jueves, 23 de diciembre de 2010

               La Revelación y La Lucha


El pueblo rodeó una cadena de altas, oscuras colinas. Las nubes cubrían el valle, no permitiendo que un sólo rayo de sol atravesara. Las personas nacieron, vivieron-y murieron—en el “valle de lágrimas”. No tenían ninguna noción de que fuera de allí había territorios iluminados por el sol.
Pero un día primaveral, un extraordinario extraño pasó por el valle oscuro. Viendo su padecida y triste vida, les contó sobre su patria: un lugar de luz del sol, aire fresco, alegría y canción.
Una mañana, antes del alba, el extraño los llevó al borde del valle, y cuando las brisas de la mañana ahuyentaron las nubes oscuras, vieron de lejos, como si iluminara un relámpago, una meseta verde encima de una montaña, bañada con la luz del sol naciente.
“Ésa es la tierra a las que los llevaré”, dijo el hombre maravilloso a las personas del valle.
La vista del sol y sus rayos instaló esperanza en ellos, y siguieron a su líder ansiosamente.
El viaje desde el valle oscuro era largo y traicionero. Había baldíos yermos, desiertos arenosos, colinas empinadas. No había señal de la montaña maravillosa que era su destino.
De vez en cuando, su líder refrescaba sus recuerdos, evocando esa mañana gloriosa cuando habían visto la montaña con sus propios ojos. En estas ocasiones, podían “ver” de nuevo la cima de la montaña bañada en luz del sol. Y el recuerdo les daba fuerza y fe para seguir hasta ese día glorioso, cuando estuvieran al pie de la montaña.
EL VALLE CÓSMICO
Esta, dicen las enseñanzas jasídicas, es la historia de nuestras vidas a diario: el forcejeo constante, la subida agotadora en escalera de la perfección, desarrollando el material crudo de nuestro ser, acercándonos, pero nunca logrando la totalidad. Es una escalera cuya base está apoyada en el valle oscuro de un mundo dónde Di-s esconde Su cara, y cuyos escalones más altos llevan al manantial de la luz. Existen algunos momentos de revelación en los que vemos la cara sonriente de Di-s a través de la niebla y vislumbramos la tierra prometida que es la culminación de nuestra jornada.
La historia de nuestras vidas es la historia de un viaje en la oscuridad, la historia de un forcejeo continuo con las fuerzas de la naturaleza dentro y fuera de nosotros. Pero sin esas resplandores de Arriba-sin los rayos de luz que ahuyentan la oscuridad – no podríamos sobrevivir el tortuoso viaje, y alcanzar nuestra meta.
LA ASCENCIÓN AL SINAI
El prototipo de este viaje, la plantilla de nuestra estancia en este mundo, es Sefirat HaOmer, los cuarenta y nueve días que se cuentan desde Pesaj a Shavuot.
Durante doscientos diez años, nuestros antepasados vivieron en la oscuridad. Esclavizados por los egipcios, los hijos de Israel habitaron en una niebla espiritual que dejó fuera todo vestigio de Divinidad manifiesta.
Entonces, un día, un extraño maravilloso apareció. Les habló de una promesa hecha por el Di-s de sus padres. Habló de una montaña en que Di-s se mostraría a ellos, los tomaría como Su Pueblo, y les concedería Su Torá, la revelación de Su sabiduría y herencia. Habló de una tierra, bañada por la luz de la Providencia Divina en la que cumplirían su destino como “una luz para las naciones”
Pero esto parecía una fantasía. La oscuridad de su mundo parecía inexpugnable.
Entonces, al dar la medianoche en la víspera de Pesaj, una brecha abrió las nubes de su destierro y vieron la cara de su Creador. En esa noche, “el Santo, Bendito sea, Se reveló a ellos y los redimió”
Di-s podría haberlos sacarlos de Egipto y traerlos al Monte Sinai en una noche. Pero Él lo quiso que hicieran su viaje, su logro. Así que después de esa visión momentánea, la cara de Di-s retrocedió.
Empezó la subida ardua al Sinai. Los judíos estaban fuera de Egipto, pero Egipto todavía estaba profundamente arraigado en ellos. Durante siete semanas se esforzaron en refinar los siete rasgos de sus almas, limpiando la profanidad de Egipto y haciéndose candidatos dignos de la opción Divina.
Esto era algo que tenían que lograr solos, en la oscuridad de sus deficiencias y la frialdad de su alienación. Pero esa visión inicial de la Luz Divina los inspiró, animó y condujo en su viaje.
LA CUENTA ANUAL
En la primer noche de Pesaj, la salida de Egipto. A través del Seder, reexperimentamos la visión liberadora que conduce a nuestra salida anual del “Egipto” personal y nuestra liberación interior “de la esclavitud a la libertad, de la oscuridad a una gran luz”
Pero la revelación del Éxodo es sólo un flash momentáneo. Al día siguiente empezamos nuestro viaje de 49 días a Sinai, “Contando del Omer”. Desde la 2da noche de Pesaj, contamos los días que van desde el Éxodo, escribiendo crónicas de los hitos y estaciones de nuestro viaje de auto-refinamiento.

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