viernes, 3 de septiembre de 2010

El desarrollo de vida y conciencia en la tierra

En la tierra, la evolución de las formas de vida estuvo estrechamente entrelazada con el desarrollo interior de las almas terrestres. Aunque ningún alma está ligada a un planeta en particular, se podría decir que las almas terrestres son los nativos de su planeta. Esto es porque su crecimiento y expansión coinciden ampliamente con la proliferación de formas de vida en la tierra.
Cuando nacen unidades individuales de conciencia, ellas son similares de algún modo a simples células físicas, tanto en estructura como en posibilidad. Justamente como las células tienen una estructura relativamente simple, los movimientos internos de una conciencia recién nacida son transparentes. No se ha establecido mucha diferenciación aún. Hay un mundo de posibilidades a sus pies (tanto física como espiritualmente). El desarrollo de una forma recién nacida de conciencia hacia un tipo de conciencia que es introspectiva y capaz de observar y reaccionar a su medioambiente, puede ser burdamente comparado al desarrollo de un organismo unicelular hacia un organismo vivo complejo que interactúa con su medioambiente de múltiples maneras.
Estamos aquí comparando el desarrollo de almas conscientes con el desarrollo biológico de la vida, y no lo hacemos sólo por usar una metáfora. En realidad, el desarrollo biológico de la vida como tiene lugar en la tierra debe ser visto sobre la base de una necesidad espiritual de exploración y experiencia por parte de las almas terrestres. Esta necesidad o deseo de exploración es lo que llamó a existir a la rica variedad de formas de vida en la tierra. Como hemos dicho, la creación es siempre el resultado de un movimiento interno de conciencia. Aunque la teoría de la evolución, como actualmente es aceptada por su ciencia, en cierto sentido describe correctamente el desarrollo de formas de vida en su planeta, no contempla en absoluto el impulso interno, el motor ‘oculto’ detrás de este profundo proceso creativo. La proliferación de formas de vida en la tierra se debió a movimientos internos a nivel del alma. Como siempre, el espíritu precede y crea la materia.

Al comienzo, las almas terrestres encarnaron en las formas físicas que mejor se adaptaban a su aún rudimentario sentido de sí mismo: organismos unicelulares. Luego de un período de adquisición de experiencia e integrando esto con su conciencia, asomó una necesidad de medios más complejos de expresión física. Así es como fueron impulsadas a existir formas de vida más complejas. La conciencia crea la forma física en respuesta a necesidades interiores y deseos de las almas terrestres, cuya conciencia colectiva habitó primeramente la tierra.

La formación de nuevas especies, y la encarnación de almas terrestres en miembros individuales de aquellas especies, representan un gran experimento de vida y conciencia. Aunque la evolución es dirigida por la conciencia (no dirigida por accidente e incidente) ésta no sigue una línea predeterminada de desarrollo. Esto es porque la conciencia misma es libre e impredecible.

Las almas terrestres experimentaron con toda clase de formas animales de vida. Ellas habitaron varios tipos de cuerpos físicos en el reino animal, pero no todas ellas experimentaron la misma línea de desarrollo. El camino de desarrollo del alma es mucho más fantástico y aventurero de lo que ustedes suponen. No hay leyes sobre o fuera de ustedes. Ustedes son la ley para ustedes. Así, por ejemplo, si ustedes deciden experimentar las formas de vida partiendo desde un mono, ustedes pueden en algún momento encontrarse viviendo en un cuerpo de mono, desde el nacimiento en adelante o como un visitante temporal. El alma, especialmente el alma joven, implora por experiencia y por expresión. Esto incita a explorar la diversidad de las formas de vida que emergen en la tierra.

Dentro de este gran experimento de vida, la aparición de la forma de vida humana marcó el comienzo de una importante etapa dentro del desarrollo de la conciencia de alma en la tierra. Antes de explicar esto con gran detalle, discutiremos en primer lugar los estadios del desarrollo interior del alma.


Desarrollo de la conciencia: etapa infantil, madurez, ancianidad

Si observamos el desarrollo de la conciencia del alma luego de nacer como una unidad individual, ésta pasa rudamente a través de tres etapas internas. Estas etapas son independientes del plano particular de realidad (planeta, dimensión, sistema estelar) que la conciencia elige para poblar o experimentar.

  • La etapa de la inocencia (paraíso)

  • La etapa del ego (pecado)

  • La etapa de la ‘segunda inocencia’ (iluminación)



Uno podría comparar metafóricamente a estas etapas con la infancia, la madurez y la ancianidad.
Luego de que las almas nacen como unidades individuales de conciencia, ellas dejan la etapa oceánica de unidad, la cual recuerdan como dichosa y completamente segura. Luego ellas van a explorar la realidad de una manera completamente nueva. Ellas lentamente se vuelven más conscientes de ellas mismas y del modo en que son únicas en comparación con sus compañeros de viaje. En esta etapa ellas son muy receptivas y sensibles, como un niño pequeño que observa el mundo con grandes ojos abiertos, expresando curiosidad e inocencia.
Esta etapa puede ser llamada paradisíaca, ya que la experiencia de unidad y seguridad todavía está fresca en la memoria del alma recién nacida. Ellas todavía están cerca del hogar; todavía no reclaman su derecho a ser quienes son.

A medida que el viaje continúa, la memoria del hogar se desvanece, a medida que ellas se introducen en distintos tipos de experiencia. Todo es nuevo al comienzo, y todo es absorbido incondicionalmente en la etapa de la infancia. Una nueva etapa comienza cuando la joven alma comienza a sentirse como el punto focal de su mundo.Entonces realmente comienza a darse cuenta que existe tal cosa como ‘yo’ y ‘otro’. Comienza a experimentar con cómo puede influenciar su medioambiente al actuar sobre él. La verdadera noción de hacer algo que surge de su propia conciencia es nueva. Antes, era más o menos una toma pasiva de lo que fluía. Ahora, hay una noción creciente dentro del alma de su poder para ejercer influencia en lo que experimenta. Este es el comienzo de la etapa del ego. El ego originalmente representa la habilidad de usar su voluntad para afectar al medio externo. Por favor noten que la función original del ego es simplemente lo que permite al alma sentirse completamente como una entidad separada. Esto es un desarrollo natural y positivo dentro de la evolución del alma. El ego no es ‘malo’ en sí mismo. Sin embargo éste tiende a ser expansivo y agresivo. Cuando la nueva alma descubre su habilidad para influenciar su medioambiente, ésta se enamora del ego. Bien en lo profundo, aún existe una dolorosa memoria dentro del alma ahora madura; que le recuerda el hogar, que le recuerda el paraíso perdido. El ego parece sostener una respuesta a este dolor, a esta añoranza. Éste parece permitirle al alma obtener activamente un control sobre la realidad. Éste intoxica al alma todavía joven con la ilusión de poder.

Si alguna vez hubo una caída desde la armonía o una caída desde el paraíso, esto fue lo siguiente: la joven conciencia del alma volviéndose hechizada por la posibilidad del ego, por la promesa de poder. De todos modos, el verdadero propósito de la conciencia nacida como alma individual es explorar, experimentar todo lo que hay, tanto el paraíso como el infierno, tanto la inocencia como el ‘pecado’. Por lo tanto, la caída desde el paraíso no fue un ‘cambio equivocado’. No existe culpa ligada a esto, a menos que ustedes así lo crean. Nadie los culpa, aparte de ustedes mismos.

Cuando el alma joven se vuelve madura, hay un cambio en el modo ‘centrado en mí’ de observar y experimentar las cosas. La ilusión de poder realza la separación entre las almas, en lugar de conectarlas. Debido a esto, se establecen dentro del alma la soledad y un sentido de alienación. Aunque no es realmente consciente de esto, el alma comienza una lucha, una batalla por poder. El poder parece ser la única cosa que alivia la mente – por un tiempo.

Nosotros más arriba distinguimos una tercer etapa en el desarrollo de la consciencia del alma: la etapa de la iluminación, ‘segunda inocencia’ o ancianidad. Tendremos mucho para decir acerca de esta etapa y en particular acerca de la transición desde la segunda a la tercer etapa, en el capítulo 5 (Desde la conciencia basada en el ego a la conciencia basada en el corazón).........
Ahora, retornaremos a nuestra historia de las almas terrestres y aclararemos cómo el despertar de la etapa del ego encaja con la aparición del hombre en la tierra.


Las almas terrestres entrando a la etapa del ego; la aparición del hombre en la tierra

La etapa en la cual las almas terrestres exploraron la vida vegetal y animal coincidió con la etapa de la inocencia o paraíso en los niveles internos. La vida floreció en la tierra, bajo la guía y protección de seres espirituales de los reinos angélicos y dévicos. (Los Devas trabajan en el nivel etérico de un modo más cercano al mundo físico de como lo hacen los ángeles). Los cuerpos etéricos de plantas y animales fueron incondicionalmente receptivos al cuidado y a las nutritivas energías maternales de los reinos angélicos y dévicos. Ellos no tuvieron inclinaciones a escaparse o irse y encontrar su propio modo de hacer las cosas. Aún existía un gran sentido de unidad y armonía entre todos los seres vivientes.
El surgimiento del hombre mono, sin embargo, marcó un punto de transformación en el desarrollo de la conciencia. Esencialmente, al caminar en forma erguida y a través del desarrollo del cerebro, la conciencia que residía en el hombre mono logró un mayor dominio sobre el medioambiente. La conciencia, encarnada en el antropoide, comenzó a experimentar cómo era tener más control sobre su entorno directo. Comenzó a descubrir su propio poder, su propia habilidad de influenciar su medioambiente. Comenzó a explorar ellibre albedrío.
Este desarrollo no fue fortuito. Fue una respuesta a una necesidad interior sentida por las almas terrestres, una necesidad de explorar la individualidad a niveles más profundos que anteriormente. El creciente conocimiento de sí mismas de las almas terrestres estableció la etapa para la aparición del hombre en términos biológicos, el ser humano que conocemos.

Cuando las almas terrestres estuvieron listas para entrar a la etapa del ego, la creación del hombre permitió a estas almas experimentar una forma de vida con libre albedrío. Esto también dotó a las conciencias encarnadas con una mayor conciencia de ‘yo’ como opuesto a ‘otro’. Con esto, se estableció la etapa para posibles conflictos entre ‘mi interés’ y ‘tu interés’, ‘mi deseo’ y ‘tu deseo’. Lo individual se escapó de la unidad manifiesta, del orden natural de ‘dar y tomar’, para descubrir qué otros caminos estaban disponibles. Esto marcó el ‘final del paraíso’ en la tierra, pero les pedimos que consideren esto no como un evento trágico, sino como un proceso natural (como las estaciones en sus años). Fue un cambio natural de eventos que finalmente les permitirían (en estos días y época) equilibrar balancear divinidad e individualidad dentro de su ser.

Cuando la conciencia del alma terrestre entró en la etapa del ego y comenzó a explorar ‘ser humano’, las influencias dévicas y angélicas lentamente se fueron retirando. La verdadera naturaleza de estas fuerzas es respetar el libre albedrío de todas las energías que encuentran. Ellas nunca ejercerán su influencia sin invitación. Por lo tanto las conciencias del ego tuvieron un libre reinado y las almas terrestres se hicieron conocedoras de todos los puntapiés e inconvenientes del poder. Esto también afectó al reino vegetal y animal. Se podría decir que la emergente energía guerrera fue parcialmente absorbida por estos reinos no humanos, lo cual creó un cierto disturbio dentro de ellos. Esto aún está presente hoy en día.

Cuando las almas terrestres anhelaron nuevas experiencias, esto también las hizo receptivas a nuevas influencias externas. Aquí, queremos desviar la atención especialmente a tipos de influencia extraterrestre, galáctica, las cuales afectaron considerablemente a las maduras pero aún jóvenes almas terrestres. También es en este punto de nuestra historia, cuando las almas que hemos llamado trabajadores de la luz entraron en escena.

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