La parapsicología explica algunos de los fenómenos que estudia aludiendo a una desconocida fuerza a la que da el nombre de telergia. "Telergia" sería lo mismo que "energía psíquica". Sin embargo, cuando utilizamos estos términos no sabemos muy bien de qué estamos hablando. Esa es la verdad.
La telergia no puede identificarse con ninguna forma de energía conocida. No obstante, utilizamos correctamente el término "energía", ya que nos estamos refiriendo a una fuerza que es capaz de realizar un trabajo. Es el caso de la psicocinesis, movimiento de objetos a voluntad del sujeto, donde este mecanismo es más obvio. No está tan claro sin embargo, que esta energía sea mental, es decir, que provenga de la psique del individuo. Aunque sea lo que parece a primera vista cuando se observan estos fenómenos, la energía podría provenir del ambiente. Este podría ser el caso de las psicofonías, en las que parece que se modula la "energía acústica" del ruido de fondo para producir las voces, o el caso de algunas apariciones fantasmagóricas, que van precedidas de una súbita bajada de la temperatura, como si se utilizara para producir el fenómeno la "energía térmica".
En cualquier caso, el ser humano es capaz de controlar y dirigir esa energía, ya venga de su interior o del exterior, al menos en algunos casos.
El movimiento se demuestra...
La telergia no puede identificarse con ninguna forma de energía conocida. No obstante, utilizamos correctamente el término "energía", ya que nos estamos refiriendo a una fuerza que es capaz de realizar un trabajo. Es el caso de la psicocinesis, movimiento de objetos a voluntad del sujeto, donde este mecanismo es más obvio. No está tan claro sin embargo, que esta energía sea mental, es decir, que provenga de la psique del individuo. Aunque sea lo que parece a primera vista cuando se observan estos fenómenos, la energía podría provenir del ambiente. Este podría ser el caso de las psicofonías, en las que parece que se modula la "energía acústica" del ruido de fondo para producir las voces, o el caso de algunas apariciones fantasmagóricas, que van precedidas de una súbita bajada de la temperatura, como si se utilizara para producir el fenómeno la "energía térmica".
En cualquier caso, el ser humano es capaz de controlar y dirigir esa energía, ya venga de su interior o del exterior, al menos en algunos casos.
El movimiento se demuestra...
Si el movimiento se demuestra andando, la forma de demostrar la existencia de lo que hemos dado en llamar telergia, será influyendo con nuestra voluntad sobre algo material.
Hemos elegido un experimento muy sencillo para que todo aquel que lo desee pueda replicarlo en su casa. Sólo hace falta un poco de paciencia y un lugar donde realizarlo, al que no puedan llegar los niños ni el gato (si es que ese lugar existe).
En este caso concreto, utilizamos media docena de tomates. Formamos tres parejas con ellos, intentando que sean lo más parecidos posible en cuanto a tamaño, color y madurez.
Después asignamos al azar un tomate de cada pareja a la condición experimental "+" y el otro a la condición "=". Con esto intentamos que los dos grupos partan de unas condiciones similares.
Lo que tenemos que hacer es tan sencillo como dedicar cinco minutos al día a imaginarnos el grupo "+" en perfecto estado de conservación. Hemos de desear que esto sea realmente así. Imaginamos cómo los tomates siguen frescos, con un rojo brillante, la piel tersa o incluso podemos imaginarlos resplandecientes de energía vital o rodeados de un halo protector. La imaginación es libre. Los resultados pueden ser tan espectaculares como los que se observan en las fotografías, que fueron tomadas con una diferencia de diez días entre cada una.
No hemos de hacer nada especial con el otro grupo de tomates. Su única finalidad es la de servirnos de control, para ver cómo evoluciona un grupo igual, en las mismas condiciones externas, pero sobre el cual no hemos querido influir.
También podemos incluir un grupo "-" al que visualicemos llenándose rápidamente de moho, podemos utilizar cualquier tipo de fruta, utilizar un número distinto de frutas, utilizar semillas...
Hemos elegido un experimento muy sencillo para que todo aquel que lo desee pueda replicarlo en su casa. Sólo hace falta un poco de paciencia y un lugar donde realizarlo, al que no puedan llegar los niños ni el gato (si es que ese lugar existe).
En este caso concreto, utilizamos media docena de tomates. Formamos tres parejas con ellos, intentando que sean lo más parecidos posible en cuanto a tamaño, color y madurez.
Después asignamos al azar un tomate de cada pareja a la condición experimental "+" y el otro a la condición "=". Con esto intentamos que los dos grupos partan de unas condiciones similares.
Lo que tenemos que hacer es tan sencillo como dedicar cinco minutos al día a imaginarnos el grupo "+" en perfecto estado de conservación. Hemos de desear que esto sea realmente así. Imaginamos cómo los tomates siguen frescos, con un rojo brillante, la piel tersa o incluso podemos imaginarlos resplandecientes de energía vital o rodeados de un halo protector. La imaginación es libre. Los resultados pueden ser tan espectaculares como los que se observan en las fotografías, que fueron tomadas con una diferencia de diez días entre cada una.
No hemos de hacer nada especial con el otro grupo de tomates. Su única finalidad es la de servirnos de control, para ver cómo evoluciona un grupo igual, en las mismas condiciones externas, pero sobre el cual no hemos querido influir.
También podemos incluir un grupo "-" al que visualicemos llenándose rápidamente de moho, podemos utilizar cualquier tipo de fruta, utilizar un número distinto de frutas, utilizar semillas...
Hablar a las plantas
Todos hemos oído alguna vez que si se habla con las plantas cuando se las riega, crecen más saludables. Es un hecho. Los científicos, que son tan listos y saben tanto, se apresuraron a dar la explicación "científica" del asunto. Según su punto de vista, el efecto se debía al anhídrido carbónico que expulsamos las personas con la respiración y que es para las plantas lo que para nosotros es el oxígeno. Esto es cierto, puede ser una explicación, pero sólo parcial, especialmente a la luz de experimentos como el anterior.
Si queréis comprobarlo elegid dos plantas que sean más o menos iguales y acercaos cada día a una de ellas susurrándole insultos, diciéndole que es una porquería, que va a morir pronto y que no se merece ni el agua que le dais. No habléis con la otra, pero imaginadla creciendo fuerte y sana. El resultado os sorprenderá. Para este experimento, es preferible susurrar que gritar a las plantas, ya que de las dos formas se expele anhídrido carbónico, pero si alguien nos sorprende insultando a gritos a un geranio, tal vez nos resulte difícil explicarnos.
El rigor metodológico no es demasiado alto para los entendidos. En efecto, lo que puede dar validez a un experimento como éste es su replicación sistemática. Por eso os animo a que lo intentéis vosotros mismos. Aparte de un par de tomates y cinco minutos al día, ¿qué podéis perder?
Conclusión
Si queréis comprobarlo elegid dos plantas que sean más o menos iguales y acercaos cada día a una de ellas susurrándole insultos, diciéndole que es una porquería, que va a morir pronto y que no se merece ni el agua que le dais. No habléis con la otra, pero imaginadla creciendo fuerte y sana. El resultado os sorprenderá. Para este experimento, es preferible susurrar que gritar a las plantas, ya que de las dos formas se expele anhídrido carbónico, pero si alguien nos sorprende insultando a gritos a un geranio, tal vez nos resulte difícil explicarnos.
El rigor metodológico no es demasiado alto para los entendidos. En efecto, lo que puede dar validez a un experimento como éste es su replicación sistemática. Por eso os animo a que lo intentéis vosotros mismos. Aparte de un par de tomates y cinco minutos al día, ¿qué podéis perder?
Conclusión
La conclusión obvia es que existe una forma de energía que el ser humano puede controlar a voluntad en algunas ocasiones, y que esa energía, a la que llamamos telergia, es capaz de producir efectos físicos. Pero más importante que lo que este experimento nos muestra es la puerta que nos abre. Si podemos conseguir este efecto con sólo cinco minutos al día, en un tomate con el que no tenemos contacto físico, ¿qué efectos podríamos conseguir sobre nuestro propio cuerpo?
Ésta no es la clave de la eterna juventud, pero ¿qué pasaría si, por miedo a contraer un cáncer, o a morirnos de un tumor que ya nos han diagnosticado, nos imaginamos constantemente, día tras día que el tumor está creciendo y que nos vamos a morir muy pronto? ¿y qué pasaría si nos imagináramos lo contrario?...
Ésta no es la clave de la eterna juventud, pero ¿qué pasaría si, por miedo a contraer un cáncer, o a morirnos de un tumor que ya nos han diagnosticado, nos imaginamos constantemente, día tras día que el tumor está creciendo y que nos vamos a morir muy pronto? ¿y qué pasaría si nos imagináramos lo contrario?...
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