viernes, 3 de septiembre de 2010

Jeshua, Jesús y Cristo

La energía Crística que yo he venido a ofrecerles tiene sus raíces en una energía colectiva que ha llegado más allá del mundo de la dualidad. Esto significa que ésta reconoce los opuestos de bien y mal, luz y oscuridad, dar y recibir, como los aspectos de una y la misma energía.
El vivir desde la realidad de la conciencia Crística significa que no hay lucha con nada. Hay una completa aceptación de la realidad. Esta ausencia de lucha o resistencia es su principal característica. Ya que Cristo (o la energía Crística) reconoce los extremos de todos los pensamientos, sentimientos y acciones como la manifestación de una energía divina, no puede haber dualidad, ni juicio en el modo en que “él” (la energía crística) experimenta la realidad.

Permítanme darles un ejemplo aquí. Cuando el Cristo (la energía crística) en ustedes observa un conflicto armado entre personas, su corazón se lamenta por el destino de los abatidos, pero ella no juzga. Ella siente el dolor y la humillación con cada golpe, y su corazón está lleno de compasión, pero ella no juzga. Ella observa al atacante, aquél que porta el arma, quien tiene poder, quien inflige dolor, y ella siente... el odio y la amargura dentro de él, y su corazón se acongoja, pero ella no juzga. El corazón de Cristo abraza todo el espectáculo con profundo sentimiento de compasión, pero sin juicio, porque ella reconoce todos los aspectos como experiencias a través de las cuales ella misma ha pasado. Ella misma ha representado todos esos roles, de ofensor y víctima, de amo y esclavo, y ella ha llegado a comprender que ella no es ninguno de ellos,sino, aquella quien sustenta a ambos.

La energía Crística ha pasado a través de todas las energías de la dualidad. Se identifica a ella misma ahora con la oscuridad, luego con la luz, pero a través de todo, algo permanece igual. Y cuando ella reconoce esta “semejanza” sustentando todas sus experiencias, su conciencia obtiene una nueva clase de unidad: fue “cristificada”.
La energía cristificada fue la energía que yo vine a ofrecerles.
Quién fui, es difícil de explicar. Trataré de hacerlo distinguiendo entre tres “identidades”: Jeshua, Jesús y Cristo.
Yo, aquel que está ahora hablando, soy Jeshua. Yo fui el ser humano que sostuvo la energía Crística en mi encarnación sobre la Tierra. Esta energía también puede ser llamada Cristo.
Jesús - en mi terminología - es el nombre para el hombre Dios quien fue el resultado de la infusión de energía Crística dentro de la realidad física y psicológica de Jeshua.
Esta energía Crística fue derramada dentro de Jeshua desde esferas de Luz que están – desde su punto de vista – localizadas en su futuro. Jesús fue el hombre que realizó milagros y citó profecías.
Jesús fue un emisario de las esferas de luz, encarnado en mí. De hecho, él fue mi propio futuro. Jesús fue, desde mi perspectiva como el hombre Jeshua viviendo en la tierra, mi propio futuro, quien llegó a ser uno con la energía Crística. Debido a que el Cristo en él fue claramente presente y visible a muchas personas que lo rodeaban, él les pareció a ellos como divino.

Yo, Jeshua, fui un hombre de carne y hueso. El único, y en algún punto, aspecto artificial de la “construcción de Jesús” fue que yo recibí su/mi ser Crístico desde el futuro. Yo no llegué a ser cristificado en base a mi pasado y las experiencias en él. Yo no adquirí iluminación de una forma natural, sino por medio de la intervención como quien dice desde afuera, por una infusión de la energía de Cristo desde el futuro. Yo estuve de acuerdo en jugar este rol antes de comenzar este tiempo de vida. Yo estuve de acuerdo en ser ‘dominado’ por la presencia de Jesús, como un acto de servicio, y también por un profundo deseo de llegar a conocer la realidad de mis potenciales más profundos.

Jesús, mi propio futuro desde las esferas de luz, llegó a ser uno con la energía de Cristo. Sin embargo, él no representa la energía completa de Cristo aquí en la tierra, porque esta energía abarca más que Jesús. Él es una parte o célula de ésta. Cristo o la energía Crística (esto es más un campo de energía que una entidad personal) es un colectivo de energía el cual tiene muchos aspectos o “células”, los cuales están cooperando de tal modo que funcionan como un solo “organismo”. Todas las células realizan una contribución única a la totalidad y se sienten a sí mismas como individuos mientras que también son parte de la totalidad. Uno podría llamar a estos diferentes aspectos de la energía de Cristo ángeles o arcángeles. Es característico de los ángeles el hecho de que ellos tengan un sentido de individualidad tanto como un alto grado de desprendimiento, el cual les permite sentirse uno con energías colectivas y estar feliz en su servicio. La idea de (arc)angel es aclarada en la parte X de las series de los Trabajadores de la luz.

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