sábado, 18 de diciembre de 2010

                          Reconociendo el Espíritu de Dios

¿Cómo reconocemos el Espíritu de Dios y el espíritu de engaño, aún dentro de las iglesias?
1. OBTENGA UN ENTENDIMIENTO BÁSICO DE DIOS, su naturaleza, su propósito al crearnos, la caída del hombre, la redención y el plan de salvación. Si entendemos estos temas, generalmente podemos ver cuando se trata de una imitación. Sin embargo, esto no pudiera ser fácil si todavía no somos salvos o estamos atados a lo oculto, debido a que nuestras mentes están apagadas ante las realidades espirituales. Jesús dijo que sus ovejas le conocen y como el buen pastor llama a sus ovejas por nombre y las guia (Juan 10). Necesitamos estar familiarizados con Jesús de tal manera que cualquiera impostor sea inmediatamente reconocido. Para iniciar su relación con Jesús primero debemos pedirle que sea nuestro Señor y Salvador. Podemos comenzar una sencilla oración con nuestras propias palabras:
Amado Dios, estoy separado de ti y te necesito, ven a mi vida. Yo acepto a Jesucristo tu Hijo como mi salvador. Te doy las gracias Jesús por morir en la cruz por mí y por perdonar mis pecados. Toma el control de mi vida y cámbiame a esa nueva persona que tú quieres que sea. Como hijo tuyo dame la vida eterna.
2. RECONOZCA A LOS FALSOS PROFETAS POR SUS "FRUTOS" (Mateo 7:16):
“Por sus frutos los conocerán”. Generalmente los falsos profetas tienen problemas de carácter, pueden estar todo el día hablando de amor pero pierden su temperamento y la compostura fácilmente, o actúan egoístamente. Dejarán que sus discípulos pasen hambre mientras ellos poseen flotillas de vehículos. Pueden exigirles a sus ministerios que les paguen altos salarios y vivir en casas palaciegas, mientras solicitan fondos para su ministerio. Puede que tengan la teología apropiada pero están viviendo inmoralmente, engañando a sus esposas o esposos, usurpando las oportunidades del ministerio para el enriquecimiento personal.
Observe las normas morales de esos individuos y los frutos que llevan. “Cuídense de los falsos profetas. Vienen a ustedes disfrazados de ovejas, pero por dentro son lobos feroces. Por sus frutos los conocerán. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los cardos? Del mismo modo, todo árbol bueno da fruto bueno, pero el árbol malo da fruto malo. Un árbol bueno no puede dar fruto malo, y un árbol malo no puede dar fruto bueno. Todo árbol que no da buen fruto se corta y se arroja al fuego. Así que por sus frutos los conocerán” (Mateo 7:15-20).
Los falsos profetas no son necesariamente los líderes del culto o los clérigos. Bajo esta etiqueta pueden estar líderes nacionales, políticos, líderes industriales, escritores, comediantes, etc. Con relación a los falsos profetas el Antiguo Testamento dice lo siguiente:
“Pero el profeta que se atreva a hablar en mi nombre y diga algo que yo no le haya mandado decir, morirá. La misma suerte correrá el profeta que hable en nombre de otros dioses. Tal vez te preguntes: “¿Cómo podré reconocer un mensaje que no venga del Señor?” Si lo que el profeta proclame en nombre del Señor no se cumple ni se realiza, será señal de que su mensaje no viene del Señor. Ese profeta habrá hablado con presunción. No le temas” (Deuteronomio 18: 20-22).
Deuteronomio 13 nos instruye que aunque en medio nuestro aparezca algún prodigio o señal milagrosa pero que su fuente no rinda adoración a Dios, no debemos prestarle atención a las palabras de ese profeta o “soñador de sueños”. Dios puede estar probando si usted le ama con todo su corazón y con toda su alma, y no amando la profecía precisa de un espíritu engañoso.
3. PRUEBE A LOS ESPÍRITUS:
“Queridos hermanos, no crean a cualquiera que pretenda estar inspirado por el Espíritu, sino sométanlo a prueba para ver si es de Dios, porque han salido por el mundo muchos falsos profetas. En esto pueden discernir quién tiene el Espíritu de Dios: todo profeta que reconoce que Jesucristo ha venido en cuerpo humano, es de Dios; todo profeta que no reconoce a Jesús, no es de Dios sino del anticristo. Ustedes han oído que éste viene; en efecto, ya está en el mundo. Ustedes, queridos hijos, son de Dios y han vencido a esos falsos profetas, porque el que está en ustedes es más poderoso que el que está en el mundo” (1 Juan 4:1-4).
La Biblia claramente nos advierte que no acudamos a la nigromancia, ni que busquemos a los espiritistas, con tales consultas nos engañamos a nosotros mismos (Levítico 19:31). La advertencia es clara, “Nadie entre los tuyos deberá sacrificar a su hijo o hija en el fuego; ni practicar adivinación, brujería o hechicería; ni hacer conjuros, servir de médium espiritista o consultar a los muertos. Cualquiera que practique estas costumbres se hará abominable al Señor, y por causa de ellas el Señor tu Dios expulsará de tu presencia a esas naciones. A los ojos del Señor tu Dios serás irreprensible. Las naciones cuyo territorio vas a poseer consultan a hechiceros y adivinos, pero a ti el Señor tu Dios no te ha permitido hacer nada de eso” (Deuteronomio 18: 10-14). “No acudan a la nigromancia, ni busquen a los espiritistas, porque se harán impuros por causa de ellos. Yo soy el Señor su Dios” (Levítico 19:31).
El castigo por practicar el ocultismo es severo: “También me pondré en contra de quien acuda a la nigromancia y a los espiritistas, y por seguirlos se prostituya. Los eliminaré de su pueblo” (Levítico 20:6). Saúl tuvo un final trágico con sus tres hijos luego de consultar a la médium de Endor (1 Samuel 31).
El espíritu de Satanás es un espíritu de engaño y el mismo Satanás se disfraza de ángel de luz (2 Corintios 11:14). En estos tiempos y como parte de la Nueva Era, los espíritus demoníacos o ángeles caídos se presentan atrayentes bajo el disfraz de consejeros, espíritus amistosos, arquetipos sociales, guías del propio subconsciente, espíritus maestros, santos, extraterrestres, “el niño que se lleva adentro”, visualizaciones (aún los espíritus “Jesús”), familiares que han muerto, etc.
Si usted está consultando espíritus “guías” mediante canalización, visualización, meditación mantra o yoga, pregúnteles si Jesús es su Señor y Maestro. Pregúnteles en la autoridad del nombre de Jesucristo a quién sirven. Tenga en cuenta que el virus de la Nueva Era se ha extendido por todas partes, y aún en las iglesias tenemos individuos que a sabiendas, o sin saberlo, consultan ángeles caídos quienes ocultarán sus orientaciones y profecías bajo un manto cristiano. Ellos pueden creen que están recibiendo conocimiento del Espíritu Santo cuando lo que están haciendo es comunicarse con espíritus conocidos (demonios). No se vuelva demasiado ansioso por las “señales y maravillas”. Utilice el discernimiento cuando otros le impongan manos y oren por usted.
¿Cuánto conoce usted a las personas que le imponen las manos? ¿Es usted realmente salvo? ¿Quién guía a esas personas a orar por usted y darle una palabra de conocimiento? ¿El Espíritu de Cristo, o un espíritu engañoso? ¡Pruebe a esos espíritus!
Existe un solo Espíritu que confiesa a Jesús y ese es el Espíritu Santo. Todos los espíritus deben ser probados sea que hablen a través de un profeta, un gurú, un político, o alguien que clame que es el mismo Jesús (de los cuáles hay muchos en estos días).

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