósito positivo para nuestras vidas.....

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