La Muerte del Cuerpo y el Pase a la Vida Eterna | ||
“Pues así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos volverán a vivir” (1 Corintios 15:22). Solamente en Cristo somos vivificados. Jesús dijo: “Les conviene que me vaya porque si no lo hago, el Consolador no vendrá a ustedes; en cambio si me voy, se los enviaré a ustedes. Y cuando él venga, convencerá al mundo de su error en cuanto al pecado, a la justicia y al juicio” (Juan 16:7-9). Cuando aceptamos a Jesús como nuestro salvador personal el Espíritu Santo mora en nosotros (Juan 14:17). E el poder del Espíritu Santo el que levanta a hombres y mujeres de la muerte. “Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes” (Romanos 8:10-11). Al mirar a la resurrección de Jesús podemos tener una buena perspectiva del tipo de cuerpo que tendremos por haber aceptado a Jesús. El cuerpo resucitado de Jesús trascendió las limitaciones físicas y pasó a través de las puertas cerradas (Juan 20:19). En ocasiones su cuerpo no se reconocía (Lucas 24:13-16; Juan 20:14, 15; Juan 21:4, 12; Marcos 16:12), sin embargo Jesús al compartir el pan o por el tono de su voz se hizo reconocer. Para todo aquel que cree en Jesucristo la muerte es una transición a una eternidad gozosa en donde cada uno de nosotros tendrá más vida que nunca. “Por eso mantenemos siempre la confianza, aunque sabemos que mientras vivamos en este cuerpo estaremos alejados del Señor” (2 Corintios 5:6). Así como uno se sumerge en el mar y nos maravillamos de los espectaculares corales y las hermosas criaturas marinas, así es la transición del cuerpo físico al cuerpo sobrenatural eterno. Para todo aquél que acepte el don de Dios, la salvación a través de la fe en el Hijo de Dios, se nos concederá la eternidad en compañía de aquél que es la fuente de vida. La muerte para el que está en Cristo no es un tiempo de luto, y algún día todos moriremos. Desafortunadamente por el pecado de Adán la muerte de la carne es ineviTable pero para los que han confiado en Jesucristo, la muerte habrá perdido el aguijón. “Es cierto que fue crucificado (Jesús) en su debilidad, pero ahora vive por el poder de Dios” (2 Corintios 13:4) y de igual manera nosotros. En Romanos 8:11 Pablo explica “Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes”. Las palabras de Jesús son claras “Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí vivirá aunque muera; y todo el que vive y cree en mí no morirá jamás” (Juan 11:25, 26) |
Desde un espacio de mi corazón me gustaría dedicar a mis semejantes un sentimiento de paz interior en armonía con el latido de Gaia.A los seres de buena voluntad,animo a hallar nuestro propio camino en libertad.
sábado, 18 de diciembre de 2010
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