lunes, 20 de septiembre de 2010

El símbolo de la Serpiente

-¡Buenas noches! -dijo el principito.

-¡Buenas noches! -dijo la serpiente.

-¿Sobre qué planeta he caído? -preguntó el principito.

-Sobre la Tierra, en Africa -respondió la serpiente.

-¡Ah! ¿Y no hay nadie sobre la Tierra?

-Esto es el desierto. En los desiertos no hay nadie. La Tierra es muy grande -dijo la serpiente.

El principito se sentó en una piedra y elevó los ojos al cielo.

-Yo me pregunto -dijo- si las estrellas están encendidas para que cada cual pueda un día encontrar la suya. Mira mi planeta; está precisamente encima de nosotros... Pero... ¡qué lejos está!

-Es muy bella -dijo la serpiente-. ¿Y qué vienes tú a hacer aquí?

-Tengo problemas con una flor -dijo el principito.

-¡Ah!

Y se callaron.

-¿Dónde están los hombres? -prosiguió por fin el principito. Se está un poco solo en el desierto...

-También se está solo donde los hombres -afirmó la serpiente.

El principito la miró largo rato y le dijo:

-Eres un bicho raro, delgado como un dedo...

-Pero soy más poderoso que el dedo de un rey -le interrumpió la serpiente.

El principito sonrió:

-No me pareces muy poderoso... ni siquiera tienes patas... ni tan siquiera puedes viajar...

-Puedo llevarte más lejos que un navío -dijo la serpiente.

Se enroscó alrededor del tobillo del principito como un brazalete de oro.

-Al que yo toco, le hago volver a la tierra de donde salió. Pero tú eres puro y vienes de una estrella...

El principito no respondió.

-Me das lástima, tan débil sobre esta tierra de granito. Si algún día echas mucho de menos tu planeta, puedo ayudarte. Puedo...

-¡Oh! -dijo el principito-. Te he comprendido. Pero ¿por qué hablas con enigmas?

-Yo los resuelvo todos -dijo la serpiente.

Y quedaron en silencio.

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