sábado, 18 de diciembre de 2010

El Camino Espiritual Vuelva a la página siguiente sobre existe el dios, evidencia el deidad, Jesucristo, es el hijo de el dios Jesús Cristo.


La cruz cristiana pequeña,decoración para Existe Dios página del website,El Camino Espiritual:Estudios biblicos sobre camino espiritual del Jesús al cielo del dios.Escuchando de Dios

Si alguien se nos acerca y nos dice que tiene una “palabra del Señor” para nosotros, y creemos que Dios nos está dirigiendo, debemos orar por la confirmación de esa palabra. La palabra del Señor vino a Jeremías instruyéndole para que comprara un campo en Anatot en el tiempo en que el ejército de Babilonia estaba sitiando a Jerusalén y el reinado de Judá estaba a punto de caer en manos de los babilonios (Jeremías 32). Luego que Jeremías recibió esa palabra, el hijo de su tío vino a pedirle que ejerciera su derecho de redimir y comprar el campo. La palabra que recibió Jeremías fue confirmada por circunstancias externas, y en esencia, por realidades externas. Jeremías reconoce que es así cuando afirma “Entonces comprendí que esto era palabra del Señor” (Jeremías 32:8). Podemos inferir que hasta el momento en que vino el hijo de su tío y confirmó la primera palabra del Señor, Jeremías siendo profeta no estaba seguro de haber escuchado del Señor y no se imaginaba la situación. Todos estamos sujetos de hablarnos a nosotros mismos.
Jeremías entonces compró el campo y el Señor le profetizó: “Porque así dice el Señor Dios Todopoderoso, el Dios de Israel: ‘De nuevo volverán a comprarse casas, campos y viñedos en esta tierra.’” Jeremías así lo hizo saber a Baruc el hijo de su tío en presencia de los testigos.
Luego de esto Jeremías oró al Señor, le dio alabanza por haber creado los cielos y la tierra, y mostrar su fiel amor; por los milagros y prodigios que hizo en la tierra de Egipto ante Israel, dándoles la tierra donde abunda la leche y la miel (Jeremías 32:17-22). Luego reconoce que el pueblo no obedeció ni acató su ley, ni tampoco hicieron lo que le habías ordenado. Por eso les enviaste toda esta desgracia. Esto debe servirnos de lección y aprender de ello. Como resultado de su rebelión contra Dios, les alcanzaron las rampas de ataque hasta la ciudad de Jerusalén para conquistarla, los caldeos estaban en guerra contra el reino de Judá. A causa de la espada, el hambre y la pestilencia, la ciudad caerá en manos de los babilonios que la atacan, cumpliéndose todo lo que el Señor había anunciado.
Después de comprar el campo y alabar a Dios, Jeremías le informa a Dios que las primeras profecías con relación a los babilonios se cumplieron. Le habla a Dios y le dice “Señor mi Dios, a pesar de que la ciudad caerá en manos de los babilonios, tú me has dicho: ‘Cómprate el campo al contado en presencia de testigos’” (Jeremías 32:25). Jeremías no está probando al Señor sino que le pide confirmación adicional de que en realidad él está haciendo la voluntad de Dios, a pesar de que las circunstancias externas están apuntando a lo absurdo de hacer esta inversión de bienes y raíces bajo esta situación. Dios le revela entonces su naturaleza perdonadora y le asegura a Jeremías que a pesar de la rebelión de su pueblo, los traerá de regreso a esta tierra y hará que vivan seguros en ella, que serán su pueblo y Él será su Dios. (Jeremías 32:37-38).
Aquí vemos a un gran profeta de Dios luchando para asegurarse que la palabra que recibió del Señor es precisa. Comparemos esto con las profecías “al instante” que se dan a la ligera en los servicios carismáticos y en los estudios bíblicos, que nunca se confirman y que pudieran tener raíces en el ocultismo. En los tiempos bíblicos los falsos profetas eran apedreados. Aquellos “sanadores” que afirman que un enfermo ha sido sanado, aún cuando en realidad no es así, son equivalentes a los falsos profetas. Un promedio de “bateo” de uno sobre cien no es suficiente, además aunque tengamos un promedio perfecto de “bateo” debemos ejercitar el discernimiento. Satanás como ángel de luz puede sanar al enfermo, por supuesto exigiendo luego su paga, también puede dar palabras de profecía (con un anzuelo o ganzúa).

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