Mi memoria es frágil y no recuerdo si hemos tratado ya en alguna ocasión de la piscina que se ve en la foto de hoy. Si es así y alguien lo recuerda que me perdone. Y si no es así, la ocasión la pintan calva para hablar de una de las piscinas más populares de Madrid de los años 50, 60, e incluso 70 del siglo XX. Se trata del Parque Deportivo Sindical de Puerta de Hierro, abreviadamente conocido como Parque Sindical y popularmente como Charco del Obrero, llamado hoy Parque Deportivo Puerta de Hierro.
En aquellos tiempos para los que a nuestra condición de jóvenes uníamos la de no pertenecer a una familia de posibles, las posibilidades de ir de piscina se concretaban en las entonces escasas municipales; si se estudiaba algo la actual Piscina de Verano de la Universidad Complutense de Madrid, la Piscina del SEU como se la conocía popularmente; y el Charco del Obrero, de lejos la más económica de todas.
Y como una cosa trae otra, detrás de la economía venía la popularidad de la que da idea la aglomeración que se advierte en la foto, que debe ser de los años sesenta, y que no tiene que estar tomada necesariamente en domingo, pues yo solía ir en días laborables y siempre la recuerdo así. Por su nombre oficial cualquiera puede deducir quien era el propietario: la Organización Sindical Española, también conocida como Sindicato Vertical. Cualquiera que no haya vivido aquellos tiempos pensará, alguno hasta lo afirmará rotundamente, que había que entrar cantando el Cara a Sol brazo en alto. Craso error. Para pasar bastaba con pagar la entrada. La única evidencia de quien era el dueño de la piscina era que a las doce el carillón del reloj tocaba el himno del sindicato, del único que había pues aparte de que al régimen le gustaba así, España era pobre y no se podía permitir el lujo de tener más. Inaugurada en 1955 por el mismísimo Franco, tenía en realidad dos piscinas: una grande donde se metía la gente común y adosada una de competición donde nos metíamos los que sabíamos nadar y que tenía la ventaja de estar menos abarrotada. Precisamente en la foto se ve el muro de separación entre ambas.
Ya hemos dicho que era muy popular, o sea que le gustaba al pueblo y por tanto en ella se daban cita las peculiaridades de este. Decía una canción que “España huele a pueblo” y allí, en el Charco, esto era palpable en muchas zonas, especialmente los vestuarios, donde se percibía en toda su pureza el autentico aroma del pueblo. Y como entre el pueblo la institución familiar era muy popular entonces, allí iba la familia al completo, incluyendo suegra y cuñada, acarreando enormes bolsas con la comida e incluso la bebida, razón por la que tras la hora de comer, en que respetuosos todos con la regla de las tres horas antes de meterse al agua, se quedaban las piscinas vacías, se percibía el paso del honrado pueblo en forma de cáscaras de naranja y de sandia flotando en las esquinas de la piscina grande, junto con manchas de grasa flotando cual marea negra, con toda la pinta de provenir del enjuagado de platos y tarteras. Y es que el pueblo era mucho pueblo en aquel entonces.
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