Aproximación Cuántica al Origen del Universo:
Hawking y Penrose probaron que las ecuaciones clásicas de la relatividad general “requieren absolutamente que existiese una singularidad al nacimiento del universo, un punto en el cual comenzó el tiempo. No hay otra alternativa al problema de la singularidad con el marco de referencia de Relatividad General Clásica. Si las singularidades han de ser evitadas en el universo real, la única esperanza es mejorar la Teoría de la Relatividad trayendo los efectos de la Teoría Cuántica y desarrollando una Teoría Cuántica de la Gravedad” (John Gribbin, “En la Búsqueda del Big Bang”, ‘In Search of The Big Bang’, Física Cuántica y Cosmología”, Capítulo “Un investigador de Singularidades”, ‘A Seeker of Singularities’).
Usando únicamente la aproximación cuántica para explicar los orígenes del universo es imposible de probar y es meramente otro teorema filosófico más que una ciencia. La Matemática Cuántica puede servir para calcular como se comportan los átomos y las partículas subatómicas, pero aplicar la matemática cuántica al universo entero es casi imposible porque la Teoría Cuántica no explica como una partícula, o un sistema, se mueve de un Estado A a un Estado B. Según la Interpretación de Copenhague de Física Cuántica cuando no observamos un sistema, éste existe en una superposición de todos los posibles estados en que pudiera estar. Sin embargo, cuando medimos ese sistema, se reduce justamente a uno solo de esos muchos posibles estados. Justamente examinar un sistema, colapsa la función onda a un estado simple, únicamente sobre la base de probabilidad. Entonces cuando dejamos de examinar el sistema, de nuevo se expande a una superposición de todos los posibles estados. Al reexaminar el sistema sin lugar a dudas estaremos examinando un sistema diferente con increíbles bajas probabilidades que se replique el sistema medido inicialmente.
Según la Teoría Quántica, en caso de que tuviésemos la capacidad de escribir las ecuaciones que describen las funciones de la onda sub-microscópica de nuestro universo (una tarea imposible), no hubiera observador fuera del universo, excepto por supuesto Dios, que ocasionaría un colapso a uno de los posibles estados cuánticos por el mero hecho de observarlo.
En la medida en que la investigación científica se vuelve más metafísica en su intento de explicar el universo a través de la aproximación cuántica, algunos han abrazado el “multiverso”. Esta noción examina la posibilidad de que si nuestro universo emergió de la nada, universos adicionales pueden también emerger de la nada. Nuevos universos pueden explotar en otras dimensiones un billón de veces por segundo. La Teoría del “multiverso” sostiene que todos los resultados son posibles si las condiciones son “barajeadas” suficientemente a menudo incluyendo un esporádico sistema de soporte de vida tal como el nuestro. Esta Teoría está dirigida a explicar un cosmos natural y autónomo, donde no es necesario ser considerar a Dios como la Primera Causa. El problema con esta Teoría “multiverso” es que debido a que existimos en un universo definido en un marco específico de tiempo y espacio, cualquier otro universo es estrictamente una especulación intelectual e imposible de probar desde los parámetros esTablecidos de nuestro universo más de lo que un punto no puede probar la existencia de una línea recta o de un cubo. El punto unidimensional puede especular acerca de la existencia de una línea recta pero para el punto, la línea es un “nounema”, un desconocido.
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